Si estás pensando en comprar un animal doméstico, debes recordar que
hay muchos esperando ser adoptados en protectoras, perreras municipales e,
incluso, en manos de particulares que ya no los quieren.
Comprar o
adoptar
Bajo la influencia de la
sociedad de consumo, acrecentada singularmente en estas fechas navideñas, la
tentación de comprar una mascota es muy alta. Bastantes personas, a las que les
gustan los animales, sucumben a ella. Y son mayoría las que, al plantearse algo
tan maravilloso como introducir en su vida un animal doméstico, piensa en uno
que, por su estética y carácter, muestre algo de ellas mismas y sus gustos,
expresando al mundo “así soy yo”. Este afán por utilizar lo externo para afianzar
lo pretendidamente interior es muy propio del consumismo. Aunque, en realidad,
eso que se llama interior no más que una ficción, una ilusión mental, y de
interior no tiene nada de nada.
Sin embargo, cuando se habla
de adoptar, las cosas son distintas. Del animal, inicialmente, no sabemos nada:
cómo será, de dónde viene, su raza exacta…
ante esto, el glamour del consumismo se desvanece… Y con él, la idea de
compartir tu vida con un animal, pues de esto en verdad se trata.
Ahora bien, más allá de
estas diferencias entre comprar y adoptar, debes darte cuenta de lo que
realmente marca la línea divisoria entre ambas opciones es que cuando compras
un animal estás haciendo precisamente eso, ¡comprando! Con toda la carga
psicológica y de paradigmas prefijados que ello conlleva. Dicho claramente: aún
sin pretenderlo, al comprarlo, se cosifica al animal, esto es, se cosifica a un
ser vivo, que se adquiere del mismo modo que tantos otros objetos de consumo.
En cambio, cuando se adopta, la cosificación del animal no existe y en su lugar
surge un acto hacia un ser vivo al que puedes dar cariño y protección: un acto
lleno de amor.
Este es el verdadero factor
diferencial y el quid de la cuestión que separa y diferencia comprar y adoptar:
el amor. No en balde, adoptar un animal implica:
+Rescatar de la muerte o el abandono a dos animales: al que a
partir de ahora convivirá contigo y al que vendrá a ocupar su hueco en la
protectora.
+Proporcionar una segunda o tercera oportunidad a un ser vivo que
hasta ahora no había tenido “suerte” con los humanos.
+Afrontar el apasionante desafío de sacar a un animal adelante y
devolverle la salud, la alegría y la confianza en los hombres.
+Tomar consciencia de una obviedad, que es, a la vez, una clara
responsabilidad: ¿no te parece tremendo que se sigan vendiendo cachorros
mientras miles de animales pasan sus días esperando un nuevo hogar?
Y a estos argumentos
fundamentales puedes añadirles otros dos no tan trascendentes, pero sí
importantes: adoptar es más barato que comprar, pues los costes de la adopción
son muy inferiores a los de la compra de una mascota en un criadero; y, dado el
elevado número de animales esperando una nueva oportunidad, no tendrás
demasiados problemas en encontrar uno que se acomode a la estética y al carácter con los que comenzábamos estas
líneas.
El negocio y
el sufrimiento ocultos tras la compra
Tal como bien informa la
protectora de animales AUCMA (http://www.adopcionesaucma.com/porque-adoptar-y-no-comprar-animales-la-cruda-realidad/), cuándo compras un animal
en una tienda, criadero profesional o directamente de un particular, estás
fomentando un negocio con vidas, las cuales, en la gran mayoría de las ocasiones, no son tratadas con respeto, si no como mera mercancía de trabajo y de hacer
dinero.
Las hembras son usadas como
fábricas reproductoras de cachorros y suelen vivir encerradas en jaulas de las
que jamás salen. Su esperanza de vida es muy corta debido al maltrato constante
al que están sometidas. Crían en cada celo sin descansar y, al no pasear nunca,
sus patas se atrofian y pierden musculatura. En muchos casos pierden pelo del
estrés e, incluso, sufren infecciones de piel al no darles nunca la luz del
Sol. Y, finalmente, son sacrificadas cuando sus órganos quedan destrozados y ya
no pueden dar a luz más cachorros sanos.
