La blanca mariposica, tan graciosa ella, ya es libre para amar, ya ha cedido su voluntad a la de Dios y desea conscientemente unir su voluntad a la Suya.
Pero no sabe.
No sabe qué
hacer. Acostumbrada siempre al “yo puedo, yo valgo y yo sé”, que ahora, que
realmente desea con todas sus fuerzas cumplir Su voluntad, resulta que no sabe.
Ya no es suficiente aquello de las obras de misericordia, o dar limosna a los
pobres o no hacer daño a sabiendas o incluso, cumplir la legalidad.
Marta-María
intuye que hay algo más. Es lo del joven rico,
-Maestro,
además de todo lo que he cumplido, ¿me falta algo?
-Pues sí, deja
tu “yo puedo, yo valgo, yo sé” y déjate guiar por mí. Y que sepas que no vas a
tener dónde reclinar la cabeza.
-¿Y cómo puedo
hacer eso?
-Ama, como yo
te he amado y te amo…
Pero…,
El ocaso se
cierne sobre la nave y a proa se abalanza la negrura profunda de la noche en el
Océano. Y con la noche, sobreviene…
#1 La invasión divina o Séptima Morada
Lo que va a
suceder a partir de ahora es algo que a la mente y al alma, le podrá el mundo
del revés, tanto el exterior, controlado por la mente, como el interior, vivido
por el alma y tratado de comprender por una mente cada vez más incapaz para
comprender y aceptar.
Se trata de la
“Invasión divina del alma” o, dicho de otro modo, la manifestación total de
Dios en la vida de la persona (cuerpo, mente y alma) con todo el cortejo de
manifestaciones, tanto positivas como desagradables que describen los místicos
Teresa y Juan, principalmente.
La invasión
divina (esas experiencias que generan en el alma el deseo de unirse
definitivamente a Dios y que ello no es posible sin la muerte del yo), es la
causa que origina la Noche del Espíritu o el tránsito de las quintas a las
sextas moradas.
Esa revelación
divina al alma choca con su incapacidad e información ineptitud para
comprender. El torrente choca contra la roca y genera mucha espuma (confusión y
miedo).
En las moradas
previas Dios ha trabajado a la mente y a los sentidos y ésta ha colaborado de
buen grado. Se han subyugado las pasiones y mortificados los apetitos. Ha sido
la fase terrestre del Camino, que aún llena de dificultades y obstáculos, se
pudo completar.
Pero El Camino
de Santiago hasta Finisterre es sólo la noche del sentido. Ahora, en el mar, la
acción de Dios es directa, sin intervención de la mente.
Todas las
facultades quedan sometidas a la acción de Dios que llega a ellas desde las
profundidades del alma. no vienen de fuera, sino de lo más profundo. Así que la
gran sorpresa para el alma radica en que Dios, Jesús, siempre han habitado la
casa, nunca estuvo fuera. Por tanto, la idea original de que Jesús llamaba a la
puerta de la casa, y Marta le contestaba que no le podía atender porque estaba
ocupada mientras María estaba encerrada en la Torre de Doña Urraca era una
percepción ilusoria, porque Dios siempre ha habitado, justamente la Torre de
Doña Urraca, donde creía María estar encerrada. Y lo estaba, pero estaba
dormida, drogada por una mente, una Marta que, también engañada por el entorno
a la casa (por el mundo y la educación recibida de sus congéneres), creía que
la casa y el barrio era “todo lo que existe” y, en esa creencia se montó su
propia “matriz virtual de la vida”. Se creó una postverdad a base de “noticias
falsas”, fakenews, elaboradas para justificar el cúmulo de habilidades y
responsabilidades hacia ese mundo material, un modelo de realidad que
justificaba su ego.
Descubrir esta
nueva realidad o, descubrir lo falso de la realidad en la que ha vivido María y
Marta, supone el mayor de los desengaños, que para Marta es el anuncio de su
progresiva evanescencia y para María en de su total liberación.
