“Tenemos dos opciones. O estamos llenos de Amor, o estamos llenos de miedo”. Albert Einstein. Científico alemán nacionalizado estadounidense. (1879-1955)
“El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que
tienen miedo, muy largo para los que se lamentan, muy corto para los que
festejan. Pero, para el que Ama, el tiempo es Eternidad”. William
Shakespeare. Escritor inglés. (1564-1616)
Lo hizo, algo
desconfiado, pero asombrándose al ir pasando revista a cada pieza referida.
Introdujo un trapo dentro del tubo de escape; ni siquiera salió manchado.
Incluso revisó las rendijas más difíciles de limpiar. Todo estaba… no limpio,
sino impecable: ¡absolutamente incólume!
- Lo mínimo que hay que hacer es ser
agradecido dando las gracias –exclamó Pitt con dureza –, antes de criticar el
resultado final.
- Lo siento Pitt – contestó avergonzado –.
Gracias. Tenías razón: está perfecta.
- ¿Sólo perfecta? – Volvió a desafiar – Eso podrás decirlo cuando la pruebes. Y no sé
qué estúpida excusa tienes para no hacerlo. ¿A qué esperas? – propuso con
energía, incitándole –. ¿Dónde está tú sangre? Venga: Arranca y corre.
Estupefacto por la
actitud desafiante, orgulloso y seguro, no tuvo más remedio que proceder.
Imaginaba, en su aún ignorancia, que toda la maquinaria respondería como
siempre, sin novedad. Al ir a buscar con la mano la llave de contacto, encontró
que la misma no se hallaba en su lugar.
- Pitt, has debido de perder... – no le dio
tiempo a concluir cuando él se las mostró – Anda, dámelas.
- Hazlo, sin llaves.
- ¿Cómo? Eso no es posible. Las necesito.
Venga, Pitt, déjate de chorradas.
- No es ninguna chorrada. Todo es posible si así lo consideras y
formulas en tu pensamiento y desde tu Ser, creyendo al crearlo, simplemente,
porque te lo mereces ¿Por qué no pruebas a hacerlo usando las reglas
hasta ahora aprendidas? Será la mejor forma de demostrarte que están
asimiladas. ¿Te atreves… A volar sin alas?
¿Atreverse? Por supuesto
que sería capaz. Si pudo hacer volar el VZ con sólo imaginarlo, podría arrancar
la Harley sin inconvenientes. Cerró sus ojos, dejando caer todo el peso sobre
sus posaderas afianzadas en el asiento de cuero; relajó cada parte de su cuerpo
y lo dejó fluir. Imaginó, visualizando, que movía las llaves, y cómo éstas, al
girar, conectaban el circuito de encendido. Imaginó metiendo el puño al mismo
tiempo que, introduciendo combustible a las bujías, éstas respondían
encendiendo el motor. El repiquetear de los pistones le hizo saltar de su
encierro interior.
La moto había cobrado
vida con sólo usar las reglas aprendidas. Entendió,
una vez más, que todo ello es aplicable a todo, ya que todo está
interconectado, como lo están las normas de vuelo. Captaba la esencia de la
pureza de tales fundamentos. Con los ojos de par en par contempló la excelsa
sonrisa de Pitt. Lo más sorprendente fue comprobar que las llaves seguían en
manos de éste.
- ¿A qué esperas para rodar? – Instigó
sujetándole por el brazo antes de que partiera a lo loco – Da una vuelta por la
pista, y de vuelta ¿De acuerdo?
Asintió. Metió la
primera marcha; giró el puño con suavidad. De igual modo ambos se deslizaron
sobre la tierra sin levantar mota alguna de polvo hasta llegar a la mitad de la
uno cuatro. Paró. Aceleró en vacío advirtiendo su maniobra a cada una de las
partes de la máquina, y se lanzó a todo gas como si fuese a despegar. Aceleró
hasta llegar a ciento ochenta kilómetros por hora cuando tan sólo cien metros
le separaban del abismo que le recibiría al final de la pista. Cerró los ojos
visualizando la maniobra: ¡Lo consiguió! Frenó totalmente, justo a escasos
centímetros de la conclusión del asfalto. Los párpados se desplegaron dando
lugar a la afirmación de un paisaje inmenso. La fuerte excitación del instante,
permitió advertir con todo su Ser la seguridad inmensa que albergaba toda su
existencia. Estaba llegando a cotas de superación increíbles e impensables en
su anterior vida. Recapacitó. Meditó al ritmo del ralentí del motor que era
idéntico al de su corazón, suave, acompasado, relajado, vivo; y regresó.
