Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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29/10/18

Estamos ante una mutación del sistema socioeconómico (Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica)


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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
http://emiliocarrillobenito.blogspot.com/2018/09/proyecto-de-investigacion-consciencia-y.html
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EL SISTEMA SOCIOECONÓMICO VIGENTE: SUS SIETE SEÑAS DE IDENTIDAD

          El sistema socioeconómico vigente, comúnmente llamado capitalismo, cuenta, desde su aparición en el siglo XVI, con siete señas de identidad fundamentales:

+Da prioridad al valor de cambio de las cosas (su precio de transacción en el mercado) en detrimento tanto de su valor de coste (lo que cuesta producirlas) como de su valor de uso (su utilidad para el ser humano). Por ejemplo, el agua tiene un gran valor de uso, porque es imprescindible para el ser humano, pero no tiene un precio alto. Y, en cuanto al valor de coste, las cosas no siempre se venden en función de lo que cuesta producirlas (es decir, en función de las materias primas, la mano de obra y la energía requeridas). La prioridad que se da al valor de cambio promueve la confusión entre valor y precio y alienta y alimenta la especulación como esencia y razón de ser del sistema. Así, por ejemplo, cosas que tienen un coste de producción pequeño se venden a un precio muy alto. La especulación ha ido incrementándose con el paso del tiempo, pero ya estaba en el inicio del sistema. Por ejemplo, en España hemos vivido recientemente el estallido de la crisis inmobiliaria: el precio de las viviendas se fue incrementando conforme pasaban de mano en mano con fines especulativos, hasta que dicho precio llegó a ser muy superior al valor de uso y al de coste.

+Maximización del beneficio como meta y objetivo central de la actividad económica. Esta característica ha ido experimentando modulaciones con el tiempo. Hubo una época en que el sistema se moderaba a sí mismo en cuanto a alcanzar el máximo beneficio para no matar a la gallina de los huevos de oro; para ello, se prorrogaba la consecución del máximo beneficio para que este fuese real y se prolongase durante el mayor tiempo posible. Por ejemplo, cuando aparecieron los grandes almacenes, se encontraron con el problema de que en los núcleos urbanos estaba asentada una red de pequeños comercios. Los grandes almacenes sabían que tenían que echar a un lado al pequeño comercio; entonces, cuando se instalaron en las grandes ciudades, estuvieron un tiempo trabajando incluso con pérdidas (vendiendo productos por debajo de su precio de coste) para atraer clientela e ir arruinando los negocios locales. Cuando la gente ya se hubo acostumbrado a ir a los grandes almacenes, fueron incrementando los precios. Así pues, acudieron a una estrategia para modular la consecución del máximo beneficio. Pero con el paso de los siglos y las décadas el sistema en general se ha ido haciendo más cortoplacista, y actualmente quiere ganar lo máximo posible en el menor tiempo posible, sin que le importe el mañana.

