==============================================
El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
===============================================
Un futuro habitado por una
masa de inútiles bajo el yugo de una élite de semidioses dopados con
biotecnología. Si su nieto no forma parte del grupo de privilegiados, lo más
probable es que sea un parado crónico. La culpa de su crisis laboral no será de
un chino que demuestra ser más productivo en la jungla de la globalización,
sino de un ordenador. Pero, tranquilo, la frustración que sentirá él va a ser
anestesiada con una nueva fe predicada desde el púlpito de Silicon Valley, pastillazos... y quizás vídeos de gatitos.
Así es el mañana que
aventura al ser humano Yuval Noah Harari, posiblemente el
antropólogo más influyente de este siglo.
«No predigo el futuro. Me
limito a plasmar las distintas posibilidades que ofrece», puntualiza el
intelectual. Esta frase es su defensa en el juicio de la posteridad, como si
necesitara protegerse de la imagen que proyecta de superestrella del ensayo pop
que ha seducido a Obama, Bill Gates y Mark Zuckerberg con sus provocaciones.
Harari (Haifa, 1976) es ante todo una especie de la mitológica Casandra que nos
advierte de los peligros que acechan a la Humanidad y las posibilidades reales
de que nuestro futuro sea una distopía.
No se encuentra muy bien
por culpa de un catarro. Harari es un hombre de apariencia frágil,
exquisitamente educado, judío mizrajim (de origen libanés aunque nacido en Israel),
homosexual y vegano. Antes de empezar a conversar, se llega a un acuerdo para
no hacer la sesión de fotos en la calle para no agravar su destemplanza bajo la
lluvia de Madrid.
Como representante que soy, al menos por comparecencia, de la
próxima raza de los 'inútiles' que vivirán en el lumpen laboral, querría
preguntarle si esa división social se realizará sin violencia.
Este cambio es inevitable.
Los taxistas, los médicos o los traductores perderán sus empleos víctimas de la
sofisticación de los coches autónomos, robots de diagnóstico y un traductor de
Google mejorado. Son sólo unos ejemplos, pasará con muchas profesiones. Esto no
quiere decir que no surjan nuevos trabajos, pero será difícil reciclar a gente
con empleos tradicionales y convertirlos en diseñadores de mundos futuros.
Históricamente las sociedades con mucha población poco productiva
se han derrumbado.
Alimentar a la población no
será en este caso un problema gracias a la tecnología. Sí lo será dotar de
sentido a las vidas de todas esas personas. Algunos expertos apuntan a que la
realización colectiva pasará por juegos informáticos de realidad virtual y el
uso de drogas y medicinas capaces de manipular el estado mental. Eso no es una
profecía. En la actualidad ya lo hacemos para tratar el estrés, el Trastorno
por Déficit de Atención (TDA) y la depresión. Ésta última es una epidemia
global que va a más. Es probable que en 50 años la mayoría de la gente consuma
drogas.
Dios ha muerto, Marx ha muerto... Y además usted es un
relativista. Sin embargo el ser humano siempre ha necesitado guiarse por alguna
creencia trascendental.
Sin duda, por eso creo que
en el futuro habrá un auge de tecnorreligiones surgidas en Silicon Valley.
Éstas harán las mismas promesas que las religiones tradicionales, pero con una
diferencia importante: el paraíso no estará detrás de la muerte, sino en la
vida.
Eso ya lo intentó el comunismo...
Marx y Engels nos dijeron
que no esperáramos al cielo y fundaron la primera tecnorreligión de la
historia. Pero su aplicación fue un fracaso. El nuevo paraíso se basará en la
informática y la biotecnología. Hay mucha gente en Silicon Valley que se toma
muy en serio lo de alcanzar la inmortalidad a través de la Inteligencia
Artificial. Imagine cuando eso se consiga: si alguien ofrece un paraíso en
vida, mientras las religiones competidoras lo ofrecen en el más allá, es más
que probable que la primera opción resulte más seductora, ¿no?
Habla del fin de la muerte gracias a los avances médicos, pero
hace pocas semanas un artículo publicado en la revista Science explicaba que la comunidad científica fija en 125 años el
límite de la vida humana...
Leí ese artículo que usted
menciona y es cierto que nuestro límite biológico está en esa edad. Hasta ahora
la ciencia médica se ha limitado a evitar una muerte prematura... Eso se puede
ver cómo en pocas décadas las estadísticas de mortalidad infantil han caído
espectacularmente. Si curamos el cáncer o el Alzheimer viviremos hasta nuestro
límite. El objetivo futuro será utilizar la ingeniería genética para rediseñar
el cuerpo humano. Se podrán rejuvenecer órganos, usar células madre, crear vida
inorgánica y convertirnos en cyborgs. O incluso trasladar la conciencia humana
a los ordenadores y vivir para siempre. Dudo de algunas de estas ideas, aunque
sé que hay profesores muy competentes que trabajan en su desarrollo. Sí estoy
seguro que cuando se pueda derrotar a la muerte, evolucionaremos y seremos una
entidad mucho más diferente respecto al homo sapiens de lo que somos hoy
nosotros respecto a los chimpancés.
