Mis
juicios…
Vértigo
inicial.
Cuando
aprendes a dejar de juzgar.
Primero
dejas de juzgar a los demás
Y
a los acontecimientos. Y a ti mismo.
Todo
te viene bien, todo es aceptado, no juzgado.
Cada
cosa se corresponde con lo que en realidad
Tiene
que SER. Y tú así lo aceptas.
Así
vives en un estado de paz infinita.
No
hay una sola nota discordante,
Todo
fluye en total armonía.
Sus
juicios…
En
la segunda fase se coge carrerilla.
Se
aceptan todos los juicios de los demás,
Los
dejas caer todos en el mismo saco, sin observarlos,
Con
total indiferencia.
Uno
ya descuenta que está quedando mal.
Acepta
sus aciertos y errores…
Y
ya está.
No
pretendes cambiar ninguna opinión.
Sabes
que no gustas a todos y lo agradeces.
Sería
cargar con demasiado peso
Y
necesitas las manos ligeras
Y
la espalda libre de cargas.
A
veces es necesario defraudar…
Cuando
alguien se ha hecho una idea irreal…
de
lo que TÚ eres.
Quizá
no buscaban tu YO real.
Querían
un YO inventado, hecho a su medida.
Por
tanto, al mostrarte cómo eres…
Haces
bien… reparas una idea errónea
Y
colocas al juez y al juzgado en una zona neutral
Acoges
el juicio con una tranquilidad total
Ese
juicio deja de “dolerte”
Y
pasa a una situación de “stand-by”
Ya
no permanece activo,
Se
vuelve inocuo
Y
no presenta ningún peligro.
Realmente
ese juicio
No
tiene nada que ver contigo.
Lo
sientes ajeno a ti y mientras…
Fluyes
en la ausencia de juicios…
Sin
pretensiones…
Sin
competiciones…
Solo
TÚ frente al mundo siendo UNO con ÉL.
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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
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