Durante centurias las
religiones y la ciencia ortodoxa tomaron el control del conocimiento para
dividirlo, en una feroz competencia, entre la religiosidad de la Iglesia y el
materialismo de la ciencia. Así fue como toda la dinámica universal se
consideró un inmenso mecanismo predecible y en el que el hombre no tenía
incidencia. Todo estaba en manos de Dios, arbitrando una puja eterna en su
creación: entre el bien y el mal, el caos y el orden. Mucho se habla en estos
días sobre la Física Cuántica, pero en definitiva, ¿qué es la Física Cuántica?
Si comparamos a la Física Cuántica con un sistema monetario basado en el peso,
la unidad mínima de dicho sistema es el centavo. La llamada Física Clásica se
encargaría entonces de estudiar el sistema a partir de la unidad peso (átomo)
mientras que la Física Cuántica lo haría a partir del centavo (cuanto).
Entonces esto puede llevarnos a definirla como una ciencia subatómica. La
Física Cuántica comienza a abrir un nuevo camino al conocimiento verdadero, reconociendo la divinidad en nosotros mismos y el poder de co-creación que
todos poseemos. El hombre dejó de ser un “astronauta” del destino para darse
cuenta de que puede elegir y crear de forma consciente cómo quiere
interrelacionarse con la realidad.
Todo es luz
El término cuántico
proviene de quantum, que es la unidad más pequeña que constituye la luz. Los
experimentos llevados a cabo en los más avanzados laboratorios que estudian la
física de partículas han demostrado que, en el nivel más pequeño de la materia,
el nivel de las partículas elementales, todo es energía. Para comprenderlo
mejor digamos que la materia es luz condensada. En los laboratorios se
descubrió que las partículas y antipartículas se aniquilan entre sí, dando
lugar a la aparición de la energía radiante y de la pura energía. En el mundo
cuántico surgen procesos de creación y destrucción, demostración científica de
que energía y materia no son más que dos polos de la misma esencia, de una
única sustancia universal. El hombre mismo está formado de esta misma sustancia
universal: luz pura y radiante. Cada uno de nosotros es un sistema de energías
en vibración continua. Es decir que las moléculas de que se compone cualquier
clase de materia, inclusive nuestros cuerpos, están en constante vibración.
Nuestros cuerpos crean, entonces, bandas de energía electromagnética con una
determinada amplitud de onda que les permite, al mismo tiempo, emitir y
absorber información. Así estamos en continua comunicación con una matriz
cuántica universal de carácter holográfico.
Curación cuántica
Este descubrimiento está
abriendo las puertas a una nueva terapia de curación que no es física, sino de
carácter energético. Durante la segunda mitad del siglo XX, Herbert Fröhlich y
Fritz Popp estudiaron este patrón energético de los seres vivos. Se descubrió
por entonces que las moléculas vibran al unísono y se comportan como una sola
supermolécula, estableciendo un patrón energético coherente y único. Así se
pudo detectar una emisión lumínica por parte de los átomos similar a la de un
láser. La misma fue conocida con el nombre de “radiación mitogenética de láser”
y constituye la clave para asegurar que el ser humano es un complejo cuántico
que posee la capacidad de conexión e interacción con el universo; y que su
equilibrio, bienestar y salud dependen -como en el caso de una conexión a
internet-, de la calidad de recepción y emisión de dicha señal. Para favorecer
esta coherencia se puede interaccionar con estos campos sutiles de energía
mediante terapias que utilizan luz, escalas cromáticas y frecuencias de sonido
que ayudan a reestablecer la comunicación con la matrix.
Las propiedades holográficas
El campo energético
biofotónico es holográfico, por lo que posee la propiedad de que la parte
(individuo) contiene la información del Holograma completo (Todo). Existe una
conectividad instantánea entre la parte y el resto de las otras partes, y entre
las partes con el Holograma entero. Aquello que promulga el misticismo que reza
“descubrí la verdad dentro tuyo” es una verdad irrefutable en la teoría del
Holograma Cuántico. Esta propiedad de no-localidad de información es un
principio postulado por la dinámica cuántica en el Teorema de Bell y demostrada
en el primer experimento realizado al respecto en el espacio por el astronauta
Edgar Mitchell en su misión del Apolo XIV. Nuestro Universo sería un gigantesco
almacén de información al que puede accederse desde cualquier otro lugar del
universo en cualquier momento que se desee. Al igual que un ordenador central
de una red informática, toda la información queda almacenada en un disco rígido
al que puede accederse desde cualquier computadora del sistema cuando el
operario lo considere oportuno.
Una propiedad fundamental: la consciencia
Puede afirmarse que nuestro
cuerpo contiene, entonces, un patrón holográfico de energía que trasciende el
marco conceptual de la energía física, ya que sería energía consciente. A
niveles cuánticos, la consciencia es parte integrante, esto significa que la
realidad cuántica no es objetiva; entonces el observador forma parte de la
realidad y tiene incidencia sobre la misma. Esto puede comprenderse bajo un
principio clásico de la dinámica cuántica, el de la dualidad onda-partícula: el
observador, con el simple acto de observar, determina el estado de la función
en onda o en partícula. La visión es una propiedad de la consciencia, entonces
la consciencia co-crea lo que observamos. Somos partícipes de un mundo cuántico
que cambia de estado de acuerdo a los observadores-participantes de la
realidad. La dinámica cuántica es un pilar clave en la unión entre la materia y
la consciencia, estableciendo una nueva concepción de nosotros mismos. La
dualidad de la existencia onda-partícula (o bien energía-materia) está entonces
determinada por nuestra observación. A esto habría que agregarle que el
perceptor (sujeto) y la fuente de emisión (objeto) están en una interrelación
de resonancia conocida con las siglas PCAR, que permite que la información sea
adecuadamente recibida. Esto puede simplificarse asegurando que cada individuo
recibe la información que merece o puede entender de acuerdo con su nivel de
comprensión y asimilación consciente de recepción. Este proceso calificado de
información y regido por ciclos resonantes de retroalimentación es conocido
como Bio-Feed Back.
Universo viviente
Si evaluamos la consciencia
como un campo matriz podemos especular que el Universo se comporta como un ser
vivo. James E. Lovelock fue quien postuló el concepto de la Tierra como un ser
vivo, con esencia vital y consciencia. La naturaleza geométrica de la
naturaleza, la cual se expande fractalmente, puede aplicarse a nuestro universo
y a las leyes que lo rigen. El universo completo podría imaginarse como un
gigantesco fractal expandiéndose permanentemente dentro de una matriz
energética consciente. Uno de los aspectos cruciales de la comprensión
filosófica de la dinámica cuántica es responder a la siguiente pregunta: ¿Qué
es lo que mantiene a la luz “condensada” en materia? Queda claro que los
procesos cuánticos no son, por sí solos, capaces de mantener la continuidad de
la luz en materia. Una de las explicaciones la dio uno de los padres de la
física cuántica, Max Planck, al declarar que detrás de la realidad física debe
existir una mente consciente que le permita existir. Entonces, detrás de este
gigantesco universo debe existir también una gigantesca mente consciente que le
da vida y le permite existir materialmente. Como decía el genial escritor Jorge
Luis Borges: “Somos pensamientos en la mente de un gigante”.
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Autor: Brad Hunter
Fuente: Revista El Planeta Urbano
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