Ese fue un instante único. Un aullido vociferante procedente de alguna
parte de su entendimiento hizo saltar las alarmas. ¡Lo había captado! Ahora
comprendía. Sí, estaba en lo cierto, se repetía machaconamente. El resultado
era evidente: si pienso en Amor, todo lo
que consigo es, de igual modo, Amor. Sólo he de hacer eso: fijar el Amor como
pensamiento. Es la pescadilla que se
muerde la cola; por eso Todo es Amor. Por fin lo entendió. Estaba
pletórico, no sólo por conseguir la cognición, sino lo más importante a su
juicio, haber descifrado el código auténtico que permite volar sin límites; ser
tan feliz como tan altas sean las cotas que se quiera. El puzle se concluía. Estaba
seguro de ello. Eso debería ser volar sin alas, aunque sería algo a confirmar
más adelante con quien siguiera supervisando su instrucción
El ascenso perduraba sin descanso, a la perfección. Nadar entre
corrientes se transformaba en una adivinanza rápida, al igual que el deslizarse
entre lianas dentro de una espesa y fructífera selva fulgente.
- VZ, aquí Líder Azul, pasaremos
por su amura de babor en un ascenso con suficiente margen de seguridad.
- Entendido Líder Azul.
Los siete F-4 describieron una fabulosa figura en su derrota. Aquel
equipo de vuelo acrobático seguía sorprendiéndole con entusiasmo. Le encantaría
formar parte del mismo. La ejecución de cualquier pirueta jamás imaginada en la
mente podía ser ejecutaba con precisión, elegancia, prontitud y perfección. No
sabía qué nombre le darían al conjunto de cabriolas y maniobras que, sin
aparente esfuerzo, ofrecían sin pudor o recato a su deleite.
Tan ensimismado estuvo en la contemplación de las evoluciones que
realizaron con todo lujo de detalle a babor y a estribor de su posición, como
si de un espectáculo circense se tratara, que le sorprendió de nuevo el pitido
de aviso prefijado. Había llegado a los nueve mil sin apenas esfuerzos, sin
darse cuenta. Estaba allí como hacía un momento parecía estar despegando. Giró
el VZ a la izquierda buscando la localización de Ís. Según los cálculos
establecidos, si no estaba en la vertical, estaría muy próximo. Hubo de hacer
un nuevo giro más inclinado con el riesgo de perder altura, pero era vital
encontrarlo. El sol anunciaba su despedida con rapidez, con la misma que lo
hicieron, al parecer, los Phantom hacia escasos segundos, tras gimotear, danzar
y, desde luego, volar majestuosamente a su alrededor.
Terminado el giro sin localizar su destino, templó los nervios. Pensó en
sus cavilaciones; pensó que Ís estaría ahí; pensó en lo mejor para él; pensó
que lo mejor era el Amor, y que eso debería encumbrar cada instante continuo de
su existencia. No tenía, por tanto, que perder el control. Giró a derecha con
la intención de realizar un giro de trescientos sesenta grados para escrutar
todo el alrededor, pero no fue necesario: Ís apareció allí abajo. A esa altura
asemejaba el movimiento interno de una rueda de rodamientos con el espectáculo
que percibía. La maniobra que podía perfilar de los siete F-4, simplemente era
la más increíble que jamás hubiese imaginado. Los Phantom giraban con una
inclinación de casi ochenta grados alrededor de Ís; le daban vueltas dentro de la
hondonada que lo contenía. Asombroso, se dijo, aunque palabras no le quedaron
cuando, al unísono, aquellos magníficos siete jinetes salieron todos a una y en
distintas direcciones formando un intervalo de espacio entre cada uno de ellos
exacta, reflejando una figura esbelta; el parecido era similar al del rebote de
una gota de agua contra un mar sereno y apaciguado.
Inclinó el morro del VZ apuntando al centro de su destino.
- VZ a Líder Azul, en descenso
desde nueve mil por el este para aterrizaje sobre Ís.
- VZ, dejamos espacio aéreo
despejado.
- Líder Azul, transmita mis
felicitaciones a su equipo; ¡la exhibición ha sido increíble! Gracias.
