Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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13/7/20

Inductores de complejidad (2 de 2) (Visión sistémica del mundo: 26)


Sensibilidad

Todos tenemos un concepto totalmente subjetivo de la sensibilidad, porque es un atributo esencial de nuestra vida. Las cosquillas es un ejemplo cotidiano y muy personal de la sensibilidad. Hay personas que tienen cosquillas en la planta de los pies, de modo que a poco que se les acerque una pluma de pájaro a los dedos les entra la risa, mientras otras, ni se inmutan. Una persona sensible es aquella que se emociona con los problemas de los demás, mientras que otra insensible o fría puede ni pestañear ante los mismos problemas. En fin, estos son ejemplos de la vida diaria que indican que la sensibilidad es tanto mayor cuanto más intensa es nuestra reacción ante estímulos externos.
En teoría de sistemas, la sensibilidad expresa cuáles son las variables que tienen mayor influencia en el comportamiento de un sistema. Por ejemplo, el público es muy sensible ante los anuncios de subida de las gasolinas. Las colas que se forman en los surtidores pueden ser kilométricas. La bolsa es un sistema muy sensible a las noticias; “sesión de pánico en las bolsas con fuertes caídas en todos los parquets” escuchamos cuando por alguna noticia de fusión, de subida de tipos, de despido masivo en una empresa importante, etc., los índices caen varios enteros.
La Naturaleza presenta una alta sensibilidad ante determinadas perturbaciones. Acordémonos del problema de los cloro-fluoro-carbonos, los CFC. La atmósfera es una estructura tremendamente compleja. Curiosamente los gases del efecto invernadero y los CFC están presentes en el conjunto de la atmósfera en proporciones ínfimas, sin embargo, la atmósfera presenta una altísima sensibilidad y los efectos son de todos conocidos.
Hablamos de sensibilidad en relación a la respuesta que un sistema da ante mínimos cambios de determinados parámetros, es decir, cuando una variación del horizonte cero en un parámetro en cantidades ínfimas, provoca un cambio espectacular.

