Como padre o
madre, entiende e interioriza que educar no consiste en lograr que tu hijo sea
lo que tú quieres que sea, sino en facilitar que sea aquello que realmente es y
para lo que ha encarnado en el plano humano. Por tanto, no intentes imponerle
tu forma de ver las cosas y vivir la vida. Y mantente atento para colaborar con
él tanto en el desarrollo de las experiencias que antes de encarnar decidió
desplegar aquí como en el ejercicio de los dones y talentos innatos que, en
consonancia con ello, eligió y trae consigo. Tienes ante ti la maravillosa
oportunidad y el gran reto consciencial de cultivar la compresión, la capacidad
de escucha y la empatía necesarias para que tu hijo se descubra y reconozca tal
como es, nunca se sienta culpable por serlo y sepa y pueda plasmarlo
efectivamente en su vida… Íntimamente unido a ello, recuerda que de poco valen
los discursos y las peroratas que lances a tu hijo, que sólo conseguirán que
desconecte de tus palabras y mensajes, y toma consciencia de que lo que verdaderamente cala en él es tu ejemplo vivo en el día a día con base en la coherencia, el
respeto y el amor:
+Coherencia: Actúa como padre o
madre conforme a lo que dicta no tu mente, ni los sistemas de creencias que la
atiborran, sino tu Corazón. Y verás cómo tu ejemplo de vida, sin necesidad de
que “rayes” a tu hijo ni le impongas nada, lo impregnan y orientan. Sin esa
coherencia vital y práctica, la educación se convierte en un imposible.
+Respeto: Cada uno es cada uno y
ha encarnado para vivir unas determinadas experiencias. También tu hijo.
Respétalo profundamente y acepta que encaucen su vida por derroteros distintos
a los tuyos y a tus deseos. Es más, apóyalo absoluta e ilimitadamente para que
tengan el valor de hacer aquello que le indica su Corazón.
+Amor: ¡Ama a tu hijo exactamente
como es! No lo ames porque sea o actúe como tú, tu ego, quiere: ámalo siempre y
plenamente con independencia de cómo sea y de lo que haga o deje de hacer. Y
exprésale con frecuencia ese amor incondicional, además de tu hondo
agradecimiento por haberte elegido en el otro plano como padre o madre a la
hora de encarnar y vivir en este.
Sobre estos tres pilares, por
atención a los gustos y aficiones de tu hijo, busca intereses y espacios
comunes, confía en él y colabora para que adquiera confianza en sí mismo, haz
que se sienta valorado y reconocido y propicia su participación en la toma de
las decisiones familiares.
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Una nueva entrega
de Recordando lo que
Es se publica en
este blog cada domingo.
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