+Apropiación y acumulación en unas pocas manos de los beneficios económicos, de los recursos del planeta y de la riqueza social de la humanidad. Este objetivo también estaba ahí desde el inicio mismo del sistema económico imperante. Para lograrlo, fue extendiendo una creencia falsa, que se fue haciendo suya la mayor parte de la gente: la idea de que en la economía rige la escasez, de que lo que hay en el mundo es escaso. Es más, la economía se suele definir como la ciencia de tender a satisfacer las necesidades humanas con recursos escasos. Pero dicho postulado es una entelequia; una creencia que al sistema le interesa mantener para enmascarar el hecho de que no es que las cosas sean escasas, sino que están acumuladas en muy pocas manos. El sistema evita la distribución justa y equitativa de las rentas generadas, pero en realidad es la abundancia lo que impera en la Tierra y el cosmos. Por ejemplo, hay fuentes de energía que son abundantes e infinitas; cosa distinta es que esto al sistema no le interese, y quiera en cambio promover las energías que sí son escasas, como el carbón y el petróleo. (Ya está a disposición del ser humano la tecnología que permitiría extraer energía de la ionosfera del planeta; una energía que es ilimitada, puesto que la ionosfera se está recargando continuamente a causa de la influencia del Sol. Hay, además, otros sistemas de energía libre que el sistema intenta por todos los medios que no fructifiquen). La escasez nos afecta mentalmente, de modo que la gente aborda la vida desde la perspectiva de la escasez. Y con el fin de satisfacer sus necesidades básicas (así como las muchas provocadas artificialmente por el propio sistema) creen que no tienen otra opción que la de venderse como fuerza de trabajo. Esto hace que la gente olvide algo muy importante, y es que ningún ser humano ha nacido para trabajar. Se nos hace creer que el trabajo es un derecho, cuando en realidad es una imposición, y es una esclavitud cuando no tiene que ver con el ejercicio de los propios dones y talentos. Pero dentro de la mentalidad general de escasez, quien obtiene un trabajo se tiene por feliz… (Más sobre todo esto en el capítulo «Consciencia y dones»).

+Geoestrategia expansionista permanente. El sistema siempre va a más; siempre pretende acumular más, dominar más. Y no le importa cuáles son los medios a utilizar para conseguirlo. El sistema provoca conflictos y guerras dentro de la geoestrategia expansionista, y también genera una sensación constante de miedo e inseguridad entre la gente. Esto es un caldo de cultivo idóneo para que quienes manejan el sistema aparezcan como salvadores (cuando, paradójicamente, son quienes han promovido las inestabilidades, de forma directa o indirecta) y para que la gente se someta dócilmente cual rebaño.

+Voracidad ecológica. La naturaleza y el planeta entero son puestos al servicio de la maximización del beneficio y las estrategias de acumulación de la riqueza por parte de unos pocos, a quienes no les preocupan los impactos medioambientales. No tienen en cuenta que el planeta constituye el hábitat mismo de la humanidad y que de él depende su supervivencia. No es tanto el planeta lo que estamos afectando, que tiene miles de millones de años de vida y una gran capacidad de resiliencia, como la capacidad misma de supervivencia de la humanidad.

+Sometimiento de la ciencia y los adelantos tecnológicos a los dictados de la maximización del beneficio, la geo-estrategia expansionista y los intereses de quienes se han apropiado de la riqueza social. Hay descubrimientos e inventos que no salen a la luz o al mercado, o no lo hacen hasta que al sistema le interesa. Por ejemplo, hay descubrimientos que afectan al funcionamiento de los ordenadores que no están comercializados porque aún se está obteniendo un beneficio elevado de las antiguas herramientas informáticas. Se sustituirán cuando al sistema le interese desde el punto de vista de sus ganancias.

+Por último y no lo último, fomento entre las personas de un sistema de creencias que alimenta una visión egocéntrica del mundo y de la vida, alejada de cualquier sentido trascendente de la existencia y apegada a lo material. Para que se entienda: hubo un tiempo en que la ciencia tenía una visión egocentrista del universo, que se basaba en el hecho de que la Tierra era el centro del cosmos (incluso el Sol representa que daba vueltas en torno a la Tierra). Ahora ya no pensamos que la Tierra sea el centro del universo, pero el sistema ha conseguido que cada ser humano crea que es el centro del universo. Cada persona cree que todo está a su disposición (incluida la naturaleza, los otros seres humanos y el planeta). El sistema promueve una visión aislada, fraccionada, rota del ser humano, en que este ya no se ve como miembro de una comunidad que a su vez está integrada con la Madre Tierra y en simbiosis con ella. En esta visión, lo trascendente o espiritual ya no pinta nada.

         Sobre estos siete pilares, el sistema ha crecido y se ha desarrollado en tres grandes fases, correspondiendo la última a su mutación actual, mal diagnosticada como crisis económico-financiera.

