Un componente es un componente.
Otro componente es otro componente, y así sucesivamente. La cuestión no es qué
o cómo es el componente, sino Quién es Quién compone los componentes; sencillo:
el compositor. Sé, por tanto, el compositor de tus componentes.
Observando a toda una
filarmónica tocar, algo se puede apreciar, mucho detectar, y se consigue un
gran afinar. Mira, escucha y atiende a cada instrumento, en sus tempos, en sus
acordes. Haz igual con quien lo toca, podrás observar su tiento. Finalmente,
fija la atención en quien dirige, que pone todo un caudal en el concierto
concertado. Cada cual son componentes interpretando una partitura. Todos son
los componentes de algo compuesto. Pero si uno sólo deja de ser el componente,
lo compuesto al traste se va. Lo compuesto necesita del componente para
expresar, y el componente expresa lo compuesto. Así que siendo algo “sólo” un
componente, se transforma en lo compuesto, sin que lo compuesto sea un
compuesto del componente. Pero queda algo más: el público que se deleita con
los componentes y lo compuesto teniendo una composición personal cada uno de
ellos.
Finalmente, el registro es lo
que cuenta dado que componentes y lo compuesto se pueden alternar, tal como el
público. La cuestión es que el registro, siempre, es diferente, y eso es lo
hermoso: que componentes, compuesto y público muestran, sin cesar, un registro
distinto y único que no se puede expresar con una partitura compuesta por
componentes y escuchantes.
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Autor: Deéelij
Ver su libro Alas sin
plumas (Ediciones Ende, 2016):
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