- A usted VZ. Considérelo en
su honor.
- Gracias. Ha sido un placer
Las luces del panel de control se encendieron automáticamente al
detectar el contraste con la escasa iluminación exterior, proceso al que no
estaba acostumbrado, y del que nadie le advirtió. De igual modo, la pista uno
cuatro se perfiló de múltiples aparentes adornos azules a ambos lados.
Aparato,
piloto y asfalto se unieron en un beso perfecto, dulce y sedoso en el
aterrizaje más armónico realizado hasta el presente.
La que consideraba su cabaña y refugio personal, prodigaba a su entender
y desde su posición exterior, una acogedora iluminación. Mayor asombro
constituyó el tacto percibido al bajar del planeador. No acertaba a creer lo
que sentía bajo las suelas de sus botas: césped; césped húmedo y confortable.
Una fina, aunque espesa y dura hierba había sustituido al empecinado polvo al
que estaba acostumbrado. Conforme avanzaba camino de la choza, comprendió que
un jardín fructífero de multitud de especies, igualmente, había sido instalado.
Por un momento aquello le pareció asombroso. Aunque a estas alturas nada debía extrañarle en este maravilloso mundo
donde Todo es Amor.
Pitt esperaba, risueño su entrada, y, por supuesto, los posibles
comentarios. La mesa estaba puesta con exquisitez. Un rico olor a carne asada
con frambuesas, nueces y algún otro condimento que no acertó a descubrir,
diseñaban un ambiente entrañable, casi romántico.
- Sólo faltan las velas, Pitt.
¿Acaso piensas flirtear conmigo?
- ¿Eso es todo lo que se te
ocurre mencionar? – espetó con una carcajada estruendosa.
Jano se contagió de su expresión al mismo tiempo que tomaba asiento
desplomándose sin fuerzas. Algo en la breve conversación le produjo la pérdida
momentánea de sus recursos energéticos para mantenerlo en pie.
Él
no podía percibirlo aún, pero el cúmulo de absorción de ideas del día, junto a
las experiencias vividas, le tenía en una nube de magnificación. La plasmación
de todas las normas de vuelo le hacía sentirse eufórico, pleno, vivaz, y por
primera vez, muy libre de ataduras y lastres. Se sabía Dios de Sí mismo.
- Realmente, Pitt – decía Jano
intentando controlar su risa –, no esperaba encontrar nada de todo esto; pero
si a ello le sumo que, es la primera vez que un hombre me prepara la cena
ofreciendo un recibimiento tan cálido… pues, me parece muy chistoso.
- He de reconocer que a mí
también me ocurrió lo mismo la primera vez que me pasó –confesaba Pitt
sirviendo una copa de vino –, pero fue porque nunca pensé que me merecía tal
trato. Así que vete acostumbrado a que
todo en tu vida sea como tú quieres que sea, o creas merecerlo. ¿Entendido?
- ¿Entendido? Además, observo
que no dejas pasar una para dar puntada sobre ojal.
- En eso tienes mucha razón. Ya
sabes, defecto profesional, pero…
La frase quedó interrumpida por el
estruendo precipitado de la pasada fulminante de un reactor.
- ¡Eso es un Phantom, Pitt! –
reconoció sin dudar –. ¿Qué hace a estas horas por aquí?
- Pues eso mismo es lo que
quería decirte cuando nos ha interrumpido – contestaba al levantarse con
premura –. Hay que encender las luces de la pista, va a aterrizar.
Desde algo más allá del porche, Jefe de Instrucción y alumno, seguían
con sus miradas la estela fumígena luminosa que, en su evolución, el F-4
marcaba sobre la negra densidad buscando afrontar la uno cuatro.
- Te decía – prosiguió Pitt –
que es defecto profesional propio, el estar continuamente hablando de lo que
más me gusta, pero que esta noche la clase continúa, aunque no conmigo. Así que
más vale que busques o crees,
hazlo como quieras, unas velas y las enciendas. Tienes invitada. Espero que
sepas comportarte como ayer no lo hiciste. ¿De acuerdo?
