Las personas se pasan la
mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo. ¡Nadie,
nunca jamás te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas
personas, las que te hieren. Y las expectativas tú las creas con tus
pensamientos. No son reales. Son imaginarias.
Si tú esperabas que tus
padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte
ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo,
las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.
Si esperabas que tu pareja
reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo? Tu pareja no te ha hecho nada. Es
la diferencia entre las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que
realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.
El hábito de sentirte
ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada)
desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las ofensas.
A lo largo de tu vida,
coleccionas experiencias: padres, amigos, parejas, etcétera. Y las almacenan en
tu inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las
positivas. Y cuando una persona es maltratada (por NO haber dicho o hecho lo
que se esperaba de ella) por alguien, deja esa experiencia en su inventario. Cuando
conoce a otro alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá
las mismas actitudes que la que le hirieron, o sea que se predispone.
¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias
negativas. Y el inventario negativo sigue creciendo.
En realidad lo que hace es
que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año. ¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años?
Su inventario es tan grande, que parece que la negatividad es su vida. Una y
otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier
circunstancia.
Ni la naturaleza, ni tus
padres, ni tus hermanos, ni tus hijos, tus amigos, o parejas, te pertenecen. Es
como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes
separar. No son tuyos. Sólo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de
un río no lo puedes atrapar. Sólo puedes meter las manos, sentir el correr de
las aguas entre ellas, y dejarlo seguir. Las personas son un río caudaloso. Cualquier
intento de atraparlas te va a lastimar. Ámalas, disfrútalas, y déjalas ir.
Entonces, ¿hace falta perdonar?:
1) Entiende que nadie te ha ofendido.
2) Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les
plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, SÓLO SI TE LO SOLICITAN, pero
permite que tomen sus decisiones.
3) Nadie te pertenece. Ama y deja ser.
4) La perfección no existe. Deja de resistirte a que las personas
no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar, y ámalas
como son.
5) Llénate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.
Suelta con honestidad todo lo que has ido acumulando y regresa a vivir la vida. Y, como dirían los
Beatles, LET IT BE....
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Enviado por: Ana Charles Abadía
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