Si visitas un criadero
suelen mostrarte los cachorros afuera, sin dejarte acceder al interior, o te
sacan sólo al que ya previamente has elegido a través de una foto en su página
web. No quieren que sus clientes vean lo que pasa dentro. Y los cachorros, una
vez son destetados de la madre (siempre antes de lo recomendado, para ampliar
el margen de venta), van a parar a las tiendas de animales, donde vivirán
encerrados en una vitrina de cristal las 24 horas del día. Las tiendas los
venden sin ningún tipo de control sobre las familias: lo único que importa es
que paguen el importe. Pero estamos hablando de un ser vivo, completamente
inocente, que siente, que sufre y que no puede hacer nada ante lo que le
sucede.
La mayoría de las mascotas
son compradas por familias: las hay que los cuidarán para siempre; e,
igualmente, las que los abandonarán en plena calle, o en depósitos municipales
a la espera de que alguien los adopte o de que sean sacrificadas. La
minoría crece en la vitrina y no se llega a vender, como puede pasar con
cualquier producto en cualquier otra tienda: no se vende porque no surge un
comprador que quiera adquirirlo. Es entonces cuando la tienda de animales
devuelve el cachorro al criadero, para que este, a su vez, devuelva el dinero a
la tienda. Así lo tienen pactado la gran mayoría de empresas que se dedican a
esto.
Valga un ejemplo: Un
criadero que suministre cachorros a unas 30 tiendas en toda España puede tener
una media de 5 cachorros devueltos al mes. Algunos se los quedará para
seguir con el ciclo de la cría y la venta, pero, desgraciadamente, la mayoría
serán sacrificados. Esos cachorros habrán nacido para ser separados de su madre
prematuramente, vivir en una vitrina unos meses y ser sacrificados siendo aún
bebés de alrededor de 6 o 7 meses.
El sufrimiento que se produce a un animal recae sobre su causante
Por tanto, no lo olvides:
cuando compras animales fomentas todo lo anterior y condenas a algún animal al
sacrificio. Así de sencillo y de terrorífico. Si, por el contrario, evitas la
cría y rescatas a un animal para adoptarlo, estás evitando el sacrificio de un
ser vivo. No nos dejemos llevar por las modas: comprar un animal como signo de
ostentación o por su raza es contribuir al inmundo negocio del maltrato animal
y, sin duda, adoptar o ayudar a aquellos han sido abandonados y maltratados es
un acto de compasión, de apertura de corazón, que aumentará nuestra riqueza
espiritual y, en todo caso, nuestra humanidad.
Como
han enseñado siempre las tradiciones espirituales y filosóficas más sabias y
serias, bebiendo todas ellas de la misma fuente, la sabiduría profunda que
recorre cual corriente perenne la historia de la humanidad, en los animales se
encuentra perfectamente desarrollada la capacidad de sentir emociones, al igual
que inicios de actividad mental. Su cuerpo emocional y su sistema nervioso
están bien organizados; y bastante potenciada su capacidad de sentir placer o
dolor. Por esta razón, cualquier herida o maltrato infligidos al cuerpo físico
de un animal, es sentida por este agudamente, aunque no pueda verbalizar sus
sentimientos. Los animales tienen además la cualidad de percibir nuestra
impronta energética, aquello que no somos capaces de saber de nosotros mismos: ellos lo perciben y nos lo trasmiten cual espejo.
Los
que infligen dolor a los animales, o son causa de que se les inflija, deben
tomar nota de esto. El sufrimiento que se produce a otros recae sobre su
causante tarde o temprano. Y la ley de justicia divina o karma no deja de
funcionar en el caso de los ignorantes o de los que tratan de encontrar excusas
plausibles a su obrar. No se trata de meter miedo, sino de ser conscientes de
las leyes de la vida y la naturaleza. Si la gente se percatara de los
sufrimientos futuros tan terribles que está echándose encima por su dureza y
crueldad con los animales, se inclinaría menos a encogerse de hombros ante
estos temas y a continuar obrando de una manera tan irresponsable.