EVOLUCIÓN DEL SISTEMA SOCIOECONÓMICO HASTA LLEGAR A SU MUTACIÓN ACTUAL

Fase 1. Origen y primera evolución (siglos XVI al XVIII). Su característica principal fue el mercantilismo (la compraventa de bienes y mercancías) y la creación y ampliación de los mercados. Eso puso al comercio como el eje sectorial fundamental y al comerciante como el agente económico hegemónico. La geoestrategia se centró en la conformación de mercados regionales y nacionales a partir de los mercados locales. Así, el movimiento de mercancías tenía un ámbito más amplio y el volumen de beneficios podía ser mayor. En ese momento, las instituciones impulsadas por el sistema podemos denominarlas predemocráticas (el Antiguo Régimen del que habla la historia) y el referente territorial del sistema es Europa. Si buscamos un arquetipo descriptivo de la manera de actuar del sistema en esta primera fase, este sería un roedor (una ardilla, un ratón…). El roedor acumula. En la literatura de la época se utilizó mucho la figura del avaro (más concretamente, de una forma bastante xenófoba, del judío avaro).

Fase 2. La Revolución industrial (siglos XIX y XX) conlleva una mutación del sistema. A partir de la invención de la máquina de vapor se impulsa la maquinaria como nunca antes. Ahora, el eje fundamental pasa a ser el productivismo (la maximización de la producción de bienes y servicios y su venta). Se trata de producir bienes al menor costo posible y venderlos al mayor precio posible. El mercantilismo sigue siendo importante, pero pasa a un segundo lugar. Ahora, la industria pasa a ser el eje sectorial principal y la empresa el agente económico hegemónico. La idea de empresa conlleva la idea de estrategia; por ejemplo, la de contener temporalmente el beneficio para que este acabe siendo mayor, como comentábamos anteriormente. Con la Revolución industrial, la geoestrategia expansionista da un salto, y ya apunta a la configuración de mercados internacionales. La plasmación de dicha geoestrategia es el colonialismo, lo cual permite acceder a materias primas que antes no estaban al alcance, vender más y poder maximizar los beneficios. Desde el punto de vista institucional, aparecen las instituciones de perfil democrático (las que han llegado hasta nuestros días). Desde el punto de vista territorial tiene lugar una mutación significativa, y es que los Estados Unidos se suman a Europa como referente (de hecho, en 1913/4, EE.UU. se convirtió en la primera potencia económica del mundo, dejando atrás al Reino Unido, que lo había sido hasta ese momento). El arquetipo del sistema en esta fase es un gran felino (un león, un tigre…). Un león es mucho más fuerte y agresivo que un ratón, pero a pesar de ello concibe estrategias. Cuando los leones acosan a una manada de cebras, no las matan a todas, sino que cazan las que satisfacen sus necesidades y las de su camada, y dejan sueltas a las demás; así tienen alimento para las ocasiones futuras. (Esto constituye una analogía con las estrategias de tipo empresarial).

Fase 3. Estamos al principio de esta fase, que es fruto de la revolución tecnológica y del cambio en el uso de recursos básicos del sistema (como el dinero). Ahora, lo que le interesa al sistema es la especulación global y cortoplacista. Hoy día, ahí donde se gana de verdad dinero es con la especulación. Esto ha hecho que haya un sector que se haya convertido en preponderante: el sector financiero; y, unido a él, la banca. La banca es, hoy, la que tiene la sartén por el mango de la economía y del sistema. Antes, las empresas promovían bancos; hoy, los bancos se han convertido en los propietarios de todo, incluidas las empresas. Pero lo que interesa más a los bancos, lo que les procura las verdaderas ganancias, son los activos financieros intangibles con los que especular en el mercado de valores, los fondos de inversión y multitud de fórmulas financieras muy distintas. Gracias a las nuevas tecnologías, el mercado de capitales está funcionando las veinticuatro horas del día, con lo cual puede ganarse dinero de forma ininterrumpida. Obtener el mayor beneficio posible a costa de lo que sea y en el menor tiempo posible se ha convertido en la característica primordial del sistema.