Pasaron dentro y se
sirvieron una infusión de menta.
- Bien, Jano. Empecemos con la siguiente
norma, la última. Abre el manual y léela.
La ilusión ante la
confirmación de que procedía con el final de la instrucción se perfiló en su
rostro. Ya no quedaba nada, a lo más, un día, supuso.
- ¿Y luego qué?
- ¿Y luego qué, de qué?
- Digo que una vez termine con el aprendizaje
de todas las normas de vuelo ¿Qué pasará?
- ¡Ya estamos con la impaciencia! Primero
abordemos el tema. Todo a su debido momento. Venga, búscala.
Obedeció al instante.
Pudo desplegar la página y todas las demás. El resto continuaba en blanco,
excepto un pequeño grupo que permanecía agrupado, como pegadas al final del
mismo. La lectura mostraba una frase como las anteriores: escueta, sencilla; y
como no, enigmática: “Todo es Amor”.
Quedó pensativo. Intentó extraer alguna conclusión, sin embargo, nada
llegaba a su raciocinio. Levantó su cabeza enfilando la mirada del Jefe de
Instrucción.
- ¿Lo entiendes? – Preguntó, mostrando un
gesto con la mano para que no contestara. Era obvio que no sabría hacerlo –
Dime, ¿qué es necesario para volar?
Jano no tuvo que pensar
mucho. Era muy clara la respuesta.
- Sencillo Pitt, un avión.
- ¡Error! – manifestó acompañado de un gesto
de hombros y manos –. Las aves vuelan por sí solas, y no son aviones. Inténtalo
de nuevo: ¿Qué es necesario para volar?
- Bueno… – empezó algo meditativo – En vista
de eso, podemos decir que para volar es necesario tener alas. ¿No?
- No. El polen vuela; las hojas impulsadas
por el viento vuelan; las nubes vuelan… Hay multitud de cosas y elementos que,
sin alas, vuelan. Tú mismo hubieras volado con la Harley hace un momento si no
hubieses frenado. Otra vez: ¿Qué es necesario para volar?
Esta vez no quería
aventurarse a dar una respuesta rápida. Percibía que estaba quedando como un
auténtico pardillo, por no decir otra cosa… Cosa
que ya no le pre-ocupaba. Se negó a criticarse o anularse. Conseguiría o no la
respuesta adecuada, pero por ello no se produciría insulto o menosprecio como
anteriormente hacía. Pasara lo que pasara, no se volvería a invalidar. Pero
la respuesta no llegaba: no sabía qué poder aportar como solución.
- No sabría qué decir Pitt. No lo sé.
- Bien. No importa. Te lo diré yo: Todo lo
que se necesita para volar es aire. Sin…
- ¿Cómo no he caído en la cuenta? Tienes
razón…
- Espera, espera –retomaba Pitt paladeando
cada palabra –. Sin aire, es imposible conseguir el vuelo. Necesitamos
irremediablemente del mismo para volar. O lo que es lo mismo, y es lo que en
realidad estamos tratando de inculcarte: para
ser feliz, necesitamos absolutamente envolvernos del Amor. ¿Qué es lo
que te rodea cuando vuelas? – Preguntaba y respondía al mismo tiempo –: el aire
exclusivamente. Es lo único que te permite el sustento. Es lo que permite
mantenerte ahí. Por tanto, todo lo que hay que hacer para ser feliz es
sumergirse, rodearse, encubrirse de Amor. De ahí la frase del manual: “Todo es Amor”. ¿Lo captas?
- Veamos – intercedió Jano en
su favor. La explicación le había dejado un tanto impactado –. Según tu
explicación, entiendo que en efecto, para que el vuelo pueda producirse es
necesario únicamente el elemento aire. De lo contrario no es posible tal
condición. Y que, extrapolando tal ejemplo, hay que entender que, para poder
ser feliz es imprescindible hacerlo con Amor. De lo cual se deduce, lógicamente,
que una cosa sin la otra no es posible. ¿Estoy
encaminado?