No encontró respuesta. Jano había desaparecido. El anuncio de una cena
romántica con su, posiblemente de nuevo, instructora le sacó de su relajación y
sosiego, provocando una agitación desmedida e impropia en él. ¿Cuándo,
anteriormente, se había insuflado tanto por la aparición de una mujer?
Simplemente, no había registro almacenado en su memoria que pudiera contrastar
tal situación.
A
su vuelta, tras preparar precipitadamente el resto de lo que esperaba, podría
dar un entorno más entrañable e íntimo; Pal, aún, no había concluido el
estacionamiento.
- Pitt, ¿Realmente Pal vuelve
a ser mi instructora?
- ¿Tú que piensas? Al parecer aprendes mejor con ella, que no
filosofando conmigo.
- Yo nunca he dicho tal cosa –
respondió un poco intranquilo ante una posible mal interpretación de la
conversación que mantuvo con Pal esa misma tarde.
- Tranquilo, lo sé. Pero ella
terminará de explicarte lo que queda de lección. Creo que es la más adecuada
para exponerte todo lo referente al Amor, no al amor. ¿Tú que piensas?
No dijo nada. No era necesario. Todo se sobreentendía, aunque Pitt,
viejo zorro, adivinó que Jano captó sólo parte del mensaje, justo la que
posiblemente no fuese capaz de digerir después de los postres.
Cenaron en franca alegría, comentando los avatares de la jornada,
desbordados de buen humor y cordialidad. Jano mostró especial interés por la
espectacularidad mostrada por la escuadrilla acrobática. Hizo hincapié en la
dificultad de los ejercicios que pudo contemplar con admiración, dada la
perfección y maniobrabilidad acrecentada por los que serían futuros
instructores. Pitt comentó el placer disfrutado al acondicionar Ís con multitud
de elementos que serían apreciados con sustancial claridad a la luz del nuevo
día. Ella fue receptiva a todos los comentarios y preguntas realizadas,
particularmente, las de su alumno; aunque estuvo especialmente cómplice con las
interpretaciones, algo sarcásticas y bromistas, de su jefe, que mostró un
carácter inusual y desconocido hasta el momento para Jano.
Transcurrida una hora y media, recogieron entre todos la mesa, dejando
en perfecto orden el habitáculo. Pitt regresaría con el Phantom, tenía trabajo
pendiente, como siempre hacía constar. La furgoneta quedaba agregada como
elemento necesario a lo que bautizó como el nuevo Complejo Aéreo de Ís, antes,
una insignificante pista de tierra, apenas usada. Significó la importancia de
dotarlo con un buen depósito de combustible, y un pequeño hangar donde dar
cabida a un camión cisterna, herramientas y materiales necesarios para la
atención a los aviones; debería tener espacio suficiente para almacenar a un
par de aviones de tipo medio. El aspecto exterior desvencijado de la cabaña
tendría que ofrecer una estampa notable, al igual que el interior. También
sería necesario un alojamiento adjunto para, al menos, albergar a unas diez
personas. La ejecución y culminación del proyecto fue encomendada a Jano,
quien, entusiasmado, acogió la idea con agrado y disponibilidad inmediata,
cuestión que frenó al instante, poniendo como condición que antes debería dar
fin al objeto que le trajo a Nairda.
Jano iba a proceder al apagado de las luces de la pista después de que
el F-4 despegó desapareciendo en la oscuridad reinante, pero Pal le hizo
desistir al comunicarle que ellos las necesitarían. La instrucción no había
concluido.
- ¿Volar con un planeador en
estas condiciones?
- ¿Por qué no? ¿Cuál es el
problema? ¿Acaso no tienes a tu espalda un buen número de horas de vuelo
nocturno?
- Por supuesto, pero nunca en
un aparato como ese. Creo que no es lo más oportuno, no están hechos para eso.
- ¿Eso piensas? Entonces tienes
una visión limitada del vuelo que desterraremos en breve. ¡Venga!, no te hagas
el remolón y prepáralo; ahora te alcanzo.