Regímenes de comportamiento impredecibles

Otra cuestión es la existencia de los denominados atractores, o lo que también se denomina “comportamiento en régimen permanente”. ¿Qué sucede cuando una variable experimenta un crecimiento aparentemente leve y de pronto se dispara en un crecimiento o caída imparable? Esto no es sensibilidad, sino la aparición de un régimen impredecible, caótico.
Aun así, esta brusca variación del comportamiento puede ser predecible. Y puede serlo si se es capaz de identificar variables que muestren tales síntomas, de modo que permitan evidenciar que “de seguir las cosas así..., más tarde o más temprano, se producirá una ruptura en el comportamiento”.
La predecibilidad de un sistema no consiste tanto en adivinar el futuro con exactitud –esto sería determinismo barato, que además actualmente es poco menos que imposible-, sino en determinar el perfil básico de la trayectoria temporal.
Todo sistema dinámico puede mostrar un considerable número de comportamientos diferentes, según las circunstancias. Pero de mantenerse a lo largo del tiempo una cierta regularidad en el entorno, los sistemas “tienden” a estabilizarse en torno a un conjunto de valores, alcanzando con ello el estado estable o estacionario. Este conjunto de valores en torno al cual el sistema se estabiliza es lo que se denomina atractor. El atractor es por tanto aquello hacia lo que tiende un sistema en búsqueda de su “steady state”. Un péndulo es un ejemplo sencillo. En tanto existan fuerzas de rozamiento, el péndulo tenderá a minorar la amplitud de su balanceo hasta detenerse. Utilizando lo que se denominan diagramas de fase que describe el ángulo formado entre el péndulo y la vertical, vemos cómo este diagrama describe una espiral orientada hacia el centro, punto en el cual, el péndulo se detiene.
El péndulo de un reloj de pared, en tanto haya cuerda suficiente, no se detiene, y el diagrama de fase no es una espiral, sino una circunferencia.
En terminología formal se dice que las trayectorias de un sistema bajo “condiciones iniciales idénticas” son siempre idénticas. Y si varían dichas condiciones, variarán las trayectorias, aunque, si el modelo está bien estructurado, suele haber una tendencia normal hacia un comportamiento asintótico o periódico final a largo plazo.
El comportamiento a largo plazo de un sistema se conoce como “comportamiento en régimen permanente”.
En puridad, si esto fuese absolutamente cierto, concluiríamos que el determinismo rige nuestras vidas. Y así pareció ser en la física del siglo XIX.
Henri Poincaré estudiando la mecánica celeste, trató de aportar un método de análisis para alcanzar una visión global de los modos de comportamiento de un sistema, el conjunto completo de posibles comportamientos, y no sólo una trayectoria particular. Estudiando el comportamiento gravitatorio de dos cuerpos celestes, el determinismo triunfaba sin problemas, el comportamiento de dos cuerpos que se atraen es predecible. El problema surgió cuando trató de introducir un tercer cuerpo. Se encontró con resultados asombrosos. Las trayectorias de los cuerpos no eran predecibles, eran complejas, tanto que las denominó “enredo homoclínico”. Este concepto dio lugar con el tiempo al concepto de “atractor”.
En 1963 Edward Lorenz, del MIT, tratando de explicar el comportamiento de los modelos de predicción en meteorología observó cómo el clima seguía pautas razonables de periodicidad en su comportamiento, sin embargo nunca dos modelos meteorológicos se repetían exactamente. Para explicarlo Lorenz simuló en un ordenador un sistema dinámico simple compuesto por tres ecuaciones diferenciales, cuyo resultado en un diagrama de fase fue el ya archifamoso atractor de Lorenz.
De todos los atractores posibles, sólo tres permiten asegurar una completa predecibilidad, el punto, la circunferencia y la espiran decreciente. El resto de atractores implican un comportamiento extraño, que puede quedar fuera de control en según qué circunstancias.
El efecto mariposa
Este concepto de la Teoría del Caos, dice que, si en un sistema dinámico se produce una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo. Es tradicionalmente conocido con el ejemplo de Edward N. Lorenz, como que el batir de unas alas de una mariposa en Hong Kong, hace que llueva en Nueva York, o que, si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticos, pero en uno de ellos hay una mariposa aleteando y en el otro no, a largo plazo, el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy diferentes.
Con la pandemia del Covid19, tenemos un claro ejemplo de “Efecto mariposa”, lo indicamos en el addendum sobre la pandemis en el libro “Consciencia y Sociedad distópica”. Y nuestra mariposa es un pequeño ser que ni siquiera se está de acuerdo si es un ser vivo, que mide 100 nm (nanómetros), la millonésima parte de un milímetro, pero con el poder real de aniquilar la civilización. Para poner un ejemplo, una ficha de dominó puede físicamente tumbar otra ficha de dominó, igual de altura que ella y hasta a otra 1,5 veces más alta. Y esta, a otra 1,5 veces más alta. Si una ficha de domino de 1 milímetro tira a la siguiente de 1,5 milímetros y esta, a la siguiente de 2,5 milímetros, la ficha número 32 de la secuencia en caer tendría una altura de 287 metros, que tumbaría sin problemas una ficha de tan solo 50 metros menos que el edificio Empire State de Nueva York. Así que nadie piense que hay enemigo pequeño.
Aunque estamos ya en clara fase de desescalada, nadie es capaz de predecir las consecuencias a medio y largo plazo del batir de las alas de las mariposas. Ahora y en los próximos días, puede que exploten las ligaduras más sensibles y débiles de la sociedad, pero sus efectos puede que repercutan hacia otras que nadie pensaba, pudieran romperse. Es decir, estamos a nivel planetario en el borde de un efecto explosivo de consecuencias que, a saber, dónde pararán.
Este efecto multiplicador, no hay sistema político ni económico que lo pueda resolver, si se despliega de este modo. Por esto, este tipo de acontecimientos son “sucesos Cisne Negro”, es decir, “lo peor que nos puede pasar”.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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