- Si y no – decía gesticulando con las manos
–. Matizo tu conclusión: Para poder volar el aire es el
requerimiento. El aire siempre está ahí; por lo que no puedes volar sin usar el
aire. Es decir, para ser feliz usa el Amor. Hazte Amor. El Amor siempre se
encuentra estés donde estés; pero si no usas el Amor no podrás ser feliz. No es
exactamente como tú lo has mencionado. Quiero que te quede claro lo siguiente:
El Amor está siempre presente; con él puedes navegar, volar, alzarte. Pero si
lo que quieres es, sobre todo, volar, sólo podrás hacerlo usando el aire,
siendo Amor. ¿Está claro ahora?
- Pero bien sabemos – habló ahora Jano –
que, en la medida en que uno asciende el aire es menos denso, y se requiere
mayor velocidad para sustentarse, de lo que se deduce que, cada vez que se
ascienda más alto, que es lo mismo que decir que, cada vez que la cota de
felicidad es más alta, el Amor que se encuentra es menor, y para ello es
necesario aumentar algo. ¿Qué es ese algo? Pues podemos salir de la atmósfera
donde el aire ya no existe, y, por tanto, la sustentación se hace imposible.
Quiero decir, con ello, que si el ejemplo que expones es ese, el aire tiene un
límite, y, como consecuencia, el Amor también posee la misma acotación. De tal
forma que el Amor no lo es Todo, o lo que es lo mismo: cuando el aire se acaba,
el vuelo se hace imposible. Creo que algo no cuadra en toda esta teoría.
- Lo esperaba. Tienes razón si todo lo llevas a la materialidad. Tan sólo has de
extrapolar de nuevo. Esto es un ejemplo para darte a entender esta norma de
vuelo. Y ese algo que preguntas y ese descuadre que entiendes encontrar se
solventan, y bien lo sabes, con el resto de las normas de vuelo. Recuerda:
ninguna funciona sin la puesta en práctica de las demás en conjunto.
¿Comprendes?
- Creo que no. Pues por mucho que ponga en
práctica todas las normas al mismo tiempo, el aire tiene un límite. Algo sigue
sin cuadrarme en todo esto, Pitt, y créeme que intento seguir tu razonamiento,
pero…
- Tranquilo. Empecemos de nuevo. Estamos de acuerdo en que es imprescindible
poner todas las leyes del vuelo en juego al mismo instante. Por tanto, si
empezamos por la primera, podemos concluir que si piensas que todo es posible,
así lo es. Piensa que siempre encontrarás aire, y lo encontrarás. Ya sabes que
el poder del pensamiento crea lo que quieres; es el motor inicial. Seguiríamos
con la segunda, aunque no sería necesario porque lo verás en el momento en que
lo crees y creas que es posible. Aplicando la siguiente, podemos seguir
matizando que, en la medida en que tú eres la causa, el efecto se produce, y
que ello es posible si crees que así te lo mereces, y, además, el resto siempre
se puede alcanzar sin resentimiento, de lo que es deducible que Todo es Amor si
así lo consideras, pues es lo único necesario para poder volar. ¿Lo
entiendes ahora?
Jano meneó la cabeza
entre sus manos, hasta estrujar su cara con las mismas.
- Ufff Pitt. Parece complicado, aunque
posiblemente sólo necesite digerirlo un poco. Veamos: Entiendo perfectamente lo que ya tenía asimilado de que el conjunto de
las normas aplicadas al mismo tiempo dan como resultado el correcto arte del
vuelo; pero da la impresión de que ésta última es realmente la
imprescindible al decir que, para poder volar, sólo es necesario el aire. Es
como eliminar las demás. Parece que aplicando esta última, las demás no tienen
mucha consistencia.
- En
efecto. Eso es lo que parece. Es la impresión que puede dar. Te comprendo. Pero
para poder entenderlo es imprescindible aplicar las demás normas, pues si no
piensas que es así, si no lo crees, si no eres la causa de ello, o si piensas
que no te lo mereces, el resentimiento abortará de alguna manera cualquier
posibilidad de volar. Para ser Feliz es imprescindible hacerlo con, en y desde
el Amor. Pensar en Amor. Creer en él. Causar Amor. Hacerse sabedor de
merecérselo. Si el resentimiento aflora, no hay Amor, sino lastre. De esa
manera se percibe que Todo es Amor, lo imprescindible para poder volar, pero
todo en su conjunto es lo que hace que funcione.
