1. Entrada
Nietzsche, Hegel y Marx se hicieron eco de esta frase: “Dios ha
muerto”. Cada uno refiriéndose a diversas índoles, pero en ningún caso
refiriéndose a que Dios había nacido y luego muerto. Pero lo que subyació es
que realmente Dios había muerto. Y algunos intereses creados la tomaron en esta
literalidad para atacar a los antes mencionados. Así, pues, se nos ha
trasladado desde hace siglos la idea de que Dios ha muerto, literalmente. El
problema es que muchas personas lo han creído a pies juntillas. Aunque lo
dañino ha sido que esta humanidad ha crecido con una idea falsa de Dios, no ya
desde la mención por los filósofos reseñados, sino desde mucho antes. Verás a
qué me refiero.
Hemos creído, y nos han hecho creer, en un Dios vigilante y
castigador. Un Dios vengador. Pero lo más duro ha sido que nos hicieron creer
que la humanidad no es nada. Por tanto, considerarnos algo más que humanos ha
sido vilipendiado. Esta raza que habita este planeta es un capricho de vete a
saber qué y no tiene posibilidades algunas. Una estirpe desprovista del más
mínimo atisbo de divinidad que es vigilada y controlada por unos pocos
encargados de que no nos pasemos de la raya amen del castigo divino.
2. El homo femenino
Además, resulta que la palabra Dios tiene un significado masculino.
Como consecuencia, para nosotras, si Dios murió, ni siquiera existimos. Y así
ha sido en los anales de la historia: apenas se nos ha dejado existir. Sólo
imaginar que Dios posee un carácter masculino excluyendo la esencia femenina,
es imaginar con torpeza, por no añadir más adjetivos.
Dios, no es ni masculino ni femenino, sino que posee los dos
atributos al instante. Dios es Padre y Madre, al instante. Y cuando me di
cuenta de ello, y no alargaré el proceso de mis deducciones, me di cuenta de
que soy Diosa. No una Diosa, sino Diosa y Dios al mismo tiempo. Ahora que reconozco en mí la Diosa-Dios que Soy, me
encuentro plena, inmensa, perfecta, divina, esplendorosa, llena de amor,
henchida por amar.
¡Cuánto tiempo hemos estado perdid@s, muert@s a nuestra Diosa-Dios,
Dios-Diosa interno, esencial! Da igual, lo que es trascendental es darse cuenta
de que cada un@ Es, Divinidad. Toda la Humanidad , y mucho más, es Divinidad. De lo que
se trata es que más personas se den cuenta de ello. Pues, ahora que sé de mi
Divinidad, me siento y me sé una Diosa-Dios, en Divinidad, Tremendamente
orgullosa.
Soy Divinidad.
3. Embarázate. Renacer. Créate.
Quedan nueve meses, desde el momento en que esto escribo, para el
Gran Parto Cósmico, que llamo Parto de la Divinidad en la Humanidad , o de la Humanidad a la Divinidad. Lo será en
aquella parte de esta Humanidad que se quiera dejar embarazar de Divinidad. A
mí, chica que soy, quizá me ha sido más fácil que a un chico quedarme
embarazada de mi Divinidad. Y sé que me voy a parir, a la Divinidad. Sé que
estoy renaciendo en mí, en mi Divinidad. Sé que estoy creándome a mí, a mi
Divinidad.
Ni te imaginas lo feliz que me encuentro embarazada de mí, por mí y
para mí, aunque es para toda la
Humanidad en Divinidad. Desde aquí, ya, te invito a que te
quedes embarazad@ de ti, de tu Divinidad, para parirnos junt@s en el renacer de
la Divinidad. Que
está al caer. Que está llegando.
4. Dios no ha muerto, sino que está recreando en la Divinidad
Dios no ha muerto; Dios se está gestando, para recrearse en una
Divinidad maravillosa, espléndida, inimaginable.
¿Te imaginas lo que es parirte a la Perfección de una
Divinidad Amorosa sin límites? Para mí
es más fácil, dado que parí a una Diosita y un Diosito; dos partes de mí,
Divinas.
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Autora: Paz María Sosiego
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