Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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20/7/21

Memorias de un descarnado (22-29) Por Deéelij


Décimo cuarta jornada. 14:22 horas. Complejo aeronáutico de Nairda

     -   ¿Cuál es tu opinión? – preguntó Pitt.

     -     No sabría decir exactamente, aunque todo apunta al destructor.

     Ambos estaban barajando posibilidades sobre el problema que acució a Jano a cuatrocientos mil pies de altura. Permanecían en la entrada de la habitación doscientos siete con la puerta abierta. Las evoluciones del enfermo no perdían detalle a los ojos examinadores de Pal.

     El aparato seguía sin aparecer y la búsqueda del mismo había cesado. Era un suceso inexplicable, pero no emplearían más recursos logísticos ni personales en algo que tendría que asumirse, aunque fuera la primera vez que ocurría. De igual modo dio una orden concreta al departamento de ingeniería: elaborar un nuevo sistema de rastreo y localización novedoso que solventara en el futuro circunstancias similares. Aquello no debía haber pasado ni debería volver a suceder, pues los de arriba no se lo habían tomado a broma.

     -     Creo que este chico tropezó con el monstruo personal que le rompe por completo las normas del vuelo. El gran destructor ha salido de su guarida – terminó cariacontecido.

    El experto instructor era un excelente conocedor de las tremendas limitaciones que ese ogro espeluznante podía mostrar. Un enemigo fiero y temido por muchos; difícil de aniquilar; duro de combatir; con garras sólidas que atenazaban, sin perforar, el más potente de los blindajes: el Amor.

     -     Pal continuó tras la breve reflexión – ¿Le hablaste de él en algún momento?

     -     Estoy segura Pitt. Nunca me olvido de ello. Quizá tendría que haber puesto más énfasis e hincapié, haber sido más directa y menos sutil, pero estoy absolutamente segura de haberlo mencionado.

     -    No importa. Lo hicieras como lo hicieras, no lo captaría. Él tenía que enfrentarse a su escollo en algún momento, y ese momento ha llegado.

     -      ¿Te encargas tú del destructor?

     -      Déjalo de mi cuenta querida; al parecer es mi especialidad. Tenme al corriente de su evolución.

     Un par de besos en sendas mejillas formó la despedida. Pitt marchó con paso lento, enfundado en su mono de vuelo color naranja, hasta el final del largo pasillo, donde desapareció. Pal cerró la puerta. Dispuso la bandeja del almuerzo con cuidado de no producir ruido alguno; comería y aprovecharía para descansar un rato.

     Décimo quinta jornada. 02:16 horas. Complejo aeronáutico de Nairda.                                 

    Después de haberse sumido en el profundo y reparador sueño, resurgía del letargo impuesto por los millones de células que reclamaron el tiempo suficiente para una adecuada, laboriosa e inmediata regeneración.

     Pal tumbada, yacía a dos metros de distancia. Eso le reportó más tranquilidad, confianza y serenidad. Todo lo que por el momento creía necesitar.

     -     ¿Pal? – advirtió en un mejorado tono sin agudeza –. ¿Estás despierta?

     -      Reposaba – contestó incorporándose – ¿Necesitas algo?

     La miró de soslayo, con los ánimos suficientes para ofrecer su mano izquierda reclamando el apoyo. Ella la cogió en su regazo al acomodarse en una silla de patas niqueladas con asiento y respaldos tapizados en algún material brillante de color negro, al tiempo que tocaba un interruptor de color verde que no estaba al alcance del paciente.

     -       Pal, ya sé qué pasó – decía con la voz entrecortada – Pensé que no lo conseguiría. Eso fue lo que paso. Negué con mi pensamiento el propósito del vuelo. Al llegar a la cota de los cuatrocientos mil pensé que pasar entrañaba peligro; que no encontraría aire para la combustión. Por eso se paró el motor. Fallé en la primera regla. Creo que tendré que empezar de nuevo todo el proceso – concluyó rebosando un par de lágrimas procedentes de la desesperación.

     -     No Jano, no creo que fuera eso exactamente. Pero no es el momento de ello, necesitas reposo y descanso. No te anules con esas divagaciones. Intenta dormir algo más. ¿Tienes hambre?

     -       Sed.    

     Alcanzó un vaso ya preparado con un absorbedor hasta sus labios de forma que no tuviera que incorporar la cabeza. Aspiró con dificultad. Lo hizo por un espacio de varios minutos, hasta casi dejar vacío el recipiente.

     Pitt entró en la doscientos siete, despacio, sonriente.

     -      ¿Cómo está nuestro muchacho?

     -       Intentando recriminarse el accidente.

     -    Bien Jano. Sea lo que imagines o pienses que ha ocurrido, has de dejarlo para más adelante. Mañana, según el doctor, el efecto de los calmantes habrá cesado. Entonces, tu raciocinio estará en buenas condiciones para ejercer – informaba procurando ser entendido, mientras le hablaba de cerca desde el otro lado de la cama, asiéndole suavemente del hombro.

     -      Pitt siento lo del avión…

     -       El 104 no es lo importante en estos momentos – cortó drásticamente –. Jano, escúchame con toda la atención que te sea posible. Necesitas seguir descansando. Mañana podremos hablar de cualquier cuestión. ¿Entiendes?