La resistencia
a la acción de Dios en este contexto es la causa fundamental del comienzo de
los sufrimientos de la noche pasiva del alma.
Puede que la
mente haya aceptado que tiene que ceder el mando a Dios. Pero una cosa es saber
que esto es así y otra cosa muy distinta es ser consciente de que esa cesión
del mando se está produciendo sin intervención propia, que todo depende de Dios
porque esta situación constituye el principio del fin de la existencia del yo.
En realidad,
la noche del espíritu es la frontal oposición de la mente a la acción divina.
Es algo visceral, no se puede entender ni se puede evitar. Es así y Dios lo
sabe. Así que lo único que le queda al alma es dejarse hacer.
En este
proceso, nuestros místicos advierten la intervención del demonio que no es otra
cosa que el incremento de la negatividad de la mente a dejarse orillar por la Divinidad.
Hablar del
demonio como un tercero interpuesto entre Dios y el alma o admitir que
constituye la fuerza centrífuga que de modo natural fuerza u obliga a la
persona a prevalecer su yo, su ego, distorsionando una realidad divina
enturbiada por los deseos y apegos que le otorgan carta de identidad, a efectos
finales es básicamente lo mismo. Porque el demonio (eliminando las pinturas
barrocas sobre el tema), domina la mente y la voluntad de la persona y se
encarga de mantener al alma adormecida y a Dios ocultos en la Torre de Doña
Urraca, que en realidad es la séptima morada del castillo interior.
#2.- La ineptitud del alma a
lo divino
Este comienzo
de la Noche es lo que es San Juan de la Cruz denomina la ineptitud del alma a
lo divino es decir la incapacidad de adaptarse o de ceder el mando a Dios.
La mente,
Marta ya no tiene que hacer, aunque gastará sus últimos coletazos para
defenderse, pero ahora le toca a María también ceder explícitamente el mando a
Dios.
La noche del
sentido es amarga para la mente (para Marta), pero la noche del espíritu es
dramática para el alma (para María). A fin de cuentas, ambas, Marta y María han
vivido juntas toda la vida y necesariamente han interactuado
#3.- El drama interior
Teresa
describe el drama del alma con dos tipos de sufrimiento, los interiores y los
exteriores que, San Juan de la Cruz describe en la poesía de la Noche oscura,
un abismo de sufrimiento inefable provocado por el súbito destello de la luz de
Dios que cubre de tinieblas el todavía débil espíritu, el rayo de tiniebla de
San Dionisio.
Esta situación
pone en evidencia que la luz no puede convivir con la tiniebla, por esta
antagónica e imposible situación, el alma lucha y sufre. Porque se ve
extremadamente alejada de Dios.
¿Por qué me haces opuesto a mí?
¿Por qué me lastras sin piedad?
Es casi la
lucha de materia- anti materia, que provoca la extinción de ambas fuerzas.
Angustia de
vacío.
Miedo a la
soledad y oscuridad.
La nada del
silencio absoluto.
El Océano
torna absolutamente oscuro.
La mar
comienza a rizarse y la fuerza del viento se torna amenazadora.
La nave
cabecea y balancea de modo peligroso.
Ha comenzado
la tormenta.
Comienza la
fase final de la evanescencia del leño bajo los efectos de la llama de amor
viva.
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
(S. Juan de la Cruz, Llama de amor viva)
El recuerdo de
los días y épocas felices, en los que Marta y María caminaban alegres por el
Camino en compañía de Jesús y el consuelo no era tan escaso, agudizan ahora el
dolor y el sufrimiento. San Juan recurre a Job y Jeremías para describir estos
sufrimientos. (Job 16, 13-17 y Lam 3, 1-20)
El alma se
queja a Dios y le acusa de todos los males.
“¿Por qué me has abandonado?”
Se queja de
ser sometida al fuego en el crisol de la vida.
Incluso Dios
admite la propia confusión del alma. Por eso la mente y el alma, si es que aún
existe algo que las diferencie, se sienten traicionadas.
