En el zoo de la ciudad, una fina y
simpática mona dio a luz a un pequeño mono.
Se crió alegremente, lo tenía todo.
Comía, bebía, jugaba con su familia y el
resto de los monos,
incluso disfrutaba con los niños que le
daban cacahuetes y palomitas.
Sin embargo, desde que se ha hecho
mayor,
algo le ronda en su interior,
algo que no sabe explicar,
que se le escapa como arena entre los
dedos
y que no acaba de entender.
La sensación de que la vida no es eso
que él está viviendo.
Y es que a veces, cuando está
ensimismado,
con su cabeza erguida, con sus grandes y
brillantes ojos mirando a la nada,…
cree escuchar miles de sonidos
desconocidos,
el aire huele a frutas y hojas que nunca
ha comido,
cree ver una gran masa inabarcable de
árboles,
un espacio lleno de una infinidad de
formas de vida
donde poder sumergirse… abandonarse…
fundirse en él.
Un mundo maravilloso que lo proveería
y que saciaría plenamente su inquietud.
De repente, un ruido lo trae a la
realidad…
Un turista le ha tirado una mandarina
y nuestro mono vuelve a su cómoda rutina
en el zoo,
no sin antes comprender que, aunque él
nunca la haya visto,…
la selva existe.
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Autor: Juan Carlos Santos Delgado
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Autor: Juan Carlos Santos Delgado
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