Se ofrece a continuación la Introducción del nuevo libro de Emilio Carrillo titulado Consciencia, que está disponible en
librerías e Internet a partir de hoy, 9 de enero de 2017:
“CONSCIENCIA”
INTRODUCCIÓN
¿Llevas el
mando consciente de tu vida?
Permíteme que arranque estas
páginas con una pregunta muy directa: ¿llevas el mando consciente de tu vida?
Ya sé que es una manera poco
convencional y hasta quizá inapropiada de iniciar un libro. Sin embargo, no me
negarás que se trata de una cuestión trascendente e importante… ¡sobre todo
para ti! Entonces, dime, ¿sí o no?:
• Si la contestación es no, significa que reconoces que pasas tus
días sumido en la inconsciencia y actuando como una especie de autómata bajo la
presión y el control de los hábitos, paradigmas, deberes, obligaciones,
devociones, anhelos y sistemas de creencias que otros han metido en tu cabeza.
Al menos no te autoengañas y te das cuenta, lo que es el primer paso para salir
de esa inconsciencia.
• Si es sí, tengo que plantearte otra cuestión: ¿estás seguro?
Porque es posible que, efectivamente, seas una de las pocas personas que
dirigen conscientemente su vida y llevan las riendas de la misma. Si es así,
¡enhorabuena! Pero también puede ser que esta idea sea solo una ilusión; una
ficción generada, precisamente, desde tu inconsciencia.
Comprendería perfectamente
que, tras leer lo precedente, te sintieras un tanto incómodo y prefirieras
acudir al viejo truco de responderme con una pregunta: «¿Qué es lo que quieres
decir exactamente, Emilio, cuando utilizas los términos consciente o inconsciencia?
Obviamente, ambos giran en
torno al vocablo consciencia. Y esta, a su vez, como tendrás ocasión de
constatar al pasearte por este texto, se halla muy unida a la expresión estado
de consciencia. Pero vayamos por partes; hablemos de la consciencia
primero, y del estado de consciencia después.
Consciencia y estados de consciencia
La palabra consciencia deriva del latín conscientia y, acudiendo al Diccionario de la lengua española de la RAE , tiene dos significados
primarios:
1. Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y
de relacionarse con ella.
2. Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí
mismo, de sus actos y reflexiones.
Por tanto, ser consciente o
tomar consciencia conlleva dos capacidades estrechamente interconectadas: la de
reconocer la realidad que hay a tu alrededor y la de conocerte a ti mismo. No
está nada mal para empezar, si bien en este libro encontrarás que la
consciencia tiene un alcance aún más relevante.
En cuanto al estado de
consciencia, está intrínsecamente ligado a estas dos capacidades y puede ser
explicado como la percepción que uno tiene de sí mismo y de los demás, de su
vida y las de los otros, del mundo y lo que en él sucede, de la muerte, de la
divinidad… Es, en definitiva, la visión de las cosas con la que andas por la
vida. ¿De qué depende? Pues de cómo ves la realidad que te rodea y de cómo te
ves a ti mismo; es decir, de tu consciencia. Eso sí, esta visión es distinta
para cada ser humano, pues cada cual tiene la suya, e incluso para una misma
persona no siempre es igual, porque va evolucionando como consecuencia de las
experiencias que vive y, sobre todo, de cómo las vive. Por todo esto (por estar
unida a la consciencia, por ser diferente para cada uno y por ir variando de la
mano de las experiencias) denomino estado
de consciencia a esta visión que cada uno tiene de las cosas.
Por tanto, aunque la
consciencia es algo objetivo en cuanto a su conceptualización (es la doble
capacidad a la que he hecho mención), se plasma de modo íntimo en cada persona
y en cada momento de su vida por la vía de las experiencias que vivencia. Esta
plasmación constituye el estado de consciencia de la persona, que está siempre
en evolución (más lenta o más rápida, según los casos).
La evolución del estado de consciencia
En los términos reseñados,
la evolución del estado de consciencia es individual. Ahora bien, cuando
alguien abre nuevas puertas conscienciales para sí mismo, esto repercute en el
estado de consciencia de la humanidad, que viene a ser algo así como la suma de
los estados de consciencia de cada uno de sus integrantes. Algunos científicos
lo han llamado campo mórfico o morfogenético y han explicado que la
evolución del estado de consciencia global, siendo impulsado por el de cada
cual, retroalimenta, igualmente, el de todos y cada uno de los miembros de la
especie. Desde esta perspectiva, cabe afirmar que la evolución del estado de
consciencia, siendo personal, también es colectiva; y que la colectiva influye
en la individual.
