¿A qué suena el Silencio?
......
¿A qué huele el Amor?
A ¡Amor!... El Amor es una fragancia
que no se confunde con ninguna otra. Cuando se ha respirado, cuando se ha
sentido, es una fragancia única que no puede ser comparada con ningún otro aroma o sensación. El amor, ineludiblemente, huele a Amor.
¿A qué saben los abrazos?
A ¡Amor! Los abrazos son una
manifestación, o pueden ser una manifestación, de muchas cosas. Me encanta compartir abrazos. Cuando concluyo las charlas, me gusta
siempre decir que nos comuniquemos,no a través de los aplausos, que
normalmente lo único que contribuyen es a originar una especie de di-sintonía
en la armonía que se ha generado, sino a través del abrazo: que la gente se dé abrazos entre sí. Me gusta abrazarme a la gente y,
en ese abrazo, ahí está el amor. Para mí, el abrazo es una manifestación y una plasmación del amor.
¿Qué nos cuentan las lágrimas?
El origen de las lágrimas
puede ser muy distinto: la alegría; una emoción muy intensa de paz, de armonía,
de felicidad, de éxtasis; y también el sufrimiento, el dolor, la tristeza. Pero, en última instancia, detrás de las lágrimas hay vida. Una vida que se
manifiesta de múltiples maneras.
La sociedad en la que
estamos se ha empeñado en no vivir el aquí-ahora. No por casualidad, esa
misma sociedad nos ha enseñado a no llorar, más a los hombres que a las mujeres.
Llorar “está mal visto”. Si vas por la calle llorando, la gente te mira
como extrañada. Si tú estás en medio de un bar y te pones a llorar, la gente se
inquieta porque tú estás llorando.
La realidad es que el
llanto, las lágrimas, es una expresión muy genuina de la vida que estamos
viviendo y, como hacen los niños, llorar debería formar parte de nuestra vida
cotidiana. Reírnos y llorar, las lágrimas y la risa, deberían estar muy
presentes en el día a día. Son manifestaciones del entusiasmo, del
entusiasmo con la vida, que puede ser de éxtasis, pero también de dolor.
No nos podemos olvidar que la palabra entusiasmo deriva de un vocablo griego que en su etimología
significa ‘Dios en mí, Dios en ti’. Ese entusiasmo es la divinidad que eres y se está
haciendo presente en tu vida cotidiana, en lo que estás desarrollando y
viviendo, y provoca eso.
Para mí, las lágrimas son
algo muy serio y deberían estar mucho más presentes en nuestra vida, lo mismo
que la risa.
¿Con qué sueña tu Alma?
Hace ya tiempo que no me
identifico con el Alma. Aprendí, por mi proceso experiencial, que el Alma no
deja de ser otro coche. Lo que realmente somos, el Yo Soy, Espíritu, como
queramos denominarlo, el Conductor, utiliza un Alma para experienciar multidimensionalmente.
Y ese Alma, cuando llega a un plano concreto, como por ejemplo el humano, tiene que encarnarse en otro
vehículo (en este plano, el yo físico, mental y emocional) que le permite vivir esa experiencia. Es decir, lo que Yo Soy está
conduciendo un Alma. Ese Alma está viviendo experiencias fuera del tiempo y del
espacio, multidimensionalmente y ahora está aquí, en el plano humano. El Alma,
que es mi coche, el que yo utilizo multidimensionalmente, al llegar al plano
humano necesita a su vez otro coche, otro vehículo, porque si no, no puede
experienciar la experiencia humana. Con lo que somos dos coches y un Conductor.
Las corrientes espirituales
han hablado de cuerpo, alma y espíritu. En la Merkaba : Mer (cuerpo), Ka
(alma), Ba (Espíritu). Esa trinidad está muy presente en todas las corrientes
espirituales. El conductor es el Espíritu, que es Uno, que está en ti y está en
mí, pero es Uno. Lo que los cristianos llaman el Espíritu Santo es el Espíritu
que es Uno en cada uno. Y ese Espíritu utiliza un Alma para experienciar multidimensionalmente. Ese Alma es un coche cuyo Conductor es el
Espíritu. Y ese Alma encarna en otro coche, que es el yo físico, mental y
emocional, para poder desplegar la vivencia humana de la misma forma que
encarna en otro coche de otra tipología cuando encarna en otro mundo para vivir
las experiencias de ese mundo.
Le estoy muy agradecido tanto al coche material (el yo físico, mental y emocional) que me permite experienciar la vivencia humana como al coche álmico que me posibilita experienciar multidimensionalmente y más allá del tiempo y el espacio. Pero soy consciente y sé que no soy ni lo uno ni lo otro. Mi auténtico Ser y Naturaleza es Espíritu. Y, por tanto, pues el Espíritu es Uno, Todo. Y, siendo Todo, Nada. Yo Soy... y, precisamente por ello, se acabó todo yo, mí, me, mío o mi.
Cuando la gente se queda
confundida con eso del Espíritu Uno, comparto lo siguiente: Supongamos que en una habitación estamos
mucha gente. El aire que todos respiramos es, obviamente, uno y no está troceado, ni dividido en partes o porciones con el nombre de lo que nos corresponde inspirar a cada cual. No hay un trozo de
aire que ponga Emma, otro Emilio, etcétera. El aire es Uno. Sin embargo, cuando yo lo
inspiro, el aire que entra en mis pulmones puedo decir que es mío, porque
está en mí. No estoy tan loco como para pensar que el aire está roto en trozos
con nombres. Ese aire es el Espíritu que, siendo Uno, está en cada uno. Es el
conductor que realmente Yo Soy.
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Fuente: Reproducción parcial de la entrevista efectuada a Emilio Carrillo por Emma Vázquez publicada en Regreso al Hogar:
La entrevista se realizó por Skype para su posterior trascripción.
Dada su extensión, su divulgación en este blog se realiza en nueve entregas, publicadas todos
los lunes de agosto y septiembre de 2016.
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