Jano permaneció con la
mirada fija, perdida. Rumiaba cada una de las palabras, Cada frase, cada
entonación, cada gesto. Quería a toda costa entender, pero había algo que le
impedía alcanzar tal cota. Tendría que continuar centrifugando toda aquella
disertación. Sería cuestión de tiempo, y algo de práctica.
- Venga. Déjalo – susurró Pitt. Sabía que
había dado mucha información de golpe. Para dar esta clase la verdadera experta
era Pal, lo hacía de forma muy sugerente –. Ya lo pillarás, ahora has de llevar
el Starfighter a Nairda. Ponte en marcha, y procura estar de vuelta antes del
anochecer con el VZ. ¿De acuerdo?
-
Sí, Pitt, sí. Será mejor hacerlo – contestaba atendiendo la sugerencia,
al tiempo que se encaminaba hacia el exterior –. Quizá, durante el vuelo pueda
encauzar este aluvión.
- De camino comprobaremos si todo el
resentimiento ha salido de dentro. Quiero que despegues y hagas dos tomas y
despegues sin parar. Si no hay novedad, será la prueba de haber superado la
quinta norma. Luego directo a Nairda. ¿OK?
Jano asintió con la
cabeza, sumido todavía en el esfuerzo mental por cuadrar la enseñanza puesta a
su disposición. No le pre-ocupaba en lo más mínimo el vuelo, sabía en su
interior, con total certeza que no quedaba ni una mota de resentimiento alojada
en su Ser. Ese era un huésped que no sería admitido de nuevo en su casa
interior.
Instructor y alumno
estaba junto al 104, cuando a lo lejos se apreciaba la aproximación, a baja
cota, de una gigante y poderosa flecha. Siete Phantom marcaban una senda
definida con el rastro dejado por la combustión negruzca producida por siete
pares de motores revolucionados. Pasaron rampantes, veloces, estruendosos,
vibrantes, desafiantes... a escasos metros de la cabaña. La envergadura de la
formación cubría la extensión diametral de Ís.
- ¿Quién manda esa formación? Pitt.
- ¿Tú que crees? – respondió sin mirar,
contemplando la evolución perfecta de aquellos siete pájaros metálicos.
¿Cómo no habría caído en
la cuenta? Pensó. No podía ser otra que ella.
Ascendieron en una
vertiginosa escalada danzando en una espiral envolvente; inusitada. Nunca antes
había contemplado tal maniobra. Los siete proyectiles subían haciendo que la
formación girase sobre el eje del número uno, mientras que cada uno de los
reactores lo hacía entorno al suyo propio: una punta de flecha que penetraba el
cielo en forma de sacacorchos oscilante; un movimiento armónico ejecutado al
milímetro; un ejercicio de acrobacia inigualable e impensable. Los chorros de
humo negros dejaban un dibujo entrelazado a modo de maroma. El espectáculo
seguía, el ascenso se mantenía, aunque para ellos prácticamente era
imperceptible; ya estaban a demasiada altura para ser identificables. Un hilo
negruzco señalaba un sendero perdido en las profundidades lejanas de la
atmósfera violácea.
- Bien Jano. Tu turno. No esperes más, el
espectáculo ha concluido. Al 104.
La orden fue obedecida
instantáneamente. Subió al reactor; abrochó los cinturones de seguridad; ajustó
el casco y la mascarilla de oxígeno y arrancó sin dilación. El motor rugía con
un estruendo aullador no percibido antes en su Ser. Los indicadores funcionaban
perfectamente. Había solidez, equilibrio, sintonía, armonía. Ambos estaban unidos en Uno solo. Lo
llevó hasta el inicio de la pista; lo centró; pisó frenos y puso gases al cien
por cien. La proa negruzca apuntaba hacia el centro oscilando en un cabeceo
suave. Las más de quince mil libras de empuje sueltas al galope tendido lo
impulsaron en una vertiginosa carrera en la que la
velocidad aumentaba excitantemente. En menos de doscientos metros, piloto y
máquina, estaban recogiendo el tren de aterrizaje después de elevarse varios
centímetros. Se mantuvieron acariciando la uno cuatro, a un par de metros de la
misma, hasta que la desbordaron. La velocidad indicada era increíble:
trescientos ochenta nudos e incrementándose. Giró y ascendió a estribor. La
ejecución se realizó a la perfección. Luego realizó la primera toma sobre la
pista de Ís, dejando correr su bólido trescientos metros. Al instante de acabar
metió gases de nuevo encabritando al Starfighter, despegando sin parar en su
inercia. La velocidad subía al mismo tiempo que ascendía, algo increíble para
muchos aparatos. No obstante, entendía que con la potencia que ofrecía el
reactor, y la aplicación de las normas de vuelo, todo era posible. Su pensamiento envolvía cada instante del
vuelo. Gozaba de cada una de las percepciones emanadas y de las recibidas.