Como escribió Krishnamurti:
“Como seres inteligentes que somos y más
desarrollados que los animales, debemos prestar todo nuestro apoyo, toda
nuestra protección y todo nuestro amor hacia estos hermanos más jóvenes,
compañeros de viaje en la senda de la evolución, hacer que a través de nuestro
cariño, afecto y amor puedan en estas condiciones, dar ese salto evolutivo que
les permita alcanzar en un futuro más o menos próximo la condición de seres
humanos, para aparecer por primera vez en el mundo como entidades amorosas y
compasivas.
Da mucha pena ver que en
muchas ocasiones, como para ver satisfechos los deseos y caprichos de algunas
personas irresponsables, se compran y regalan perros, gatos, pájaros, etc.,
para después de pasado un tiempo abandonarlos y dejarlos a su suerte,
deambulando perdidos y desorientados por el campo o por la ciudad, siendo en
muchos casos víctimas de accidentes de coches o de la crueldad de algunas personas.
Todos los que de alguna forma somos sensibles al
dolor y menosprecio que sufre el Reino Animal, debemos denunciar y divulgar en
la medida de nuestras posibilidades, las atrocidades a que se ven sometidos los
animales en aras según algunos, al deporte, las fiestas, el lujo decorativo o
de investigación, situaciones y prácticas aberrantes, que en la actualidad
carecen de toda lógica explicación y aceptación. Debemos hacer ver a nuestros
semejantes que el animal, igual que el hombre, está alentado por la misma Vida
Divina. Que ambas evoluciones tienen los mismos derechos y las mismas
oportunidades de evolucionar en armonía con el resto de seres con los que
conviven. Que animales y hombres estamos en éste mundo interrelacionándonos para
aprender a vivir y progresar conjuntamente en perfecta confraternización.
En éste contexto de armonía, de confraternización y
de responsabilidad, el hombre tiene el deber ineludible de tender una amorosa
mano a los animales para ayudarles a que den, en las mejores condiciones posibles,
el salto definitivo para su integración en la familia humana.
Somos, por nuestra condición humana, los más
importantes instrumentos y eslabones de esa cadena de luz y de amor, que
personal o colectivamente debemos propiciar para que, de alguna manera, tomemos conciencia de la enorme responsabilidad para con toda forma de vida en nuestro
Planeta.
Debemos recordar que al interferir en las leyes que
gobiernan la evolución planetaria (como es el caso que nos ocupa con el Reino
Animal), el ser humano, de forma individua,l y la humanidad, como totalidad, está
generando y acumulando un importante karma negativo, del que de alguna forma la
Naturaleza, tarde o temprano, pasará factura al hombre y a la humanidad por éste
erróneo proceder”.
Protectoras
de animales – Hazte voluntario
Y para terminar, con base en
todo lo expuesto, además de adoptar en vez de comprar, ¿por qué no apoyas y te
haces socio de una las muchas protectoras de animales actualmente en
funcionamiento? Seguro que cerca de donde vives hay una que necesita tu ayuda.
Hay muchas opciones para
voluntarios, puedes apadrinar y hacerte “protector” de alguno de los más
necesitados, llevártelo a tu casa cuando puedas o sacarlo a pasear. El tiempo y
esfuerzo que dediques a alguno de estos perritos abandonados será enormemente
recompensado con el Amor que ellos devuelven.
La opción de adoptar,
apadrinar o colaborar como voluntarios es el mejor regalo que se puede hacer a
los niños o mayores para educarnos en la compasión y alejarnos de las
adicciones del “mundo virtual de pantallas” en el que vivimos.
Si no se te ocurre
ninguna, puedes colaborar con la protectora de la que nosotros somos socios,
Puntanimals, que desarrolla una estupenda labor en el rescate y cuidado de
animales abandonados gracias al apoyo de sus socios y al trabajo desinteresado
de voluntarios:
Apadrina un animal, llévatelo en acogida durante un tiempo o colabora como voluntario.
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Autores: Lola Rumi y Emilio
Carrillo.
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