La reaparición de los comisarios
políticos
Más allá de
las apariencias superficiales, la actual sociedad muestra un perfil nítidamente
autoritario que se pone de manifiesto en la imposición de las versiones
oficiales y el pensamiento único, la prevalencia de la opinión de los “expertos”,
el adoctrinamiento mediante la manipulación del inconsciente colectivo, etcétera.
Siendo esto
así, es de lógica pensar que en el momento presente debiera reaparecer el “comisario
político”: una figura que, si bien cuenta con diversos precedentes históricos, se
popularizó a partir de los primeros lustros del pasado siglo XX bajo el
auspicio de regímenes totalitarios. Así, el Diccionario
de la Academia Española de la Lengua lo define como “persona vinculada a
algún sector del poder dominante que ejerce un tipo de control ideológico o
político”.
Ahora bien, dado
que el creciente autoritarismo se enmarca en la naturaleza profundamente distópica
de la sociedad, viene acompañado de la extensión del uso de la “neolengua”, en
expresión acuñada por George Orwell en 1984.
Esto es, la simplificación y la sustitución de palabras y términos para
controlar el pensamiento de la gente.
Es por esto
que hoy día, cuando el comisario político reaparece con fuerza, no reciba el
nombre de tal, sino la “neolinguística” denominación de “agente antirumor”.
Los agentes antirumores
Los agentes antirumores
operan ya en numerosos países de todo el globo. Y en el viejo continente forman
parte de una iniciativa de la Comisión Europea que han hecho suya diversos
territorios de la UE.
Valga el
ejemplo del País Vasco, donde funciona la llamada “Estrategia AntiRumores en
Euskadi”. A ella se han sumado diferentes Ayuntamientos, como el de Vitoria, donde
el pasado 28 de enero tuvo lugar en "IV Encuentro Anual de Agentes AntiRumores”
y en cuya web se ofrece amplia información al respecto:
https://blogs.vitoria-gasteiz.org/medios/tag/estrategia-antirumores/
O el de Getxo,
que el 14 de marzo de 2023 sacó a concurso público el "Servicio de gestión
integral de la estrategia antirumores 2023-2025", por el que se elegirán a
los agentes antirumores de la ciudad:
Y cual botón
de muestra de cómo actúa la neolengua, resulta curiosa la definición que estas instituciones
oficiales otorgan al agente antirumor: "Una persona comprometida con su
ciudad, que respeta y aprecia la diversidad. Cree que una convivencia inclusiva
es un horizonte de oportunidad y apuesta por una ciudad tolerante y diversa.
Los y las agentes reciben una formación básica y se implican en influir en los
ámbitos de su vida cotidiana (laboral, familiar, amistades…) tratando de
desactivar los estereotipos negativos y falsos rumores".
De este modo se
esconde la realidad de integrar en el presupuesto público a hombre y mujeres
dispuestos a garantizar la preminencia e integración social de las versiones
oficiales, el pensamiento único, la opinión de los “expertos” y las consignas propias
de la manipulación del inconsciente colectivo.
Todo lo cual no sería posible si no fuera porque la sociedad distópica y autoritaria ha introducido en buena parte de los ciudadanos el miedo, la inseguridad y la incertidumbre hasta el punto de que estén dispuestos a cambiar la libertad por una teórica seguridad y a aceptar la necesidad en su vida cotidiana de ser vigilados, monitoreados y controlados.
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