Ahora bien, ¿en qué consiste
tal evolución? Expresado coloquialmente: ¿de dónde viene y hacia dónde va?
En cuanto a lo primero, cada
ser humano y la humanidad tuvieron en su origen una consciencia prehomínida, desde la que, por las experiencias
vividas a lo largo de milenios, se progresó a otra mágica, luego mítica y,
finalmente, mental y racional. El resultado de este discurrir ha sido el
nacimiento y la consolidación del «yo» y la percepción de uno mismo y de los
demás como individuos, como sujetos. De este modo, se ha ido forjado y
plasmando en la humanidad una consciencia asociada a ese yo, la consciencia egoica. ¿Cuáles son sus
características? Retomando lo indicado por la Real Academia
Española y aplicándolo a esta consciencia egoica, sus principales señas de
identidad son dos:
• La capacidad de reconocer la realidad circundante y de relacionarse
con ella se centra en el uso de los sentidos corpóreo-mentales; y se ejerce y
practica a través de los medios, los datos, la información y la interpretación
que esos sentidos físicos facilitan.
• El conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí
mismo, de sus actos y reflexiones, viene dado por la identificación con su yo físico, mental y emocional y con su
personalidad creada desde la experiencia de la individualidad en libre
albedrío.
Sobre
estos dos pilares se han construido las pautas civilizadoras de las que
proceden la forma de vida de cada persona y el modelo de sociedad imperante en
la humanidad; es decir: el sistema socioeconómico en sentido amplio; las
instituciones y su gestión política; los paradigmas y sistemas de creencias;
las normas morales y las escalas de valores; el estilo de vida y los hábitos,
conductas y comportamientos colectivos e individuales; la ciencia y el enfoque
y utilización de los avances tecnológicos; las ideologías, credos y religiones;
etcétera. En todo ello se halla subyacente la citada consciencia egoica y todo
ello es, a su vez, manifestación y expresión de la misma.
Sin
duda, el yo (autopercepción como sujeto; identificación con el yo físico,
mental y emocional; asociación a una personalidad forjada desde la experiencia
de individualidad; y gestación de una consciencia egoica como lógica
consecuencia de lo anterior) constituye un éxito de la evolución. Pero, a su
vez, llegado un punto concreto del proceso evolutivo (precisamente el punto
histórico en el que la humanidad y cada ser humano se encuentran hoy), supone
un obstáculo para que la evolución continúe su avance. El yo es un obstáculo
hasta el extremo de que ha puesto en serio peligro la propia supervivencia del
género humano y del hábitat ecológico que la hace factible. Esta es la tesitura
consciencial, nunca mejor dicho, en que actualmente se halla el género humano
y, por tanto, tú mismo: la consciencia que ha servido para llegar donde se está
ya no sirve para seguir adelante y provoca tanto la ralentización evolutiva
como el riesgo de que se venga abajo todo lo edificado.
Esto
responde la pregunta antes abierta con relación a la evolución y su dirección:
se encamina hacia la ampliación o expansión de la consciencia más allá de las
fronteras de la consciencia egoica.
La expansión de la consciencia
¿Qué
implica y comporta esta expansión consciencial? Fundamentalmente, dos cosas:
• Percatarse de que el ser humano es mucho
más que su yo físico, mental y emocional. Esto significa ahondar en el
conocimiento de uno mismo hasta acabar con el aferramiento al «yo» que hasta
ahora ha marcado la vida de la gente y la configuración del pensamiento y la
sociedad en todas y sus diversas facetas.
• Y, como consecuencia de lo precedente, darse
cuenta de que el ser humano goza de potencialidades y capacidades para
comprender la realidad de una manera que resulta imposible para la mente. El
ser humano tiene que darse cuenta de que la mente, teniendo facultades
prodigiosas, es un instrumento limitado y deficiente cuando se tratar de
entender, ver y vivir la vida.
Muchos
piensan todavía que la identificación con el yo físico, mental y emocional y la
consciencia egoica constituyen la única vía para saber y comprender. Sin
embargo, esto es tan ridículo como lo era la creencia de que la Tierra era el centro del
universo (no hace tanto tiempo de esto: la sentencia condenatoria contra
Galileo Galilei por refutar el geocentrismo data de 1633, no hace ni
cuatrocientos años; y la interdicción formulada por la Inquisición contra el
sistema copernicano heliocéntrico no fue levantada hasta 1812). Con esta
concepción, la humanidad se ha instalado en un gran egocentrismo, que es la
causa de los problemas, los conflictos y el sufrimiento que sientes en tu vida,
en los demás y en el mundo.