Inconcluso y perezoso Jano obedeció. La desilusión se manifestó en sus
anhelos. Había pensado que pasarían una velada entrañable, quizá romántica,
donde fuese posible expresar ciertas cuestiones que, a su juicio, estaban
demorando los dos.
Condujo el VZ hasta el inicio de la pista; realizó el chequeo final;
metió gases suavemente. Despegaron en escasos doscientos metros.
- ¿Algún rumbo concreto? –
Inquirió disgustado rompiendo el silencio mantenido entre ambos.
- Mantén rumbo sur, uno ocho
cero, elévanos a tres mil quinientos pies, corta motor y asciende todo lo alto
que puedas.
- Entendido. Procedo.
El planeador con energía, resuelto, bien configurado, fue conducido como
por arte de magia en un despegue perfecto.
Un negro, pero calmado espacio rodeaba el peregrinaje. Abajo, apenas
algunas luces se advertían. Atrás, la marcación la daban las luces de Ís; y,
bastante más lejos, se perfilaba la claridad ofrecida por el enorme aeródromo de
Nairda. Parecía que todo ese mundo de acogida concluía en ese corto espacio.
Del resto apenas conocía nada; ni tan siquiera sabía hasta dónde alcanzaba las
fronteras o los límites si es que los hubiera. El cielo, por otro lado,
despejado e iluminado por un par de lunas muy juntas, facultaba a la perfección
un panorama repleto de estrellas, algunas formando grupos muy compactos. Otras,
perfilaban figuras de difícil definición que fueron descritas y especificadas
por Pal para su correcta orientación, para que, en el caso de que quedasen sin
instrumentos de navegación, pudieran guiarles en su regreso. Llegó el momento
de apagar el motor para escalar aquel cielo incierto y desconocido
exclusivamente a base del aprovechamiento de las corrientes de aire.
Jano volvió a mirar hacia atrás. Ís aún era perceptible; el resto podía
definirse por escasos y minúsculos haces refulgentes.
- Deja de mirar por popa y
hazlo a babor – indicó Pal.
El descubrimiento fue sencillo a la par que ilustrativo. Estaba tan
pendiente de lo que dejaba atrás, que el nuevo paisaje aparecido como de la
nada no fue apreciado pese a estar en vigor desde hacía varios minutos. Un
inmenso lago completamente calmo, reflejaba como un espejo las caras
resplandecientes de las lunas. Una imagen parecida llegó a su mente. Recordó un
vuelo nocturno cuando era un simple alumno. Tuvo que realizar un trayecto corto
entre dos aeródromos militares; el primer tramo transcurrió sin novedad:
aterrizó, cargó carburante y de nuevo al aire; pero algo que todavía no
entendía, le hizo desviarse de la ruta de regreso y estuvo perdido durante
veinte minutos, hasta que divisó un caudaloso río advertido por la luminosidad
de la luna de su anterior mundo. Aquello le permitió orientarse: Localizó el
cauce en el mapa, trazó coordenadas y con ayuda de dos radiobalizas
establecidas en tierra delimitando su posición, se permitió establecer su
exacta posición desde la cual poder emprender rumbo de vuelta. Nadie se enteró,
y a nadie notificó su extravío, cuestión que palió al incrementar la velocidad
de su avión recuperando el tiempo perdido.
- ¿No te parece hermoso?
- Lo es, Pal. Sin duda lo es.
He recordado algo similar de mi anterior vida…
- ¿Disfrutas del vuelo?
- Sí, por supuesto. Aunque al
principio no me apetecía, pensé…
- Sé lo que pensaste porque te dirigiste de
nuevo hacia mí. Así que, si quieres hablar de ello, hazlo, tenemos tiempo;
además la noche acompaña. ¿No es romántico acaso el ambiente que nos envuelve?
Fíjate, un vuelo nocturno, saboreando el silencio absoluto, rodeados de tanto
esplendor y belleza, ascendiendo sin esfuerzo, dejándonos llevar plácidamente a
través del aire que nos conduce con dulzura. En fin, creo, que es el mejor
lugar para que declares lo que pensaste. ¿No te parece?
