Por su propia inconsciencia y por la
manipulación a la que la élite los somete, una ingente cantidad de seres
humanos se comportan y actúan cotidianamente como el gran rebaño dócil y alienado que esa élite pretende, es decir, reproduciendo miméticamente,
cada cual en su escala e inmersos en una esclavitud consentida, los hábitos,
pautas, conductas, normas y paradigmas derivados de la visión de la vida, el
mundo y la existencia inculcada desde el círculo primero del entramado de
dominio y la red de círculos que de él dependen. Utilizan para ello infinidad
de instrumentos y procedimientos. Valgan estos botones de muestra:
+La educación (colegios, institutos, universidad…): La educación no es
tal, pues no sirve para colaborar a extraer de los niños, adolescentes y
jóvenes lo mejor de sí mismos (sus dones y talentos innatos), sino para
formatearlos con el modelo de vida y los sistemas de creencias impuestos por el
sistema, transformando la educación en un ejercicio de aleccionamiento y
amaestramiento en un contexto cada vez más desmotivador.
+Medios de comunicación (televisión, radio, periódicos…): Los medios de
comunicación de masas practican a consciencia la desinformación y difunden
adrede noticias siempre negativas -nunca las de cooperación, solidaridad y amor
que cotidianamente acontecen de una esquina a otra del planeta, tu ciudad o tu
barrio- para mantener a la gente en el temor, la turbación, la ofuscación y la
ignorancia.
+Promoción desde todos los estamentos
sociales (familia, instituciones, empresas, ámbitos culturales y deportivos…)
del materialismo como razón de ser de la vida: consumo/consumismo; anhelos y deseos estrictamente materiales -dinero,
bienes, poder, éxito…-; ritmo de vida
basado en el culto a la velocidad, con los impactos de estrés,
prisas y excesos que acorralan a la mujer y al hombre “modernos”; y carencia de una visión trascendente de la
existencia o, en quien la tenga, contaminación de la espiritualidad mediante religiones
falsas y tergiversadas.
Por estas vías y muchas más, se practica y consolida la manipulación de
la Humanidad, que cuenta con tres ejes fundamentales:
+El miedo y la inseguridad: En pro de sus
objetivos, la élite se ha especializado en el uso de ambos. Conoce bien la cadena de reacciones que provocan en cada ser humano y la
sociedad. Y los utiliza para que su dominio, cada vez más obvio y evidente, sea
aceptado por la gente como única solución posible y teórico mal menor en un
contexto de crisis sistémica, desconcierto general e incertidumbre personal generado
por ellos mismos: guerras y “conflictos locales” provocados constantemente en
distintos puntos del planeta; “enfermedades globales”, con campañas mundiales
de pánico masivo asociadas a hipotéticos riesgos de pandemias; actos de
violencia y terrorismo que la misma élite alienta, cuando no organiza
directamente, fomentando una dinámica continúa de confrontación, dolor y
resentimiento; turbulencias económicas permanentes para evitar referencias de
estabilidad en la vida de las personas, etcétera. Y los mismos que provocan
todas estas situaciones se disfrazan de salvadores supuestamente dispuestos a evitarlas o paliar sus efectos (el pirómano que se viste de bombero).
+La visión, la noción y la convicción de
que este mundo –la vida humana, este planeta…- constituye un plano inferior e
imperfecto del Cosmos y la Creación: un valle de lágrimas donde tienes que
esforzarte, aprender y comportarte adecuadamente (es decir, conforme a los
sistemas de creencias, normas morales y preceptos religiosos que la élite
inventa e introduce en tu cabeza cual programas informáticos) para ganarte y
ser merecedor de la “ascensión” a un plano pretendidamente superior (el Cielo,
la Gloria, otra Dimensión…).
+Y, muy especialmente, la creencia en el
tiempo, que es la columna vertebral de la manipulación que sufres. La ciencia
confirma que el tiempo es una percepción ilusoria de la realidad, pero tú crees
en él. En tu vida, la Naturaleza, el Cosmos y la Creación no existe el tiempo,
sino los ciclos, en cuyo seno y discurrir sólo laten el aquí-ahora y la cadena de causas-efectos generada por cada acción y acontecimiento. Pero por
todos los medios te hacen creer en la existencia del tiempo. Y, a partir de
ahí, el “acto de pensar”, que se produce en el aquí-ahora, se transforma en el
“proceso de pensar”, donde el momento
presente, lo real, deja de existir y el tiempo, una mentira, ocupa su lugar,
colocando tu atención en lo que pasó o podría pasar y en escenarios y
situaciones distintos de los que estás viviendo… El aquí-ahora es un espacio sagrado de libertad donde generas –tú y solo
tú– las actitudes, acciones y reacciones con las que vives la vida y respondes
a cada hecho, estímulo o impacto exterior. Sin embargo, la creencia en el
tiempo te saca de la realidad (ya no estás ahí,
sino viajando en el tiempo). Y, sin darte cuenta, no actúas en el momento presente de manera
consciente, sino, debido a tu ausencia, con respuestas automatizadas derivadas
de los sistemas de creencias que han insertado en tu mente.
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Una nueva entrega
de Recordando lo que
Es se publica en
este blog cada domingo.
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