¡Hola! Hace unos días escribí
un breve relato para mi hijo Luis, de 5 años, con la intención
de que lo lea cuando sea más mayor. Como podrá comprobar al leerlo, este relato
le debe mucho a Emilio Carrillo, razón por la cual me ha parecido oportuno
hacérselo llegar.
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-Hoy soñé con Ávalon…
-¿Sí?, cuéntame, ¿cómo era?
-Pues era como yo quería que
fuese, porque todo lo que imaginaba se hacía realidad.
-¿Y como lo imaginaste?
-Como un mundo pleno en el que
la naturaleza lo inundaba todo, pero no era como la vemos normalmente.
-No te entiendo, explícate…
-Era diferente, bellísima, tenía
unos colores mucho más intensos y rebosaba luminosidad, ¡todo parecía mágico!
-No parecía, ¡era mágico! -contestó
ella-.
-¿Y cómo lo sabes? -Dijo él-
Simplemente
le dibujó una tierna sonrisa y continuó interrogándole…
-Cuéntame más, ¿llegaste a ver a
Merlín y a Morgana?
-No, pero si que vi a mucha
gente y pasó algo maravilloso.
-¡Si!, ¿y que fue? Le preguntó a
la vez que le apremiaba con la mirada.
-Pues verás, no conocía a
ninguna de esas personas, sin embargo, sentía que las amaba y me amaban como si
nos conociésemos de siempre. ¿Por qué me ocurriría eso?
-Muy fácil, porque entendiste el
significado de la unidad.
-¿Cómo?, no comprendo. Le
contestó extrañado.
-Todos venimos del mismo lugar,
por lo tanto, somos parte de una misma unidad aunque cada uno nos expresemos
individualmente. Por eso, cuanto más te amas a ti mismo más amas a los demás,
porque también eres parte de ellos.
En ese
momento se hizo un silencio, la cara de asentimiento y de serenidad de él
sirvió para que ella se diese cuenta de que había comprendido. A continuación,
él entristeció y bajó la mirada…
-¿Qué te ocurre?, le preguntó
extrañada.
-¿Podré volver a Ávalon?
-¡Claro que si!, cada vez que tú
quieras.
-Pero ¿cómo?.
-Muy fácil, primero debes
confiar.
-¿Confiar?... ¿En qué?
-En la vida, en qué va a ser.
-Y eso, ¿cómo se hace?
-Pues interiorizando que todas y
cada una de las cosas que te ocurren, ya sean buenas o malas, SIEMPRE son para
tu bien, porque sirven para tu desarrollo espiritual.
-Ya, -contestó él-, no parece
fácil, pero lo intentaré. ¿Y lo segundo?
-Lo segundo es que debes ser
LIBRE.
-¿Libre?, pero es que hay tantos
significados para esa palabra...
-Cierto, pero yo te hablo del
más profundo y verdadero.
-¿Qué es?- le contestó él con
indisimulada impaciencia.
-La total y absoluta ausencia de
miedos. Sólo se es LIBRE cuando nada se teme.
-Entiendo, entonces ¿confiando y
siendo libre podré regresar a Ávalon?
-No, no será necesario porque en
ese momento será Ávalon quien venga a ti.
La
mirada de él se posó en los azules y cristalinos ojos de ella mientras se le
deslizaba una diminuta lágrima de felicidad por la mejilla.
-Gracias Hada del Norte -dijo él-.
-Gracias a ti Luis -le
contestó-.
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Autor: Ángel
Buitrón
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