Era el dueño de su vida; gobernaba con seguridad. Cumplió las órdenes dadas
tras la segunda toma y marchó. Había pasado la prueba.
A doce mil pies y a
ochocientos nudos, decidió parar. Aquello no era lo ordenado. Redujo gases al
mínimo enderezando suavemente el reactor. Tendría que haberse dirigido en línea
recta a Nairda, pero no pudo, no quiso contenerse. Necesitaba experimentar y
experimentarse una vez limpio de todo lastre. Se sabía potente, congruente,
decidido, seguro, aunque algo quedaba en la mente aullando sin poder
solventarlo: “Todo es Amor”. Eso, seguía rondando las neuronas,
recalentándolas.
Estaba deseoso de llegar
a destino. Voló recto, nivelado. Desde su posición el objetivo era
perfectamente definible, pero el aviso de pérdida sonó indicando que la
velocidad tan exigua produciría una posible barrena. Picó el morro, marcando un
ángulo de cuarenta y cinco grados. La gravedad y el peso del avión harían el
resto. Sin duda la velocidad se incrementaría con la pérdida de altura. Sabía
que no debía sobrepasar los mil nudos para recuperar el control del avión. Su
intención era aterrizar sin tener que volver a introducir la palanca de gases;
con el motor al mínimo de revoluciones.
- Torre de Nairda, aquí F-104 sobre la
vertical, en descenso desde once mil quinientos, requiriendo permiso para
realizar un simulacro de aterrizaje de emergencia.
- F-104, aquí Nairda. Autorizado. Proceda.
Le tenemos en pantalla. Squak 7944.
- Entendido Squak 7944.
Introdujo el dígito en
el aparato de localización. Ese número aparecería en la pantalla de radar del
controlador de vuelo permitiéndole seguir su trayectoria.
El descenso se producía
con rapidez. Tardaría no más de cinco minutos en rodar por el asfalto.
- Líder Azul a Nairda. A diez millas y a
cinco mil pies, descendiendo. Pista a la vista. Permiso aterrizaje en
formación.
La voz de Pal sonaba
segura, firme, decidida, directa e imperiosa.
- F-104, posee un tráfico en final, es el
número dos para aterrizaje. ¿Podrá seguir con la maniobra solicitada?
- Nairda, aquí 104. Copiado. Puedo, pero
entiendo que tengo preferencia, he sido el primero en notificar la posición –
contestó buscando picar la situación.
- F-104, aquí Nairda. Es el número dos –
insistió la controladora con energía –. ¿Acaso no es capaz de ejecutar su maniobra?
¿Es un problema para usted?
Le habían dado en plena
línea de flotación. Su orgullo mostraría que era capaz de eso y cualquier otra
cosa. Rio para adentro contestando con benevolencia.
- 104 para Nairda. Número dos para
aterrizaje, tras Líder Azul.
