Comparto con tod@s vosotr@s un artículo que trata, con claridad, el cómo ir eliminando la heridas que nos impiden ser feliz, escrito por mis amigos José Luis Marín y Auxi Vilchez.
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El olvido es la plasmación, interior y exterior, posterior al perdón. Es,
tras haber perdonado, no volver a recordar nunca más la acción.
Olvidar es borrar de la
memoria del disco duro de la mente, los agravios y desvaríos que:
·
nos
hicimos a nosotros,
·
hicimos
a otros y,
·
nos
hicieron otros a nosotros.
Es borrar la pizarra y empezar de nuevo.
Es coger un cuaderno nuevo y
re-escribir la historia sin borrones ni tachones.
Olvidar es la ducha mental,
recomendable, para pisar la alfombra del Amor.
Compréndase y entiéndase, que
una cosa es olvidar y otra recordar. Podrás recordar los sucesos, pero se han
de olvidar. Y olvidar es no volver a echar en cara aquello pasado que sólo suma
más rencor. Olvidar es no tener en consideración nunca más lo que fuera que
tanto nos agravió.
Sin el olvido se establece la
condición sin la cual no se puede continuar para salir del sufrimiento que
otorga el rencor almacenado.
El recuerdo permanece, pero
el olvido es posible.
Olvidar es no dejarse anclar
por el pasado.
Olvidar es no rememorar y
dramatizar renovadamente el sufrimiento.
Olvidar es simplemente
renacer. Empezar de cero sabiendo que estamos más cerca de la meta que antes. Y
la meta, cuanto menos, es ser feliz.
Olvidar es no tener en cuenta
el pasado, mirando al futuro desde el presente sin más rencor, sin más
angustia, sin más odio.
Olvidar es un placer que hay
que experimentar.
Olvidar es despertar de un
sueño maltrecho a una mañana espléndida.
Para olvidar es imprescindible ser
solidario contigo mismo, pues la solidaridad bien entendida empieza por uno
mismo, o lo que es lo mismo, con la empatía a uno. De esta manera se pueden
olvidar las cuestiones pasadas para que no sigan repercutiendo en el presente y
continúen afectando en el futuro. No hacerlo (no olvidar) es una muestra de
intolerancia contenida hacia uno mismo que no lleva más que a la acumulación de
problemas posteriores.
Rememorar el rencor es como
remover los excrementos que tenían que esta más que perdonados. ¡¡Apártalos!! Y
persiste en tu construcción hacia la felicidad, lo contrario sería iniciar una
destrucción. Una autodestrucción devastadora. Y ello es perder la vida en una
venganza que no soluciona nada. Al contrario, aumenta el padecer; pero ese
padecer es en uno mismo, en especial.
¿Hay algo que aún no puedas olvidar?
Si es así, no podrás avanzar hacia una vida en felicidad.
Olvidar es así de
sencillo: es no volver a tener en atención lo que pasó. De lo contrario se
estaría de nuevo juzgando y criticando sin dar opciones y oportunidades.
Es posible olvidar y alejarse
de quien produjo los efectos a sabiendas de que volverá a repetirlos; pero hay
que olvidar para vivir en sanidad mental. Que se olviden los agravios
recibidos, no implica que de nuevo se tenga que recibir a tal persona para que
vuelva a instigar y hostigar; y si fuera el caso, hay que provocar la distancia,
por tu salud mental, anímica, emocional y física. Y hacer esto consiste en aplicar la distancia conveniente a
personas agresivas, destructivas, supresoras, represivas y/o sofocantes, sean
quienes sean. Hay que ser muy tajante con ésta medida. Y, si es necesario o
llegara el caso, no volver a entablar diálogo a menos que se pueda controlar
las acciones que se reciben de manera desproporcionadas hacia uno. No hacerlo
es entrar en los juegos de poder y provocar que el desequilibrio se produzca en
una chanza absurda que revierte en sufrimiento reiterado.
Además,
también puede ser el alejamiento de los lugares donde sucedieron hechos
dramáticos (traumas) de nuestro pasado. Ello contribuirá a que no nos puedan
afectar ésas circunstancias pasadas al estar en esos lugares que sólo producen
la reestimulación del pasado con todos sus miedos y los fatídicos juegos de
dominación, de poder, en la relaciones humanas.
Llegado el caso, la mejor actitud y
decisión, es el alejamiento de todo aquello que produjo cualquier deterioro
recibido. No obstante, siempre es imprescindible el olvido. De lo contrario, el
tiempo pasado se reiterará con persistencia en forma de odio impulsivo o
venganza furtiva, y estas dos compañeras de viaje no ayudan a encaminar la
construcción armónica en cualquier relación humana, en especial la de uno
consigo mismo. Es mejor dejarlas en el camino del olvido a pesar de que el
recuerdo quede archivado en la mente. Hacerlo, se persiste, es ser solidario
con uno mismo. Es ser empático con uno,
pieza clave para el olvido.
Olvidar,
no requiere seguir ningún procedimiento o aplicar una fórmula, es tan simple
como se ha mencionado. Es dejar que las causas de otros no nos afecten ahora,
en la vida cotidiana. Es querer ser uno la Causa
de sí evitando que los demás se apoderen del momento actual que nos pertenece por
derecho propio. Al hacerlo, se tendrá el poder de la vida en las manos, y la
existencia empezará a ser algo magnífico, muy dulce y deleitoso.
Sólo
has de olvidar para empezar a disfrutar y disfrutarte.
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Fuente: http://www.psico2-sevilla.es/psico-reflexiones/olvidar/
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