Tras el
pre-tránsito, llega lo que se denomina muerte, aunque no sea tal, y comienza el
tránsito en sentido estricto, que es la fase y el proceso que discurre desde la
salida del plano físico a la entrada en el plano de luz. Y es importante que
recuerdes que, cuando se abandona el cuerpo físico y se inicia el tránsito, el
estado de consciencia es exactamente el mismo que se tenía en los instantes
previos a desencarnar. El hecho de dejar el coche (el yo físico, mental y emocional) no varía el estado de
consciencia que se tenía encarnado en él. Esto remarca la significación de vivir
en consciencia el periodo de la vida física previo al tránsito. A partir de
ahí, cada uno tiene el tránsito que necesita. Así, una vez en la fase de
tránsito, el flujo natural de la vida lleva a evolucionar en consciencia hacia
el plano de luz. No obstante, rige el libre albedrío y cada cual vive el
tránsito que necesita en función de su estado de consciencia y devenir
consciencial. Concretamente, son dos los requisitos conscienciales para acceder
desde la fase de tránsito al plano de luz:
+primero, percatarte de que has muerto físicamente y has abandonado
el coche; y
+segundo, aceptar tal hecho, rompiendo en consciencia con todos los
vínculos, lazos e inercias que aún pudieras mantener con relación al plano
material.
Ambas circunstancias son condición sine qua non para introducirse en el plano de luz y representan
una toma de consciencia acerca del nuevo estado de vida y existencia.
Al desencarnar, no todos realizan la toma de consciencia sobre
estos dos requisitos de manera rápida: aun careciendo de materialidad, no son
pocos los que se siguen viendo y sintiendo consciencialmente a sí mismos con
corporeidad y se mantienen ligados y apegados a los deseos, emociones,
vaivenes, quehaceres, placeres y, muy especialmente, dolores y sufrimientos de
lo que fue su vida física, en la que en consciencia creen continuar estando.
La película El sexto sentido,
dirigida en 1999 por M. Night Shyamalan y protagonizada por Bruce Willis, lo
refleja muy bien, poniendo de manifiesto que el tránsito, además de constituir
una fase de la vida que discurre entre la salida del plano físico y la
entrada en el plano de luz, es un proceso consciencial en el que, cuando el
fallecido, por su estado de consciencia, no accede directamente y de manera
natural al “túnel de luz”, se viven experiencias que modifican tal estado e
impulsan la entrada en el otro plano. Es precisamente este proceso de evolución
consciencial lo que subyace en el concepto de “purgatorio”, aunque la visión
religiosa lo ha cargado de tintes negativos.
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Una nueva entrega
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