El poema “Invictus”, escrito por William E. Henley en 1875, es de una belleza melancólica y sobrecogedora. Se trata de un potente canto a la confianza, el compromiso y la perseverancia; a la dignidad, la libertad y la resistencia humana enfrentadas a los momentos más
desoladores, solitarios y terribles de la existencia.
No es de extrañar que el
poema fuera escrito por alguien que de niño sufrió la enfermedad y la
minusvalía. Ni que le sirviera de guía y consuelo espiritual a
Nelson
Mandela, que
se lo recitaba a sí mismo en los peores momentos a lo largo de su terrible
cautiverio en prisiones sudafricanas por el compromiso ético que mantuvo con los suyos y
consigo mismo.
El poema sirvió de título a la película de Clint Eastwood en la que se narra la
victoria de la selección sudafricana de rugby durante el mundial de 1995 y cómo
esa victoria deportiva sirvió para unir a todo un país de negros y blancos en
torno a una ilusión colectiva y a un presidente, el propio Mandela.
Más allá de la noche que me envuelve,
negra como el abismo insondable,
agradezco a los dioses que pudieran
existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de la
circunstancia
nunca me he lamentado ni he llorado.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza está ensangrentada, pero
erguida.
Más allá de este lugar de ira y
lágrimas,
donde yace el horror de la sombra,
la amenaza de los años me encuentra
y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la
puerta,
cuan cargada de castigos la
sentencia.
Soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Autor: William E. Henley (1849-1903)
Enviado por: Carlos Aranda (yosoytu2013@gmail.com)
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