Hay actitudes que no deberían ser nunca
justificables por mucho que apliquemos la empatía. Causar daño, sea físico,
emocional o psicológico a otro ser vivo, es un acto que daña, a la vez, a quien
genera el daño y sólo es posible restaurar la conducta cuando el causante del
sufrimiento se concibe como tal y se anima a descubrir, y a sanar, la raíz de
su conducta.
Este es el caso de un hombre de mediana
edad, profesor de universidad, inteligente, educado y con una gran capacidad
intelectual, que contacto conmigo por medio de su terapeuta porque, tras varias
sesiones y haber reconocido su tendencia a maltratar psicológicamente a su
pareja, no lograba, cuando llegaba a casa, contener su actitud.
Su terapeuta, sensible y consciente de que
en ocasiones hay aspectos de nuestra vivienda que pueden impedir que integremos
conceptos, o que activan pautas inconscientes, le recomendó mi contacto.
Tras revisar el caso y recibir el plano de
su vivienda, las fotos y la orientación, observé que habían dos zonas que
llamaron muy rápido mi atención. Por un lado, la zona que vibra facilitando los
nuevos conocimientos estaba débil y poco iluminada, por otro, la zona que vibra
como las buenas relaciones familiares, contenía una alta vibración de Fuego.
Concertamos una primera videoconferencia y,
al margen de recomendarle que iluminase mejor la zona de la síntesis y nuevos
aprendizajes, y de darle pautas para rebajar el nivel de Fuego de la zona
familiar para derivarlo a la serenidad, estuvimos iluminando interiormente el
motivo inconsciente que le llevaba a crear aquel tipo de ambiente a su
alrededor.
El hombre, sorprendido por la forma en la
que le estaba intentado hacer ver que su expresión externa era un reflejo de su
mundo interno, comenzó a ver con claridad que su familia llevaba mucho tiempo
sin apoyar su modo de vida y su forma de ser feliz. Dicha falta de aprobación
le llevó a alejarse mucho de su familia, incluso físicamente, pero aún así,
sentía que el juicio continuo que percibía por parte de ellos, le quemaba y
reiteraba, pese a quererlos mucho, que lo mejor era mantenerse alejado de
ellos. Tras una pausa, además, añadió que su actual pareja llevaba tiempo
también juzgando y rechazando un nuevo proyecto de vida que a él le hacía mucha
ilusión llevar a cabo.
Por sí mismo, poco a poco, fue observando
cómo la frustración acumulada a nivel familiar, potenciada por la actitud
parecida de la pareja, le estaba llevando a un nivel de tensión interno que no
podía contener y acababa defendiendo, incluso pequeñas decisiones del día a día,
su punto de vista con gritos y faltas de respeto.
Tras soltar el hombre unas lágrimas, nos
quedaba una última reflexión, la de la tendencia de mantener con poca luz la
zona del aprendizaje.
Sensibilizado ya con mi forma de encontrar
respuestas, llegó poco a poco a la conclusión de que durante muchos años
contempló la vida como un aprendizaje continuo, pero últimamente había
desistido de esa visión y había entrado en una actitud de resistencia hacia la
vida en su conjunto por sentirse continuamente juzgado.
Tras nuevas lágrimas, el hombre sintió de
nuevo el deseo de recuperar la paz interior y activó la luz externa de dicha
zona con la esperanza, durante unos días, de iluminar su zona interna y poder
trabajarla.
Casualidad o Magia, al cabo de dos semanas surgió
la posibilidad profesional de visitar un municipio cercano a su
familia y tomó la decisión de pasar unos días con ellos.
Coincidió con una fecha festiva y estaban
también los demás hermanos.
En el primer día de fiesta, el hombre se
excedió bebiendo y al llegar a la vivienda familiar, temiendo el rechazo o el
juicio por su embriaguez, tomó consciencia de la activación de su guardia
interna y decidió, internamente, acallarla y abrirse a confiar. Entró a la
vivienda y conforme se dirigió al baño, su madre y dos hermanas fueron a
atenderle. Estuvieron cuidando de él con cariño durante dos días y aquella
apertura interna suya, permitió que surgiera la conversación que sanó todo.
Tanto, que incluso el chico llegó a ver que los consejos de su familia tenían
una buena base sobre la que le invitaban a reflexionar sobre su
estilo de vida.
Reflexivo, regresó a su residencia y decidió
poner fin a su relación. Se dió cuenta en aquel regreso a su origen, que
aquella pareja, más que amor, representaba una huida hacia adelante que no
satisfacía a ninguno de los dos. La chica, sorprendida y comprensiva, facilitó
todo el proceso consciente, también, de que gran parte del desgaste de la
relación venía por una actitud de rechazo por parte de ella a las ilusiones del
hombre por miedo a perderle. Ella también se dio cuenta de su falta de Amor.
En solo tres semanas, la vida de aquel
hombre se ordenó de una forma completamente natural y pudo profundizar mucho
mejor en su terapia.
Sería fácil, tras exponer este caso, pensar
que aquella lámpara en la zona del aprendizaje y la aplicación de Tierra en la
zona de la familia para drenar el fuego, fueron los elementos Mágicos, pero de
hacerlo, se crearía la obsesión por el objeto.
Fue la decisión del hombre de activar su luz
interna lo que encendió el cambio.
Todo empieza dentro...
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Autor: Andrés
Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
el Diseño Sentido: interiorismo y diseño consciente de viviendas, comercios y
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