El único
objetivo de esta durísima acción de Dios es cegar absolutamente, no sólo a la
mente (no puede razonar), sino el alma (no puede confiar). No pueden hacer
nada.
#4.- El drama exterior
La vida
espiritual la persona la vive de dos formas distintas pero íntimamente
relacionadas. La interior que en esencia es la vida de oración, que pasa por
las cuatro fases que indica Teresa de Jesús, oración verbal, mental, de
recogimiento y de quietud o contemplativa y la exterior, que es la relación de
amor y misericordia con los demás, con los semejantes, próximos y lejanos. En
la interior la actitud es “dejarse amar por Dios”, cederle el mando de la vida
y la exterior es amar a los demás como Dios le ama. Y en estas manifestaciones
exteriores de amor y misericordia, también importa la actitud y sensaciones del
cuerpo y de la mente, lo que obliga a abordar los Fenómenos psicológicos que
provoca la experiencia de la noche oscura en el organismo y en la propia mente,
lo que influye también en la relación con los demás, y en manifestaciones
tomadas por anómalas por los otros, tanto más cuanto se experimenten síntomas
que impresionen de trastorno o enfermedad corporal o mental.
Desde las
quintas moradas advierte Teresa de estos fenómenos. Raptos y arrobamientos.
Agitación, frenesí que perciben los demás.
La parálisis
de los sentidos por la acción directa de Dios, genera un sentimiento de
impotencia. Ya no es posible meditar o conceptualizar. La mente casi que no
acierta a abordar los negocios cotidianos. Lagunas de memoria. Pérdida de la
consciencia temporal.
La Oración se
hace imposible. Olvido de lo que acaba de hacer.
La acción directa
de Dios en el ser se propaga como ondas de un estanque hasta la orilla, la
superficie, el soma, lo biológico, la mente cerebro y todo un cortejo
sintomático que pueden ser vistos como patológicos.
Estos efectos
son según San Juan, consecuencia de la debilidad de todo el ser al recibir la
luz de Dios, por su torpeza e impureza aún.
La Medicina,
en especial la Neurología y la Psiquiatría son esenciales, en coordinación con
un experto director espiritual.
El médico
conocedor de estos sucesos, si sospecha que está ante los efectos de la acción
de Dios, habiendo descartado previamente patologías de base orgánica y
psiquiátrica, no debe suprimir el dolor sino ayudar a superarlo y soportarlo.
En este estado
de sexta morada (o noche pasiva del espíritu), Dios ha elegido al alma y la
quiere para sí. Así explicado, parece una posesión (divina en vez de
demoniaca), pero los efectos aparentes se parecen. La diferencia está en que
aquí el alma es recuperada a su estado original, porque siempre ha sido de
naturaleza divina; en el segundo caso, el alma se hunde en una distopía,
expresión viva de lo que nunca ha sido ni será.
En cualquier
caso, la vivencia subjetiva del alma es que se siente alejada de Dios y
criticada, drogada, tachada de perturbada mental o discapacitada y, siempre
juzgada como comportamiento patológico.
#4.- ¡Corten!
¡Corten!
… Dice el director de la
peli cuando considera que la escena ha concluido. Ya es suficiente. Pueden
descansar, le dice al equipo de rodaje.
¿Pero, no estábamos en
medio del proceloso Océano luchando contra la gran tormenta, en medio de la
invasión divina del alma?
¿Pero, no estábamos, Señor,
en la cumbre del Monte Tabor, encantados todos de la vida y te propusimos que
hiciéramos tres tiendas?
Así que, en medio de los
arrobamientos espirituales y de las inimaginables escenas de la pobre barquilla
navegando a la deriva del viento por la Mar océana, va el director de la peli y
dice ¡¿Corten?!
Entonces, todo el guion de
la peli, lo del Camino de Santiago, lo de llegar a Finisterre y lo de embarcar
en esa barca sin remos y sin timón pero con velas, ¿es falso?
A ver, si te lo puedo
explicar, aquerido amigo.
