La meditación es diaria, continua y no utiliza ningún artilugio. Se
sirve de los pájaros, nace con el agua que surge del grifo, con la tormenta o
el atardecer o la oscuridad de la noche… No tiene posturas ni rituales, cada
momento es una postura y un ritual… cada instante es un regalo del Universo
para penetrar sus secretos... Esa es la meditación constante, la que nace en
ese segundo de atención y en ese minuto de plenitud... Es el latido de la unión
con el alma, es la fragancia de las antípodas celestes, es la brevedad del
insomnio y la planicie angélica.
Meditar es abrirse al campo de las maravillas, dejarse preñar por
la magia que hay más allá del velo de la mente, por sus semillas y raíces. Es
penetrar lo irracional desde esa atalaya que se levanta en los campos y bosques
de la tierra hueca. Es la acaricia vespertina y el susurro nocturno. Es la
tremenda ola que nace en nuestra primavera y se fusiona en la arena en nuestro
atardecer. Meditar no es analizar, es dejar que la matemática exacta e
incomprensible del universo entero ordene el caos de nuestra ignorancia. Es ver
como las señales nacen al ojo despierto, ver como el temple de quietud
sorprende al ávido.
Meditar es unir el Cielo en la Tierra , el alma con su cuerpo, el espíritu con su
mónada, el sol con su universo, la luz con su sombra, la flor con su perfume.
Meditar es penetrar y compenetrar el misterio en esa respiración profunda y
consciente que nos lleva hasta el supremo orden. Respirar, inspirar y fusionar.
El latido es triple, el anhelo múltiple, la paz eterna y sublime.
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Fuente: Creando Utopías (http://creandoutopias.net/2014/02/03/que-es-meditar/)
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