No. En absoluto, pensó. De nuevo olvidó la dichosa facultad de su
instructora. Estaba furioso por verse desnudado de sus más profundos
sentimientos.
- Bueno, supongo – respondía
Jano procurando desviar la atención sobre su verdadera intención –, que te
refieres a eso que mencionaste de que he entendido el significado de la última
regla de vuelo, la de que “Todo es Amor”
o viceversa, es decir, que el Amor lo es Todo – continuaba con una pausa
medida –, aunque en realidad el concepto de la palabra Amor no está comprendido
– pronunció suspicazmente –. O, dicho de otro modo: no conozco lo que es el
Amor, y espero que tú me lo demuestres con tus enseñanzas – respondía con
sinuosidad picarona.
Ella captó sus intenciones, pero avezada en la lucha cuerpo a cuerpo, con
muchas y largas horas de instrucción, le encaró en una envolvente medida.
- Así es. Para eso estoy aquí;
no para lo que tú imaginaste que podría ocurrir en la cabaña cuando Pitt
marchase. Así que, empecemos si estás listo ¿Lo estás?
Su respuesta era igual de ruidosa y desconcertante que el silencio que
les sostenía, y más profunda y evidente que la manifiesta oscuridad creciente
conforme la altura se incrementaba.
- De acuerdo. Doy la callada por
respuesta. Espero no haber herido tu orgullo masculino; no lo pretendía, pero
es evidente que todavía no sabes tratar a una mujer…
- ¿Por qué aseguras eso? –
Jano intervenía cortando la comunicación a la vez que ofreciendo un tono
conciliador –. ¿Acaso crees saberlo todo de mí como para poder juzgarme?
- ¿Has terminado de
interrumpir y exponer, o falta algo más? – advertía Pal tajante.
- Sólo digo que estamos
alcanzando los ocho mil pies ¿Qué hago? – comentó procurando quitar hierro.
- Atente a las instrucciones:
subir cuanto puedas, así de simple. ¿Algo más, o soltarás alguna otra novedosa
payasada estilo machista?
Aquello le llegó muy adentro. Pal no bromeaba. Negoció consigo mismo la
paz determinando ceñirse a la clase. Por un momento pensó que el vuelo se
convertiría en una cita especial en las nubes, y era evidente que los
derroteros no circulaban por dicho carril. Debió acelerar sus conclusiones
precipitándose como tantas veces en el trato con las mujeres. Recapituló. Pal
no debía experimentar la misma emoción que él. Tendría que olvidarlo.
- Entendido. Mantengo régimen
de ascenso y rumbo – espetó resolutivo, dando por finalizado el intento de
cortejo y apareamiento lamentablemente descubierto –. Explícame todo lo que me
queda por saber al respecto, y volvamos cuanto antes, estoy cansado – expuso
determinado.
- Si es lo que quieres, hazlo – emitía con suavidad –. No hagas lo que en realidad no quieras hacer.
Si estás cansado para continuar, da media vuelta. Es tu decisión, y la respetaré. No hagas lo que no quieras hacer.
El VZ proseguía su deambular inclinado, como si no fuese gobernado. Sus
tripulantes parecían no encontrase allí ni en ningún otro sitio. Ambos
experimentaban cierta molestia. Pal volvía a encontrar a un Jano enfrentado,
distante; un alumno, un hombre, un Ser, por el que tenía la obligación de
cuidar y guiar, sin olvidar siempre el respeto a la libertad y la voluntad del
mismo. Sabía perfectamente que recordarle estos valores, eran parte esencial de
lo que él aún no conocía sobre el Amor.
Él sinceramente no quería retornar. El vuelo estaba siendo realmente
hermoso, confortable, plácido, exceptuando las pequeñas discrepancias surgidas
al no querer reconocer sinceramente el fruto de su pensamiento. Junto a ella se
sentía seguro en medio de una negrura a la que no hubiese escalado en
solitario. Revisó. Su mente extraía cada momento pasado a su lado, las
conversaciones, las miradas, sus lindas sonrisas, el enfado desmedido hacía
escasas veinticuatro horas provocando el alejamiento de su presencia. ¿Cansado?