Para
salir de esta limitación, es momento de dar un paso en el proceso evolutivo y
adentrarse en otro estado de consciencia desde el discernimiento de que la
auténtica y genuina existencia del ser humano no es la consciencia egoica del
yo, sino la consciencia del Ser, que es algo que no nace y no muere. Una consciencia que, como se desarrolla en los capítulos que siguen,
cuenta con dos esferas inseparables: la consciencia de lo que se es y la
consciencia de lo que es. Esto abre las puertas a una nueva visión que se
relaciona con lo transpersonal y que, sin rechazar ni renunciar a la
diversidad, sino todo lo contrario, percibe la Unicidad en la
constatación de que somos uno con todo.
Esto
no es algo teórico, ni mucho menos teológico, sino eminentemente práctico, y
tiene rotundas e importantísimas repercusiones en la vida de cada uno y en el
devenir colectivo y social. De hecho, enlazando con lo expuesto al comienzo de
la presente Introducción, sólo por medio de esta expansión de la consciencia
podrás tomar y llevar el mando consciente de tu vida.
Sobre la estructura de este libro
Desde
la tranquilidad de haberme desidentificado del yo físico, mental y emocional y
estando libre, por tanto, de la falsa modestia que es una de las
manifestaciones del ego, puedo decirte que el texto que tienes en tus manos es
fruto precisamente de dicha expansión consciencial. Y sin ánimo de convencer a
nadie de nada, ni de sustituir unos sistemas de creencias por otros, este libro
muestra en detalle (para los que en su libre albedrío estén interesados) las
características del estado de consciencia que surge de la evolución descrita y
sus plasmaciones prácticas. Dichas plasmaciones se hacen efectivas en la vida
cotidiana de cada cual y en la configuración de la sociedad en sus distintos
aspectos y vertientes.
Concretamente,
la estructura básica del libro puede sintetizarse así:
a) Los dos capítulos iniciales («Consciencia
y economía» y «Consciencia y política») tienen relación con lo primero que el Diccionario de la lengua española
destaca en su definición: reconocer la realidad circundante y relacionarse con ella desde los ojos
nuevos que la expansión consciencial proporciona. Así, sus contenidos diluyen
los velos entre los que la consciencia egoica ha mantenido oculta la realidad
del sistema socioeconómico, institucional y político vigente. Dichos capítulos
ponen en evidencia tanto el calado y las consecuencias de la mutación que el
mencionado sistema acaba de experimentar como la red de élites y subélites que
lo dirigen y controlan: no estamos ante una crisis económica, como se suele
afirmar, sino ante algo de muchísima más envergadura, y las élites y subélites
están perfectamente organizadas en círculos de poder para conducir este
proceso. Los miembros de los dos primeros círculos de esa red de dominio son,
en la actualidad, los amos del mundo. Y para sostener dicho dominio y hacerlo
en el anonimato, manejan un complejo entramado de manipulación colectiva (te
sorprenderá conocer su potencia) cuya finalidad es, precisamente, dificultar y
ralentizar en lo posible la evolución de la consciencia a la que esta
Introducción se viene refiriendo (y que constituye el hilo conductor del
conjunto de estas páginas).
b) El desarrollo de los contenidos anteriores te llevará a
reconocer la auténtica realidad que afrontáis tú y la humanidad, con lo cual
corresponderá, ineludiblemente, poner sobre la mesa la pregunta del qué hacer.
La respuesta a esta cuestión hace de bisagra entre los dos capítulos enunciados
y el resto y se basa en tomar consciencia.
Esta toma de consciencia no atañe solamente a lo que es pertinente
hacer, sino también a lo que hay que dejar de hacer para desconectar de los comportamientos,
hábitos, percepciones e inercias vinculados con la consciencia egoica. El
entramado de manipulación ha perseverado en exacerbar la presencia de todo ello
en tu vida y en tu cabeza hasta que has llegado a ser un esclavo integral
(alguien que se autoexplota voluntariamente a sí mismo). Una vez que tengas el
conocimiento, podrás asumir el mando de tu vida (para que sea realmente tuya y responda a lo que en
verdad eres y sientes) y llenar de consciencia tu día a día.
A partir de aquí, los
otros nueve capítulos del texto ahondan en los distintos aspectos de esta toma de
consciencia, para que inunde tu vida cotidiana y se afiance en ella.
c) Llegados a este punto,
toca ocuparse del segundo componente de la definición de consciencia dada por el Diccionario
de la lengua española: el conocimiento de uno mismo. Los capítulos 3, 4 y 5
(«Consciencia y vida cotidiana», «Consciencia y mente» y «Consciencia y
aquí-ahora») se dedican especialmente a ello con el fin de que percibas y
comprendas estas cosas:
• Que eres mucho más que
tu yo físico, mental y emocional; y que una cosa es, metafóricamente hablando,
el coche (ese yo) y otra bien distinta el Conductor que realmente eres y que ha
encarnado en él para experienciar la vivencia humana.