Recuperó el picado a
seis mil pies. Velocidad setecientos veinte nudos. Mantuvo una espiral de
descenso gradual para perder altura sin perder velocidad. Con cada giro podía
comprobar la aproximación de la flecha que proyectaban los Phantom comandados
por Pal. Al finalizar el séptimo aparato su aterrizaje, encauzó el picado tras
las estelas dejadas en el aire por los F-
Continuó el descenso, no
como lo tenía programado, pero manteniendo un margen adecuado de velocidad. Los
Phantom, con escrupulosa sencillez, habían tocando pista en progresión; primero
los dos últimos, el siete y el seis. Los mismos avisaban del contacto. Luego el
cinco y el cuatro. Inmediatamente después, con perfección y sincronización, el
tres y el dos. En último lugar, Líder Azul perfilaba dos espolvoreadas nubes
azules tras el contacto de sus ruedas con el asfalto. Ninguno necesitó abrir
paracaídas en la frenada. Fue realmente espectacular la evolución del grupo. Él
jamás vio a un escuadrón volar con tal sublimación. Ni siquiera un ordenador
programado podría realizar tal paridad. Estaba asombrado, pero no tanto como
para olvidar su proceder. Quedaban dos millas para la uno seis izquierda. Los
Phantom estaban dejando la pista libre. Quinientos nudos y descendiendo desde
dos mil pies. Flaps fuera a treinta, se ordenaba, esperando a llegar a mil
pies. Nairda se encontraba a seiscientos cuarenta y siete pies sobre la altura
del mar; su margen, por tanto, sería pequeño. Las luces del tren de aterrizaje
en posición se encendieron. Los indicadores del panel de control mostraban posiciones
correctas. La velocidad disminuía tal como la tenía calculada…
Tocó tierra en el lugar
proyectado. Dejó que las ruedas impactaran con suavidad sobre la señal numérica
de la pista, ennegreciendo el blanco con el que estaba pintado. A cien nudos,
recto y nivelado, terminó un aterrizaje de emergencia simulado perfectamente.
Todo bajo control.
Abandonó la pista
dirigiéndose hasta el hangar indicado. El número veinticuatro lo enfrentaba la
formación de Phantom, ya colocados en línea y en oblicuo en un ángulo de
cuarenta y cinco grados; fueron muy rápidos y eficaces en realizar tal
maniobra. El interior con los portalones entreabiertos insinuaba inactividad.
Llegando al veintitrés, un señalero salió a su encuentro indicando con un par
de palas amarillas la evolución a ejecutar hasta estacionar el Starfighter en
el lugar establecido entre otros dos modelos de su misma clase.
Concluidas las
verificaciones finales y tras proceder al último chequeo, bajó por una cómoda
escala que había sido adherida al fuselaje. Miró el reloj. Eran algo más de las
cuatro y media. Tendría que darse prisa si quería estar de vuelta con la luz
del día en Ís.
El hangar contiguo, al
abrir sus compuertas, dejó contemplar un espléndido VZ en color azul cobalto
idéntico al que, anteriormente, pilotó. Le sorprendió el hecho, pues aquel no
era el lugar donde normalmente reposaban ese tipo de aparatos. No obstante,
dejó su curiosidad para otro instante. Ahora tenía claro su objetivo.
Junto a los F-4, sus
siete tripulantes mantenían una animada conversación. El cabello suelto de Pal,
la hacía destacarse del resto. Algo nervioso continuó su rumbo sin quitar la mirada
a su destino. Aquel pelo al viento inquietaba su serenidad y aplomo. Un
revolotear interno de mil mariposas deambulaba en un cosquilleo incesante
dentro de su estómago. Paró y mantuvo su posición a unos metros del grupo,
esperando. No quería interrumpir, ni manifestar grosería alguna de nuevo con
ella.
Posdata:
En el artículo del día 1 de
diciembre de 2020 (Rojo octubre, peligroso noviembre y brillante diciembre. III
Parte) comuniqué que personalmente había recibido por psicografía una serie
de técnicas y procesos para aplicar en psicoterapia, que solucionaba el 80% de
los problemas psicológicos del ser humano. La explicación resumida de esta
psicoterapia es que elimina el ego, te reconecta con tu alma (conecta la
Particularidad con la Singularidad) y tienes control emocional, siendo feliz en
tu vida actual; al mismo tiempo dije que lo había transferido a dos Almitas
maravillosas (psicólogas) que os los podía ofrecer mediante terapia, obvio que,
con remuneración, pues es su trabajo, y que además ellas lo harán, pues mis
tiempos están contados, para seguir en esa labor. No se trata de dar una
formación, sino de recibir terapia para quien lo necesite. Durante un tiempo os
habéis puesto en contacto conmigo para luego realizar el contacto con ellas
(Rosario y Yesenia), pero ahora ya podéis hacerlo de forma directa mediante su
correo profesional: terapia.psico2@gmail.com También podéis visitar su Web: http://www.psico2-internacional.es
Para las actualizaciones de Todo Deéelij y preguntas sencillas: deeelij@gmail.com
Nota a la posdata: si quieres recibir esta ayuda terapéutica, más vale que te comprometas contigo mismo, pues es exigente. Sólo apto para valientes y no timoratos.
===============================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.