Lo interior y lo exterior forman parte de
lo mismo –de la vida, de tu vida y de lo que eres- y entre ambos hay una
retroalimentación constante. Se trata de un flujo y reflujo permanente, el
auténtico y genuino perpetuum mobile
que impulsa sin cesar la evolución consciencial de cada cual -cada uno a su
ritmo, a su compás, ninguno mejor o peor que otro- y, como suma de partes, de
la Humanidad… El interior, el observador, desde su consciencia, genera y
articula lo exterior; y las experiencias que se viven en el exterior, en lo
observado, inciden en el proceso consciencial y en la conformación del estado
de consciencia del observador. El observador, desde el interior, no desde la
mente, sino desde su estado de consciencia (la visión que tenga de uno mismo,
de los demás, del mundo, de las cosas, de la vida, de le muerte, de la
divinidad…), genera y articula lo exterior; y el cómo se viven esas
experiencias creadas en el exterior, en lo observado, inciden en el interior,
esto es, en la dinámica consciencial y la conformación del estado de
consciencia del observador:
+Lo exterior a cada uno –lo que llamamos realidad-
depende del interior de cada cual y lo observado se crea, moldea y articula en
función del observador.
+Y el interior es continuamente impulsado y
reconfigurado desde lo vivenciado en el contexto de lo segundo.
En palabras de Edgar Mitchell, el que fuera astronauta
de la NASA : “Lo
fundamental es la consciencia misma; y la materia/energía es producto de la
consciencia. Si cambiamos nuestra opinión sobre quiénes somos, si conseguimos
vernos como seres eternos y creadores que creamos experiencia física y si nos
unimos todos en ese nivel de existencia que llamamos Consciencia, empezaremos a
ver y crear el mundo en que vivimos de una manera muy distinta”. ¿Sorprendente?
Pues no tanto, ya que, desde finales del siglo XIX, las teorías y propuestas
lanzadas por numerosos científicos han abierto las puertas a la percepción de
que la consciencia sobre lo que somos, sobre lo que cada uno es, crea la
realidad que nos rodea y las experiencias de cada cual: el mundo no físico moldea
el Universo material y la realidad que detectan los sentidos corpóreo-mentales.
A esto es a lo que se acerca aceleradamente la ciencia contemporánea:
+La simple acción de
observar lo que sucede modifica lo que sucede. O, expresado de otro modo, lo
que subyace en lo que denominamos realidad tiene un comportamiento diferente en
función de que sea observado o no (lo observado depende del observador).
+Al observar el
comportamiento de algo (materia), no sólo tú tienes consciencia de estar
observando, sino que también la tiene aquello que observas.
+El hecho de esperar
un resultado de una actuación influye en ese resultado.
+Nuestra consciencia
afecta a la realidad.
+Y nuestra
consciencia puede ser manipulada para, de esa manera, dar lugar a la realidad
que el manipulador desea.
Somos productores natos de realidad y cada cual, desde
su estado de consciencia, moldea y se hace como es y crea permanentemente la
realidad. De hecho, cada uno es al 100 por 100 responsable de su vida
(prácticas conscienciales tan antiguas como el ho´oponopono se fundamentan en
ello). Maharishi Yogi lo ha expresado de manera hermosa: “El Universo entero es
expresión de la consciencia. La realidad del Universo es un océano ilimitado de
consciencia en movimiento”.
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Una nueva entrega
de Recordando lo que
Es se publica en
este blog cada domingo.
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