Sí, lo estaba, pero no más que otras muchas ocasiones. Además, ella pasó el día
entero volando y enseñando. Seguramente tendría ganas de dormir y no de yacer;
sin embargo, cumplía con su estatus, seguía perseverante mostrando las
lecciones que debía tomar. En definitiva, recordó, teniéndolo bien asimilado,
que llegó por voluntad propia por lo que no debía mostrase, en modo alguno,
desagradecido o distante. Tenía que romper la situación. Al fin y al cabo, seguir
disfrutando o volver sin más, era una determinación otorgada a su deliberación.
- Lo siento Pal. Creo que
sobrepasé algunos límites. Disculpa. Quisiera que retomáramos el curso de la
navegación, justo hasta donde nos lleve.
¿Estamos a tiempo?
- No lo tomes a mal, ni con un
sentido peyorativo, pero me gustaría comprobar cómo sí, repito, sí rompes cualquier límite. ¿Te has dado
cuenta que hemos ascendido por encima de los diez mil?
- ¿Diez mil pies? – Indagó
alertado ratificando la lectura del anemómetro –. Pal, sabes que por encima de
este techo necesitamos oxigeno, y el VZ no lo posee, tenemos que descender o
tendremos una hipoxia.
- Tranquilízate. Confía –
proclamó ella reteniendo, al instante, los mandos ante el intento del alumno de
ejecutar un descenso inmediato –. Ya sabes que “Todo es Amor”. Fija tu
pensamiento en ello. Acepta que en el
Amor todo es posible, y no nos faltará el oxígeno. Si todo lo que
necesitamos para volar es el aire, piensa que mientras estemos en él, nada
faltará – continuaba despacio, dándole a cada palabra sentido pleno –, y por
último, amolda el símil: si lo que
necesitas para ser feliz es Amor, y el Amor lo es Todo, mientras estés en Él,
cosecharás tu propósito, siempre. Por tanto, el riesgo de hipoxia,
simplemente, es inexistente. Recapacita. Mide mis palabras. Sabes que tengo
razón. ¿Acaso crees que arriesgaría el vuelo de no estar segura de lo que digo?
Obedeció al instante. Si ella lo decía, creía. Centró su pensamiento en
el análisis de lo mencionado, escrutando, extrayendo las necesarias
conclusiones racionales que fuesen el nuevo objeto de su tranquilidad y no,
exclusivamente, la ciega confianza
depositada en su entrañable instructora. Notaba que su ritmo cardíaco había
aumentado desde el momento de alarma, pero que conforme el planeador, con
soltura y gracia, seguía ascendiendo suavemente, como lo hace un ascensor de un
enorme rascacielos, y el anemómetro reflejaba el incremento porcentual de pies
ganados, fue normalizándose. El oxígeno llegaba a sus pulmones, fulgía hasta
sus células sin detrimento alguno en sus facultades físicas, mentales o
racionales.
- ¿Te encuentras lo suficiente
tranquilo como para tomar los mandos?
- Sí. Suéltalos. Ya son míos.
Pal dejó pasar el tiempo lucrándose al tiempo del esplendor que lucía
alrededor. Buena conocedora del comportamiento, sabía que su alumno estaba
sosegando su temple, creyendo en sí, en sus posibilidades, en el poder
recientemente descubierto. Ella también pasó por circunstancias parecidas por
lo que sabía que tendría que tener paciencia. Ya daría él el siguiente paso,
aunque estaba deseando escuchar su voz grave, a veces áspera, en ocasiones
inquietante, pero, especialmente y cada vez más, mansa y serena.