En esta tercera fase, la geoestrategia expansiva abarca el mundo entero. La conformación de mercados planetarios va a una con la globalización. En aras de ello, se está produciendo en este momento un cambio en las instituciones; se están promoviendo unas instituciones posdemocráticas. La idea de la representación democrática y de que los Gobiernos mandan se ha caído como un castillo de naipes, por más que haya gente que siga agarrada a esta antigua idea. Hoy, los Gobiernos y partidos de cualquier color están bajo el mando directo del mercado financiero y la banca internacional; y quienes, por las razones que sean, no quieren obedecer sus dictados, son castigados. Lo ocurrido en 2015 en Grecia es un claro exponente de cómo funciona el sistema. Difícilmente llega a configurarse un Gobierno que quiera hacer cosas distintas de lo que dice el sistema, pero si por casualidad llega a configurarse, se le castiga de una forma tremenda: se le van cortando las salidas, de modo que tiene que efectuar recortes y ajustes especialmente duros, con lo cual se va viendo obligado a regresar a los derroteros que el sistema impone. Más fuertes que los Estados-nación, tenemos unos organismos internacionales que no deben rendir cuentas ante nadie (como la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G20), que van tomando decisiones sin que los ciudadanos tengan ninguna capacidad de incidencia. Los ciudadanos no podemos hacer otra cosa que aceptar sus decisiones, y nuestros Gobiernos, que se afanan en aparentar que aún hacen algo, no pueden hacer absolutamente nada, porque están plegados a ese sistema (muchas veces están puestos por el sistema mismo). Esas organizaciones supranacionales tienen un contenido puramente económico; están vacías desde una perspectiva política (democrática) y social.

En cuanto a la representación territorial, Europa desaparece del escenario. Hoy día, los Estados Unidos y Extremo Oriente (China, Japón…) constituyen el eje clave. Europa ha quedado fuera de juego sobre todo porque durante unas décadas alentó un formato que el sistema dominante quiere fulminar cuanto antes: el estado del bienestar. El estado del bienestar fue un invento del sistema, temporal, destinado a detener la influencia de los regímenes llamados comunistas en Europa Occidental; pero una vez que los regímenes comunistas se han diluido, el estado del bienestar es una amenaza para el sistema. Europa está en declive y seguirá estándolo.

El nuevo arquetipo con el que representar el sistema en esta fase es un gran reptil (un cocodrilo). El cocodrilo mata siempre, tanto si ha comido como si no: si se acerca una cebra al río en que está, la ataca. No puede evitarlo; es insaciable. El cocodrilo es voraz, y esta es la característica fundamental del sistema actual.

DEL AHORRO AL CONSUMO Y DEL CRÉDITO A UNA NUEVA ESCLAVITUD: LA RAZA DE DEUDORES Y EL ESCLAVO INTEGRAL

          La configuración y plasmación de la tercera y última fase de las descritas es lo que explica el contenido y alcance de la llamada crisis de la economía actual: en realidad no se trata de una crisis, sino de una profunda mutación del sistema socioeconómico. Vamos a explicarlo.

          La actual mutación del sistema socioeconómico no ha sido fruto de la casualidad. Durante décadas se fueron creando las condiciones adecuadas para ello. Ha habido una transición del ahorro al consumo, y a través del consumo se ha efectuado una transición al crédito; y a través del crédito la sociedad en su conjunto (ciudadanos, empresas y Estados) ha acabado siendo objeto de una nueva esclavitud. Veamos a continuación el proceso que nos ha llevado hasta aquí.

+Primeramente, a lo largo del siglo XX, la base de los beneficios que el sistema siempre procura maximizar dejó de estar en la plusvalía que se extrae del trabajador para centrarse en el consumo. Para que las ganancias fueran las mayores posibles, el consumo tenía que ser masivo y hallarse en constante expansión (la clave del consumismo es la venta en grandes cantidades, y por supuesto con el menor coste de producción posible y el mayor precio de venta posible).

