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9/12/09

Aminetu Haidar

Aminetu Haidar apareció recientemente en este Blog, concretamente el pasado 30 de noviembre, como una de las personas incluidas en el libro 1325 mujeres tejiendo la paz. Y mucho antes de su actual huelga de hambre ya era un símbolo tanto de la dignidad y de la capacidad de lucha de las mujeres saharauis como la tenacidad de un pueblo pacífico y solidario.

Desde hace 25 días lleva a cabo una huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote (España) ante la negativa del gobierno marroquí de que vuelva con su gente y con su familia.

Llamada urgente a la conciencia de la humanidad

Reproduzco a continuación la carta que han escrito sus dos hijos al enterarse de la decisión de su madre de rechazar cualquier tratamiento médico:

El Aaiún, 7 de diciembre de 2009

Llamada urgente a la conciencia de la Humanidad

En mi nombre, Hayat El Kassimi, hija de Aminetu Haidar y con 15 años de edad y en nombre de mi hermano Mohamed El Kassimi de 13 años, lanzo una llamada urgente a todos los niños del mundo entero para que nos apoyen y, al mismo tiempo, lanzo otra llamada a todas las madres para que apoyen a nuestra madre, una madre que sostienen a sus dos hijos y que se encuentra en huelga de hambre desde hace 22 días para que ella pueda volver a nuestro lado y vivamos juntos de forma estable.

Es doloroso para mí y mi hermano recibir hoy la mala noticia de que nuestra querida madre ha tomado la decisión de dejar de tomar sus medicamentos, es peligroso para ella.

Ayuden a nuestra querida mamá, eviten la tragedia que va a repercutir negativamente sobre nuestra situación psíquica y psicológiamente.

¡Queremos que vuelva nuestra mamá!

Hayat El Kassimi y Mohamed El Kassimi

Un pueblo masacrado con la complicidad de España

Como nos recuerda Inés Miranda, abogada de Aminetu Haidar (en un artículo publicado junto con Javier Galparsoro, presidente de la Comisión Española de Ayuda al Redugiado (CEAR)-Euskadi, y Mauricio Valiente, coordinador del servicio jurídico de CEAR), el pueblo saharaui fue traicionado por la dictadura franquista, que el 14 de noviembre de 1975, tras la invasión militar marroquí del Sáhara occidental, cedió la administración de este territorio a Mauritania y Marruecos. Hacía sólo un mes que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya había rechazado las pretensiones anexionistas de Nuakchot y Rabat y reafirmado que, en virtud de la Resolución 1.514 (XV) de 1960 de las Naciones Unidas, el pueblo saharaui tenía derecho a la autodeterminación.

En 1976 empezó la guerra entre el Frente Polisario y Marruecos. La brutal violencia desplegada por el régimen de Hassan II, con bombardeos de napalm sobre los civiles, desplazó a una gran parte de la población saharaui hacia los actuales campamentos de refugiados en el desierto de Tinduf, en la Hamada argelina. El 6 de septiembre de 1991 se produjo el alto el fuego y ambas partes aceptaron la propuesta de Naciones Unidas de celebrar el referéndum de autodeterminación el 26 de enero de 1992. Pero durante años Rabat ha maniobrado con éxito para posponer una y otra vez esta consulta a través de la farragosa discusión sobre la composición del censo y en la última década ha planteado opciones alternativas que se apartan de la legalidad internacional y han sido rechazadas por Naciones Unidas. Mientras tanto, Marruecos y varias empresas extranjeras (entre ellas algunas españolas) expolian los valiosos recursos naturales de este territorio, como el fosfato, el petróleo, el gas natural, el hierro, el uranio o la pesca que ofrece sus 1.600 kilómetros de litoral.

En todo este tiempo la política de los sucesivos gobiernos de la España democrática se asemeja demasiado a la traición de la dictadura franquista. Ninguno de ellos ha asumido el papel de “potencia descolonizadora” que nos otorga la legalidad internacional sobre la antigua provincia, al contrario, han privilegiado las relaciones con Marruecos: inicialmente, por los acuerdos de pesca y hoy por el papel de gendarme de Rabat en la contención de las migraciones y por la protección de las importantes inversiones de las empresas españolas.

“El Gobierno de Zapatero cierra los ojos ante el sufrimiento del pueblo saharaui. Con su silencio tolera las violaciones de los derechos humanos y permite que nos masacren”, señaló en mayo de 2006, en Madrid, Aminetu Haidar cuando recibió el V Premio Juan María Bandrés de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. Tres años después, la represión marroquí prosigue en los territorios ocupados del Sáhara Occidental. Y casi un cuarto de millón de refugiados continúa resistiendo ejemplarmente en la Hamada, aguardando una solución justa, acorde con la legalidad internacional, que permita el retorno a su territorio originario.

Una vida heróica

Aminetu conoce muy bien todo esto. Fue detenida por primera vez en 1987, cuando tenía 20 años, por participar en una manifestación contra la ocupación cuando una comisión de la ONU visitaba el Sáhara Occidental. Desaparecida y torturada durante casi cuatro años (tiempo en el que permaneció con los ojos vendados, atada de pies y manos, en condiciones infrahumanas de alimentación e higiene), y a pesar de sufrir posteriormente otras detenciones y vejaciones por parte de las autoridades marroquíes, no ha cesado de luchar por el derecho a la autodeterminación de su pueblo.

En mayo de 2005, participó en las manifestaciones pacíficas para denunciar el agravamiento de la represión, fue apaleada y torturada por la policía y conducida a prisión. El 13 de diciembre de aquel año un tribunal marroquí la condenó a siete meses de presidio y a trece compañeros a penas de hasta tres años en unos procesos irregulares según los observadores internacionales, entre ellos una comisión del Consejo General de la Abogacía Española.

En aquellos días, desde la Cárcel Negra de El Aaiún (construida por el colonialismo español) dijo al mundo: “Es un milagro que siga con vida, porque soy una mujer agotada físicamente por tantos años de desaparición y encarcelamiento, tanta tortura y tantas vejaciones. Pero aquí estoy y seguiré luchando con todas mis fuerzas, sabiendo que estáis allí luchando por nosotros. Estoy tan segura de vosotros como lo estoy del mar que me espera a 25 kilómetros, tan segura como lo estoy de que esos niños saharauis refugiados en Argelia volverán a su tierra liberada. Estoy tan segura de vosotros como lo estoy de la mirada cariñosa de mis dos hijos, Mohamed y Hayat, a quienes añoro tanto…”.

Hoy, en el aeropuerto de Lanzarote, Aminetu Haidar exige con su huelga de hambre desde el 14 de noviembre su derecho a regresar al Sáhara Occidental para reencontrarse con sus hijos y seguir la lucha junto con su pueblo, un pueblo abrazado por la solidaridad de miles de ciudadanos de España -que cada verano acogen a sus hijos y que estos días se movilizan en su apoyo-, pero también un pueblo maltratado por nuestro Gobierno, que contemporiza con el régimen represor de Rabat e ignora el papel que la legalidad internacional le impone: defender el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.

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