Serás princesa de los momentos y reina del orbe, porque el orbe te pertenece siendo el orbe que todo lo contiene y alberga.
En un olvidarte sin olvido
permanezco en tus faldas de azulada presencia, incandescente, acrisolada,
fervorosa.
Penetraré la esencia de una
sustancia sin forma ni espanto.
Estaremos, y estaré, nos
pertenecemos, estamos, Somos.
En un suspiro nos convertimos y en
un convertirnos nos espantamos sin irnos, porque en un abrazo nos fundimos.
Fuimos sin sernos, y sin sernos
estamos en un espantar con lujoso brío.
Ámote, mientras en un amarme
permaneces sin permanencia, sin ser más que una flor evaporándose en el
suspiro.
Quiero en un pedestal poseerte pero
me olvido que el pedestal somos y en posesión somos, y permanecemos, estamos
sin irnos.
Es un amor sin olvido, en un amor
que aleja todo espanto al saberse mío, y tuyo.
Me expreso desde ti sin ti y en mí
sin mí, en nosotros permanecemos sin pertenencia; y, sin más, la nube del olvido
nos olvida, sin hastíos.
Esto es un amor pausado, sin pausa acontecido; y sin acontecido, amanece en nuestros idos, sin que nos podamos haber ido.
¿Por qué nos empeñamos en un
sin sentido de idos y perdidos, sin encontrarnos en un sin sentido que
apetece ser un sin sentido sin idos?
Si pudiera ser tu amanecer, siendo
el amanecido, y en tus brazos y en tus besos recibido.
No sé, Amor, si me he perdido, lo
que sé es que por tu Amor estoy perdido. Encuéntrame que no quiero más idos.
Lo
siento Amor, sé que me he perdido sin pedido, pero me acontece ser tu pedido
sin que llegue el envío, o aunque el envío ande perdido.
Estoy emborrachado de ti y en un mí
que no es acontecido. No puedo, ni quiero espantarte, pero acontéceme que me
parece que me he desprotegido.
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Autor: Deéelij
Fuente: De su libro Alas sin
plumas (Ediciones Ende, 2016):
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