Como te referí en la
entrega cuarta “Una historia de amor”, la Biblia NO ES una teología para
el hombre, sino una antropología para Dios, es decir, un “a ver cómo le
explico yo a estos, de qué va esto del Reino de los Cielos, para que me
entiendan”.
Y en la entrega “10.-
Camino de Santiago”, también hice referencia a cómo Alan Watts, el conocido
autor de muchos libros sobre sabiduría oriental, entre ellos, “El camino del
Tao”, decía que para nosotros, los occidentales, es muy difícil describir
los estados del alma sin tener que acudir a símiles físicos, tales como el
camino, la luz, la oscuridad, la fatiga, la desorientación física, el dilema
entre qué camino escoger, etc… Es decir, la experiencia espiritual necesita de
una explicación física para que más o menos, el oyente o el lector se la pueda
imaginar. No parece que sea necesario esto en Chino, dado que posee ideogramas
espirituales, que describen por sí mismo esas percepciones y experiencias sin
tener que acudir a los ideogramas que describen el mundo físico. También es
verdad que ideogramas chinos, los hay para aburrir, unos 7.000, parece ser, con
lo cual no tienen problemas para utilizarlos y combinarlos como les de la gana.
Quiero decir con esto que
cualquier representación física de una vivencia espiritual, en Occidente,
necesita de un símil físico para, más o menos, el doctrino lo pueda entender.
Es lo que han hecho los místicos al describir la vida espiritual, que si un
“camino de perfección”, que si un conocer un castillo, o la subida a un monte,
es decir, comparar la vida espiritual con una experiencia física. Hasta el
suceso sobrevenido en Pentecostés, lo describe San Lucas en “Los hechos de los
apóstoles”, como la entrada de un viento huracanado en la estancia donde
estaban la Madre y los apóstoles, y la llegada y pose sobre sus cabezas de una
llama y, etc., etc. Es decir, una descripción física de un suceso profundamente
espiritual.
Y cuando en mi narración de
la navegación de la barca a punto de zozobrar estaba en lo más interesante…
¡corten! Dice el director.
Cuando los tres estaban
extasiados viendo a Jesús, Moisés y Elías en la más fascinante de las
transfiguraciones, ¡corten! Dice Jesús.
Cuando en el libro de las
Moradas, estaba Teresa describiendo las alucinantes moradas sextas, con todo el
despliegue de alucinantes arrebatos místicos, cogen las narraciones y dicen
¡corten! Se acabó la vaina. Y nos quedamos sin saber cómo termina la peli, con
lo interesante que estaba.
Y Jesús les dice a los tres
(Pedro, Santiago y Juan), “vamos chicos, bajemos, que queda mucho curro
todavía”
Y Teresa, al describir las
moradas séptimas, dice,
“[13] No
queramos ir por caminos no andados, que nos perderemos. Marta y María han de caminar juntas para hospedar al Señor y
tenerle siempre consigo ¿Cómo le daría de comer María a Jesús si Marta no
preparara la comida?”
Es decir, cuando estamos en
el clímax de la historia, la propia historia se desvanece, queda como una
ensoñación, la mente despierta, Marta despierta ¿dónde...?
¡Pues en su puñetera casa!
¿dónde va a ser?
#5.- ¡Es la vida, estúpido!
¡De su casa no han salido!
¿Entonces, el Camino de
Santiago, Finisterre, el Océano?
Todo es una simple
parábola, como las de Jesús que diría, “el
Reino de los Cielos es como un largo Camino a Santiago que luego continúa hasta
Finisterre” y etc., etc.
¿Todo ha sido un sueño?
Sí y no. Ha sido una
ensoñación espiritual, que ha transformado completamente toda la vida de la
persona.
Al despertar, Marta y
María, resulta que ya no existen separadas, sino que son una sola entidad,
Marta y María han aprendido a caminar juntas.
Y juntas, son una con el
Océano.
¡Es la vida, estúpido!, por
si no te habías dado cuenta.
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Autor: José
Alfonso Delgado
Nota: La
publicación de las diferentes entregas de La Física de la
Espiritualidad
se
realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.
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