• Lo que es el ego y lo
distinto que resulta vivir desde el mando consciente del Conductor o bajo las
directrices del ego.
• El funcionamiento de la
mente, y sus capacidades y limitaciones, para que esté realmente a tu servicio
en lugar de estar tú abducido por ella.
• El significado del
aquí-ahora, el momento presente, como espacio sagrado de libertad. Desde este
espacio puedes modular la frecuencia vibratoria de las actitudes y acciones con
las que vives las experiencias del día a día para que sean efectivamente tuyas
(en lugar de ser meras reacciones inconscientes o respuestas automáticas
derivadas de los sistemas de creencias que te han imbuido).
d) El conocimiento de uno
mismo requiere, igualmente, descubrir, poner en práctica y compartir los dones
y talentos (cualidades, capacidades y facultades creativas innatas) de cada
cual. Esto se halla muy unido a la educación, pues la esencia de esta es contribuir a sacar del otro lo mejor de sí (es
decir, sus dones y talentos). Por esto, la educación tiene dos ejes claves:
colaborar para que el niño, el adolescente o el joven se conozca a sí mismo; y
para que, al hacerlo, ponga en valor esos dones. De todo ello se ocupan los
capítulos 6 y 7 («Consciencia y educación» y «Consciencia y dones»).
e) Y el conocimiento de uno mismo y la expansión de
la consciencia conllevan, igualmente, un giro radical en la percepción de la
enfermedad y la muerte, en las que se centran los capítulos 8 y 9 («Consciencia
y enfermedad» y «Consciencia y muerte»). Por raro que pueda parecer bajo la
perspectiva de la consciencia egoica, la lectura de ambos te llevará a un nuevo
discernimiento que te permitirá lo siguiente:
• Aunque el médico te indique que tienes una
enfermedad, serás consciente de que esto es rotundamente falso, porque es
imposible que tú, lo que auténticamente eres (Conductor), enfermes: solamente
es el coche (el yo físico, mental y emocional) el que se ha averiado. Y, aún
más, es el Conductor el que genera la enfermedad en el coche en pro del
desarrollo consciencial y evolutivo y el recuerdo de lo que eres y es: ninguna
enfermedad es fruto del azar y todas tienen su origen y razón de ser en
dinámicas interiores (procesos conscienciales); no exteriores (los síntomas que
obtusamente absorben la atención de la medicina convencional).
• Y si te dicen que alguien ha muerto, aunque se
trate de un ser querido, serás consciente de que eso también es mentira, porque
dicho ser sigue muy vivo. La muerte forma parte de la vida y no tiene el
sentido que una gran parte de la humanidad todavía le otorga, sino que
constituye un renacimiento, una puerta que se abre para pasar de una habitación
(el «plano físico») a otra habitación (el «plano de luz») de la vida.
f) El listado de capítulos se completa con otros dos
(«Consciencia y ciencia» y «Consciencia y Dios») que sirven tanto para el
reconocimiento de la realidad como para el conocimiento de uno mismo. Parten
del hecho cierto de que la ciencia contemporánea, a causa de sus indagaciones y
descubrimientos, se ha convertido en un poderosísimo instrumento a favor de la
evolución de la consciencia. Esto se desarrolla por medio de una síntesis de lo
que puede denominarse física de la Deidad , cuyos
fundamentos esenciales posibilitan tres cosas:
• Acercarse a los nuevos y más innovadores
postulados científicos.
• Ver los impactos de estos en la apertura de una
nueva visión de la vida, el mundo y el universo.
• Ver la luz que aportan a la hora de profundizar en
el discernimiento de lo que la divinidad supone y significa y de la plena
integración en ella de la existencia humana.
g) Por fin, el libro se cierra con un Epílogo que sirve
de colofón al texto. En él se te recuerda que estar en este planeta y en el
plano humano es solo un estado de ser entre los infinitos posibles en que lo
que eres vive instantánea y multidimensionalmente: podrá variar dónde estás,
pero nunca lo que eres; podrá evolucionar la realidad, pero lo que eres, tu
existencia misma, se mantiene por siempre inmutable. Finalmente, el Epílogo te
alienta y anima a expandir tu consciencia hasta el punto de transformarte en lo
que siempre has sido y nunca dejarás de ser: es decir, Dios.
===============================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.