¿Entonces el diseño inteligente se impondrá a la evolución?
Exacto. Después de 4.000
millones de años de evolución natural, desarrollaremos humanos ayudados por
ordenadores y vida inorgánica. Podría ser la mayor revolución de la historia de
la biología, un impulso para plantearnos de verdad la vida fuera de la Tierra.
En la actualidad, colonizar otros planetas con nuestras características
biológicas es una quimera.
Lo más inquietante del dataísmo para mí es que pretende acabar con
lo que podría llamarse soledad elegida. ¿De verdad placeres individuales como
leer un libro, cantar en la ducha o el onanismo acabarán siendo pasto de las
redes sociales?
Soy el primer interesado en
valorar la soledad, pero el mundo ha cambiado ya delante de nuestros ojos. A mi
sobrina le encanta ver en internet jugar a otros niños. Cuando lo descubrí, no
me lo podía creer. ¿Por qué no jugaba ella, que seguro que es más divertido?,
me preguntaba. Los jóvenes se graban todo el rato y lo exhiben. Quien tenga
hijos pequeños lo comprueba cada día. Recuerdo que en los noventa se puso de
moda entre los adolescentes escribir un diario. La idea era proteger la
intimidad, incluso algunos venían con candado. Hoy todo es diferente, un crío
escribe un blog o una entrada en Facebook porque quiere que le gente le lea.
¿Qué ocurrirá cuando existan algoritmos tan poderosos que calculen
perfectamente los intereses y prejuicios de cada votante?
Me temo que tanto en
economía como en política los seres humanos perderemos nuestro poder. Eso es
terrible porque el Estado y las élites nos van a ver como prescindibles. En el
siglo XX los políticos invertían en hospitales y carreteras, incluso los
dictadores, porque necesitaban a la gente ya fuera como votantes, soldados u
obreros para las fábricas. Actualmente se ve más claramente en algunos campos,
como el bélico: con la tecnología y el profesionalismo el valor militar de un
ciudadano es prácticamente cero. Y en política sólo hay que ver el apoyo que
han obtenido Donald Trump y los populismos europeos. Esto es una señal de que
la gente empieza a ser consciente de su pérdida de influencia y busca
rebelarse.
Si las estructuras políticas actuales no son capaces de procesar
rápidamente toda la información que hay, ¿quién lo hará? Si quedara en manos
privadas, ¿es necesario vigilar, como advierten analistas como Evgeny Morozov,
el mercadeo de nuestros datos desde Silicon Valley?
No veo que empresas como
Google o Facebook sean malas en sí. Para mí el problema es que el sistema
político no hace su trabajo. No hay ningún partido que piense en el futuro de
la humanidad. Pongamos el caso de Rusia. Hace 100 años Lenin tenía una visión
futurista y disponía de una tecnología pobre. Pensó en cómo crear una sociedad
nueva y en destruir la que encontró. Hoy Vladimir Putin cuenta con una
tecnología mucho más sofisticada que Lenin, aunque su mayor ambición se reduce
a intentar recuperar para Rusia el imperio de los zares. Hay que entender que
la política ha perdido la capacidad de tener visiones con sentido de la
humanidad, aunque fueran equivocadas y crueles.
Los gobiernos aún no tienen una postura clara sobre internet.
Resulta que la mayor
revolución de la historia reciente no ha salido de ningún programa político.
Las principales decisiones sobre la Red (intimidad, seguridad, mercado
laboral...) no han sido tomadas en parlamentos, sino por ingenieros y
empresarios que no representaban a nadie. La política se ha alejado totalmente
de la tecnología. En los próximos 50 años, la Inteligencia Artificial y la
ingeniería genética serán determinantes en nuestras vidas, pero nadie las
menciona, ni siquiera en unas elecciones tan importantes como las recientemente
celebradas en Estados Unidos. ¡La tecnología más sofisticada citada en campaña
fue la relacionada con los emails enviados por Hillary Clinton desde un
servidor equivocado!
Esa noticia es una muestra más de la velocidad informativa y de lo
difícil que es para el consumidor discernir cuál es la información realmente
útil.
En el pasado, el rey o el
abad del monasterio guardaban los libros bajo llave y su acceso era muy
restringido. Ahí anidaba el poder de la élite: ellos eran los únicos que sabían
leer. La censura de hoy no limita la información como antes, sino funciona con
una estrategia contraria: avasallar a la gente con datos. El poder de los que
mandan radica en saber qué se puede pasar por alto y qué es lo importante entre
tanta información. Esto lo demuestra la actitud del consumidor común de
internet. Se mete en la Red a ver vídeos de gatitos cuando podría estar
accediendo fácilmente a publicaciones de expertos sobre, por ejemplo, el
calentamiento global, algo mucho más relevante en su vida que los gatos. Pero
no lo hace.
========================================
Entrevista a: Yuval Noah Harari
Fuente:
========================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.