Hay veces que aunque todo está en armonía,
algo aparentemente imperceptible nos impide profundizar en la consciencia de la
plenitud.
Este es el caso de una mujer que había
seguido consejos de Feng Shui para lograr la armonía en su hogar y pese a tener
todo como correspondía, algo le impedía sentir la profundidad que deseaba y un
sencillo reloj le dio la respuesta.
Muchas personas leen libros sobre Feng Shui
y aplican lo aprendido en sus hogares con la esperanza de hallar la tan deseada
armonía en sus vidas. Puede que muchas veces funcione y sea suficiente, pero
otras muchas veces, las personas que profundizan en esta milenaria filosofía,
suelen encontrarse con vacíos sin respuesta que suele llenar el miedo, la
obsesión o la incertidumbre.
Suelo recibir de forma habitual solicitudes
de contacto de personas que han llegado a esa fase y buscan más respuestas.
Esto fue lo que le ocurrió a una señora que
teniendo todo como indicaba el manual que había adquirido, no lograba la
profundidad de consciencia que deseaba.
Acudí de forma presencial a la vivienda y
revisé cada una de las zonas vitales. A simple vista, todo estaba en armonía.
La mujer había hecho un gran trabajo externo, sin embargo, la falta de
disciplina en la reflexión y en la meditación que eran importantes en ella, era
algo que se sentía incapaz de trascender.
Revisé la zona vital que sintoniza con dicha
vibración y al igual que en el resto de los casos, a simple vista estaba bien
trabajada. No obstante, algo llamó mi atención. En una pequeña repisa había un
reloj eléctrico parpadeando y la hora que marcaba no era la que correspondía a
aquel momento.
La mujer, consciente de mi atención al
reloj, me explicó con expresión de cansancio que ella siempre lo ponía en hora,
pero su marido lo desenchufaba con frecuencia para conectar un aparato y desde
hacía un tiempo había desistido de ponerlo en hora.
En muchas ocasiones, escuchar es lo único
necesario y ésta fue una de esas ocasiones.
La mujer, mientras me contaba el motivo de
que el reloj no estuviese en hora, tomó consciencia por sí sola de que la falta
de empatía del marido había generado una rendición interna de abandono por su
parte. Repasó mentalmente el tiempo que llevaba sintiéndose así y coincidía
aproximadamente con el tiempo que decidió no poner en hora el reloj.
Evidentemente, el problema no lo generaba el
reloj. El problema real era que ella se había rendido y había abandonado
internamente algo que deseaba en el lugar que lo necesitaba, y aquel reloj
parpadeando era un reflejo de su mundo interior.
Conforme observó e integró internamente
aquel reflejo, se comprometió con su necesidad real y en aquel mismo instante
pensó en una opción que hasta aquel momento no había concebido: conectó el
reloj a una base múltiple de enchufes para que su marido no tuviese que
desenchufarlo y él pudiese también hacer uso de la toma de corriente.
A los pocos días me contó que había regulado
de nuevo su hábito meditativo.
De una forma muy parecida a la solución del
reloj, observó una forma sencilla de adaptar su tiempo y espacio de meditación
a los ritmos de las necesidades compartidas de la pareja sin necesidad de
abandonar su prioridad por falta de atención externa.
"Cuando
ponemos el foco en las dificultades externas, nuestra capacidad de acción en
ellas acaba siendo limitada o nula. Cuando somos conscientes de que
internamente es donde realmente podemos trabajar, algo en nuestro interior se
abre a un campo más amplio que el mental y el orden que se obtiene siempre es
mayor y global."
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Autor: Andrés Tarazona (andres@andrestarazona.com)
Todos los jueves, desde el 7 de noviembre de 2019, Andrés comparte en este blog una serie de publicaciones centradas en
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