+Esto obligó a superar uno de los pilares del capitalismo productivo surgido de la Revolución industrial: el ahorro, fundamento de la inversión. El ahorro llevaba implícita una determinada moral social y un determinado estilo de vida: si alguien deseaba algo, intentaba ahorrar para poder comprarlo; y si quedaba fuera de su alcance, reprimía el deseo. Pero esto constituía un lastre para el consumo masivo, que exige generar el deseo irreprimible de consumir y facilitar los medios para satisfacerlo.

+De este modo, el protagonismo pasó del ahorro al crédito: se desplegaron las velas del préstamo y la deuda y aparecieron poco a poco nuevos instrumentos financieros (la tarjeta de crédito es un ejemplo reciente) que permiten comprar todos los objetos de deseo sin necesidad de un ahorro previo. Se configuró así la denominada sociedad de consumo, íntimamente ligada a un endeudamiento creciente no solo de las familias, sino también de las empresas, que acuden intensamente al crédito bancario como manera de financiar sus inversiones y proyectos.

+Llegados a este punto, la deuda se convirtió en el principal generador de ganancias. Con ello, el capitalismo productivo perdió protagonismo y su lugar fue ocupado por el capitalismo financiero. Producir bienes y venderlos requiere mucho trabajo y muchas manos, pero mover activos y pasivos financieros es muy simple hoy día; basta con darle a un teclado. De modo que la banca y la especulación, cada vez más global y cortoplacista, tomaron los mandos del sistema; con el lema, además, de que todo vale. Al sistema ya le da igual matar o no la gallina de los huevos de oro.

+Ciertamente, uno tiene que pagar sus deudas en algún momento, pero, por el camino, la refinanciación (la deuda sobre la deuda) permite salir del paso. Y de oca a oca, de deuda en deuda, se avanza hacia una nueva clase de esclavitud: la de vivir para devolver lo que le han prestado a uno, aunque sea a costa de trabajar más horas y aceptar el tipo de vida y las reglas de juego que el sistema impone. A los esclavos que llenan el mundo ya no hay que ponerles grilletes, ni someterlos con latigazos. Se creen libres en la jaula del consumismo y entre sus barrotes virtuales forjados con préstamos y deudas.

Zygmunt Bauman ha llamado, con razón, «raza de deudores» al conjunto de ciudadanos, empresas y Estados que se han convertido en esclavos del sistema financiero por medio de la deuda:

+Los Estados, con sus actuaciones incentivadoras del consumo y el gasto, contribuyeron a consolidar la sociedad de consumo, primero, y la raza de deudores, después, tanto a través de sus políticas presupuestarias como de la promoción de deducciones fiscales (por ejemplo, en la adquisición de viviendas) para que la gente compre, se endeude y participe en el engranaje del consumo. Y en los últimos años, los propios Estados han pasado a formar parte de esa raza a causa del enorme déficit público y endeudamiento originados, fundamentalmente, por el gigantesco montante de dinero público que los Gobiernos han desviado a la banca privada.

+Ahora, ciudadanos, empresas y Estados, plenamente integrados todos en la raza de deudores, están a merced de la banca internacional, que los domina y controla a través de la gestión del crédito, que amplía y abarata o restringe y encarece en función de sus objetivos e intereses, y la paulatina implantación de un supranacionalismo global y no democrático.

+En este contexto, el sistema socioeconómico imperante, frente a fases anteriores de su evolución, presenta la novedad del esclavo integral: personas que se explotan a sí mismas de manera voluntaria y sin ni siquiera percatarse de tal autoexplotación y de la esclavitud que marca y caracteriza su vida.

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Fuente: Texto extraído del primer capítulo del libro Consciencia, de Emilio Carrillo.
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