Pasó algo más de una hora. El VZ raspaba la cota de los veinte mil, todo
un portento para tal diseño, y una garantía de que no le faltaba aire que
insuflar a su cuerpo. Jano estaba plácido y gozoso de la noche que disfrutaba
como nunca antes recordaba haberlo hecho. Confiaba en su capacidad por encima
de la fe sin medidas puesta en Pal. Comprobaba que él tenía el poder de
transformar, de hacer y realizar cuanto pensase, siempre que lo hiciera basado
en el Amor. Una intuición alumbraba esperanzando las suposiciones que le
mantuvieron enclaustrado. Su despertar hacia la auténtica magnitud que
confortaba el dominio de la existencia estaba, definitivamente, asentándose con
firmeza y solidez. Ahora, como nunca, entendía y comprendía el por qué, y el
cómo dirigirse para alcanzar las cotas que siempre estuvo buscando y contra las
que tropezó. Ya tenía la guía, el manual, el mapa y el plano que le mostraban
el sendero para sus conquistas personales. Podía ser feliz, alcanzar su
extensión y significado, aplicando cada una de las enseñanzas adquiridas; pero
fundamentalmente, y eso le había quedado rotundamente claro, con la aplicación
simultanea de cada norma, en especial con la última que englobaba y resumía las
anteriores. Por fin adquirió el dominio de la palabra Amor, o al menos eso
creía. Pero tendría que corroborarlo, y para ello, ¿quién mejor que Pal?
- ¿Recuerdas – preguntaba
rompiendo el silencio que acompasaba el vuelo –, el comienzo de nuestra
conversación?
- Perfectamente, ¿por qué?
- Dijiste que había asimilado
la sexta norma, pero que aún no conocía el verdadero significado de la palabra
Amor, sí en cambio la del amor. ¿Podrías ampliar? Quisiera darle solidez
definitiva a todo lo que me habéis enseñado.
Era justo el momento de empezar con el final de la instrucción. El
alumno estaba preparado para recibir los últimos detalles que matizarían su
futuro tal y como lo quería.
- Efectivamente, y para hacerlo
hay que concretar ciertos detalles. No
aceptes lo que diga sin que alcances a vislumbrar y conquistar con certeza cada
uno de los flecos que ello conlleva, ¿de acuerdo? – matizó Pal.
- Bien. Continúa. Soy todo
oído y entendimiento.
- Adquirir el dominio de que “Todo es Amor” implica saber, digamos,
unos apéndices. En primer lugar, Amor o
Amar, que no amor o amar, se basa en el aporte prioritario a uno mismo. Has de
amarte en primer lugar, aceptándote, respetándote, cuidándote, mimándote,
aunque pueda parecer egoísta, que lo no es; es sencillamente ser generoso con
uno mismo. Si no te Amas, es imposible encontrar eso en los demás o en tu
peculiar universo. Como consecuencia, podrás hallar el Amor en la medida en que
lo hagas inherente a tu Ser, como si de una disciplina se tratase. ¿Captado?
- A medias –
dijo Jano –. Veamos. ¿Qué quiere decir exactamente eso que mencionas de
aceptarse, respetarse, cuidándose y mimándose?
- Sencillo. Has de procurar lo mejor para ti. Has de hacerlo, aunque parezca
intransigente, no cediendo o concediendo cuestiones, hábitos o circunstancias
que no te reporten bienestar, salud y armonía. Es base imprescindible. Ese
respeto hacia ti, necesita apartar cualquier entorpecimiento en tu andar hacia
tu propósito: la felicidad. De tal forma que al aceptar la premisa se obtiene
el siguiente resultado: podrás dar lo que justamente poseas y/o Eres. Al estar
bien contigo, podrás estar bien con todo. O, dicho de otra forma, no podrás
otorgar nada distinto de lo que en ti no se halle. ¿Quieres paz? Dátela desalojando lo que no te lo ofrezca. ¿Sigo?
Posdata:
En el artículo del día 01/12/2020 (“¿Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre? III Parte”) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie de técnicas y procesos para aplicar en
psicoterapia que solucionaba el 80% de los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional siendo feliz en tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que, con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán pues mis tiempos están contados para seguir en esa labor. No se trata de dar una formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas (Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-
Para las actualizaciones de “Todo Deéelij” y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos. Ah, y hay lista de espera, que conste, así que ve pillando sitio, hueco o número.
Audio libro testimonio terapéutico de Mario:
https://www.ivoox.com/
Audio libro testimonio terapéutico de Marisol:
http://emiliocarrillobenito.
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