Suele ser muy habitual observar cómo personas que tienen una debilidad en su carácter, utilizan la fuerza externa para ocultarla.
Detrás de multitud de personas que se musculan en exceso, de
personas que se rodean de personas sumisas y de personas que eligen la
opulencia, se esconde una necesidad interna de no mostrar su debilidad.
Esto, en la decoración, también se observa; personas que eligen
mobiliario con colores y volúmenes muy contrastados, decoración exagerada o
copian aquello que a otros impresionará, demuestra, también, la necesidad de
cubrir una carencia interior que sólo logra alivio ante la admiración de los
demás.
A nivel vital, las carencias y la debilidad también se observan con
facilidad. Aquellas personas que eligen una posición fuerte pese a la debilidad
del otro, sin importarle nada más que su bienestar, está reflejando una
tendencia a buscar fortaleza a costa de debilitar a los demás.
Cosa diferente ocurre con la fragilidad.
Las personas frágiles son, en muchas ocasiones, consideradas
débiles por compararlas o compararse, con la fragilidad material. Pero la
fragilidad interior tiene otros matices que, bien interpretados, ponen en valor
el poder real de ser frágil.
La fragilidad interior tiene mucho que ver con el nivel de
sensibilidad de la persona y, precisamente por su sensibilidad, su
vulnerabilidad está más latente y sencillas cosas pueden alterar su equilibrio
emocional. Es precisamente su valor para poner el corazón por delante de su
razón, lo que le otorga una lucidez y una vibración que, por su misma calidad
de servir, logra poner en evidencia la debilidad del fuerte frente al poder
interior y valentía del frágil.
Si eres de las personas que le cuesta gestionar la sensibilidad y
te reconoces como alguien que se esconde tras una imagen fuerte, te invito a
probar lo que se siente cuando logras reconocer tus debilidades y no te
avergüenzas de ellas mostrando tu aspecto vulnerable.
Si por el contrario, eres una de esas sutiles personas que te
reconoces como frágil y lo muestras con naturalidad, observa la cantidad de
fortaleza que tienes en tu interior y no la cedas al fuerte. El fuerte necesita
de tu miedo a ser valiente para que no se descubra su debilidad. Tú, mostrando
tu sensibilidad y el valor que das a la brújula de tu sentimiento, logras la
energía que necesitas para abrazar tus propias heridas y sanarlas sin necesidad
de que nadie te debilite por salvarte.
En el mundo interior, saberte frágil y disfrutarlo, es un paso muy
alto hacia un nivel más elevado de lucidez.
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
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