     Movió ligeramente la cabeza confirmando la solicitud realizada. Pal, con un pañuelo de papel, limpió con sutileza el reguero brotado de los lacrimales de su ex alumno. Los tres permanecieron durante breves instantes en silencio. Jano volvió a cerrar sus ojos. No dormía en esta ocasión. Reposaba pensando las palabras escuchadas. Procuró, dentro de lo que su estado le permitía, localizar la suficiente cordura para cotejar acertadamente el discurso de Pitt. Sabía que él nunca decía nada sin sentido. Decidió creerle.

     Una enfermera entró, acompañada de una jeringuilla con veinte mililitros de un relajante muscular, solicitando dejaran la habitación libre unos instantes. La introdujo en el gotero, regulando la cantidad del suero que debería entrar en los vasos sanguíneos a través de la vía instalada en su brazo derecho. Aumentó la dosis. Inmediatamente Jano recibió el efecto. Dejó de analizar procurando un nuevo reposo a todo su magullado cuerpo. Acto seguido le descubrió procediendo a untar la crema recetada para las magulladuras. Observó que el tejido recuperaba con rapidez su textura. Las células estaban realizando un trabajo de reconstrucción formidable. Anotó los detalles en el informe colgado al pie de la cama y se retiró.

     -     Al menos dormirá otras doce o dieciséis horas, como mínimo – informó la chica de impecable uniforme blanco . Mañana, por el aspecto que evidencia sus heridas, puedo asegurar que estará en muy buen estado. Será mejor que le dejéis reposar – culminó partiendo hacia la habitación siguiente.

     -      Gracias Nunsi. Si hubiera alguna novedad infórmanos inmediatamente.

     -      Así se hará, como siempre. Descuida, Pitt. Buenas noches.

     Pal monitorizó la cámara de vigilancia para que en el recibidor de enfermería pudieran controlar sus movimientos, al igual que hacían con el resto de sus constantes vitales. Abandonó las instalaciones reiterando el interés por los resultados de cualquier evolución al personal sanitario de vigilancia. Luego marchó junto a Pitt. Les esperaban en el hangar cincuenta y cuatro.

     A su llegada, Susué, el jefe de ingenieros de diseños y seguridad en vuelo, los recibió adjuntándoles en mano el informe.

     Eran evidentes los resultados tras los análisis realizados al uniforme de vuelo de Jano en el momento del accidente. Las distintas capas de sudor que impregnaron el tejido mostraban, rotundamente, la aparición del destructor. La escala mostrada por el gráfico no reportaba el mínimo error. Las dudas habían desaparecido, si quedaba alguna. Pitt preguntó sobre el resultado en los anteriores análisis realizados, tanto en los asientos de las cabinas donde Jano había volado, como en el resto de uniformes usados. Susué, un hombre avezado en su profesión manifestó, con claridad rotunda, que en ningún instante hubo atisbos del mismo. El procedimiento no había detectado con anterioridad al destructor, excepto el aporte de una insignificante muestra escaneada en el asiento del Starfigther el día en que sufrió la parada de motor en el aterrizaje sobre Ís. Pero los datos mostrados no podían definirse exactamente como señales evidentes de la aparición del destructor, aunque sí tenía ciertas similitudes. No obstante, aquello estaba dentro del margen adecuado de los protocolos de seguridad establecidos como algo irrelevante. Por tanto, no informó de tal hecho. Pitt aceptó las circunstancias mostrando reticencias, e insinuó que sería bueno revisar esos márgenes de seguridad ampliándolos. No quería que volviera a repetirse una circunstancia similar. A partir de aquel momento, toda muestra del destructor, por irrelevante que fuese, o por insignificante que pudiera parecer, debería ser reportada a la mayor brevedad posible. Sin demoras.

     -     Bien, Pal – dijo Pitt –, mañana en cuanto Jano se levante empezaré con él. Imagino que tendrá que permanecer varios días ingresado, pero el destructor ha de ser atacado y aniquilado antes de que salga de la enfermería. Te necesitaré en algún momento. Procura estar disponible, quiero concluir este caso cuanto antes. Nos hemos tropezado con uno de los peores.

     -     ¡¿Qué vas a decirme, si el mío era similar?!

     -     No querida, éste es aún peor; lo digo por experiencia. Quien no ha experimentado al destructor en su más alta faceta y cota, no conoce el peor de los inconvenientes para el vuelo – manifestó contundentemente –. Lo tuyo era sentimental, difícil evidentemente, pero reparable con grandes dosis de Amor y afecto. Esto es distinto. Esto es la negación de lo esencial, y ello, créeme, es lo peor que podría experimentar cualquier Ser que Existe. Es justamente, como bien deberías saber aún sin haberlo experimentado en tus carnes, como a él le ha podido suceder, la negación de la realidad, el tormento de la imposibilidad, la esencia de la inexistencia, el furor de la oposición a la verdad. Creer en el monstruo es creer en la imposibilidad; es simplemente no creer, no saber, no poder, no volar, no Ser.

     Pal, quedó sumida en una profunda reflexión ante las palabras contundentes del sabio instructor. Tenía mucha razón. Debería tenerla para haber hablado con tal contundencia. Y quizá, ella nunca prestó la suficiente atención a tal circunstancia. Reflexionó tomando una decisión inmediata: documentarse al respecto sería el mejor apoyo que podría ofrecer a la petición de ayuda de su jefe, y al avance definitivo del que parecía ser, aún, su alumno; aunque él, ya hubiese aprendido las normas vitales del vuelo, las que le conducirían a la felicidad, a alcanzar el culmen de sus propósitos.

Posdata:

En el artículo del día 1 de diciembre (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional:  terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es

 

Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com

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