Vibro con
aquello que en la tierra
etiquetan
como carencia.
Carencia,
no tener.
En
aparente abundancia
es cuando
se puede vivir la carencia,
porque ya
se ha experimentado.
No la
necesito. Está ahí fuera.
Sólo es
una experiencia…
Lo que
tengo “me será quitado”…
¿Por qué
luchar entonces para conseguir más?
Ese afán
de tener, ya no lo tengo.
El afán
de Ser, ¡sí! ¡Lo siento!
Ser en la
comprensión.
Ser en el
abandono.
Ser en la
completa conexión
con lo
que realmente Soy.
Y es
entonces cuando siento la ingravidez.
Nada
pesa, ni mi cuerpo.
Nada me
retiene, me veo libre, ligera.
Vuelo con
el viento y me lleva donde él quiere.
Así paso
los días, sencillamente… pero desapegada…
Etérea.
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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
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