Vídeo (duración: 01:52:40) de la charla compartida por Emilio Carrillo en Sevilla, el 11 de diciembre de 2015, con el título Vida más allá de la vida: ¿qué te espera cuando vivas eso que llamas muerte?.
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ESQUEMA BÁSICO
EL TRÁNSITO: VIDA MÁS ALLÁ DE LA VIDA
¿QUÉ ES LO QUE TE ESPERA CUANDO VIVAS ESO QUE
LLAMAS MUERTE?
PARTE 1:
INTRODUCCIÓN
1. Saludos
y agradecimientos.
2.
Fuentes y libro (Instituto Gallup: 5.000.000 USA)
3. La
muerte no existe, es un imposible, un fantasma de la imaginación humana. Lo que
llamas muerte no es sino una puerta que se abre para pasar de una habitación a
otro de la vida: símil del “Conductor” y el “coche”.
4. El
tránsito: en la fase y el proceso que hay entre las dos habitaciones, entre el
plano físico y el coloquialmente denominado “plano de luz”.
5. Advertencia:
reflexionar sobre la muerte y el tránsito no es otra de las muchas
distracciones y obsesiones del intelecto y de la mente con relación al futuro,
sino algo imprescindible para perder tanto el miedo a la muerte como el miedo a
la vida. Tomar consciencia acerca del significado y contenidos del tránsito
permite vivir el aquí-ahora en libertad, que es la ausencia de miedos.
6. Esquema
a seguir:
+Pre-tránsito:
experiencias en el plano físico previas al momento de desencarnar.
+Tránsito:
experiencias en el estadio intermedio entre el plano físico y el plano de luz.
+Post-tránsito:
experiencias al acceder al plano de luz.
PARTE
2: PRE-TRÁNSITO
1. Cuándo:
Tú, el Conductor que eres, decide cuando realizas el tránsito en función de las
experiencias para las que encarnaste en esta vida física. No hay azar ni
casualidades, sino el discernimiento acerca de que ya desplegaste las
experiencias para las que encarnaste o, que en libre albedrío, has llevado tu
vida por unos derroteros en las que ya no las podrás llevar a cabo.
2. Cómo:
Tú, el Conductor que eres, decides, igualmente, el cómo desencarnas:
enfermedad, accidente… La forma de hacerlo no es casual y tiene que ver con la
evolución de tu proceso consciencial.
3.
Señales: Desde el Conductor que eres generarás señales y percepciones en tu
vida cotidiana para que desde el coche y la mente puedas darte cuenta de que el
momento del tránsito se aproxima. Cosa distinta es que en no percates de esas
señales dado el trasiego, el ritmo incesante y el culto a la velocidad que
marcan tu vida.
4.
“Antes de”: Llegado el momento, el Conductor que eres abandona el coche antes de
que este fallezca (de ahí las experiencias cercanas a la muerte). Por tanto,
nadie vivencia el estertor de la muerte física y antes de que estas se produzca
ya estarás fuera del coche que te ha permitido experienciar esta vida física.
5.
La buena muerte:
+Para
el que transita: ayuda al moribundo.
+Para
sus seres queridos.
La
sociedad actual intenta esconder y disfrazar el hecho ineludible de que todos
vamos a transitar y el momento en el que tránsito llega para dada uno,
dificultando la “buena muerte”.
Sin
embargo, por lo que se compartirá de inmediato, es crucial no pretender ocultar
o ignorar que el tránsito se acerca y vivirlo en consciencia.
PARTE 3:
TRÁNSITO
3.1. Cada
uno tiene el tránsito que necesita
1. Cuando
se abandona el cuerpo físico y se inicia el tránsito, el estado de consciencia
es exactamente el mismo que se tenía en los instantes previos a desencarnar. El
hecho de dejar el coche no varía el estado de consciencia que se tenía
encarnado en él. Esto, tal como se indicó en el último punto de la parte
anterior, remarca la importancia de vivir en consciencia el periodo de la vida
física previo al tránsito.
3. Concretamente,
son dos los requisitos conscienciales para acceder desde la fase de tránsito al
plano de luz:
+primero, percatarte de que has
muerto físicamente y has abandonado el coche; y
+segundo, aceptar tal hecho,
rompiendo en consciencia con todos los vínculos, lazos e inercias que aún
pudieras mantener con relación al “plano material”.
Ambas circunstancias son condición
“sine qua non” para introducirse en el “plano de luz” y representan una toma de
consciencia acerca del nuevo estado de vida y existencia.
4. Al desencarnar, no todos realizan
la toma de consciencia sobre estos dos requisitos de manera rápida: aun
careciendo de materialidad, no son pocos los que se siguen viendo y sintiendo
consciencialmente a sí mismos con corporeidad y se mantienen ligados y apegados
a los deseos, emociones, vaivenes, quehaceres, placeres y, muy especialmente,
dolores y sufrimientos de lo que fue su vida física, en la que en consciencia
creen continuar estando.
La película El sexto sentido, dirigida en 1999 por M. Night Shyamalan y
protagonizada por Bruce Willis, lo refleja muy bien, poniendo de manifiesto que
el tránsito, además de constituir una fase de la vida que discurre entre la
salida del “plano material” y la entrada en el “plano de luz”, es un proceso
consciencial en el que, cuando el fallecido, por su estado de consciencia, no
accede directamente y de manera natural al “túnel de luz”, se viven
experiencias que modifican tal estado e impulsan la entrada en el otro plano.
Es precisamente este proceso de evolución consciencial lo que subyace en el
concepto de “purgatorio”, aunque la visión religiosa lo ha cargado de tintes
negativos,
3.2. Cuando no te percatas del
fallecimiento físico o, dándote cuenta, no lo aceptas
5. Durante el purgatorio, es decir,
cuando en el tránsito no hay consciencia de haber fallecido físicamente o,
habiendo esta, no se acepta el hecho, ¿qué sucede, qué experiencias se viven?
Vayamos por partes:
a) Tras desencarnar, los que por su
estado de consciencia no se dan cuenta de que han muerto físicamente, se
contemplan a sí mismos con corporeidad y reproducen consciencialmente las
vivencias que desarrollaban en el mundo material y las percepciones mentales y
las emociones y sensaciones a ellas asociadas. Realmente han abandonado el
coche, el yo físico, mental y emocional. Sin embargo, consciencialmente creen
seguir vivos físicamente y, a partir de ahí, generan una especie de “doble
corpóreo” (más sutil y vital que el físico), recrean las circunstancias del
entorno material que han conocido y actúan en consonancia con todo ello: se
mueven por su casa, acuden a su trabajo, realizan sus quehaceres cotidianos y
siguen apegados a los deseos, placeres y sufrimientos de lo que fue su vida
física, en la que consciencialmente creen continuar. En esta situación se puede
llegar a permanecer largo tiempo. No obstante, como ya se ha reiterado, las
experiencias que se viven en el propio tránsito impulsan la toma de consciencia
sobre el hecho de haber muerto físicamente.
b) Cuando esto, por fin, acontece,
¿qué ocurre? Pues pueden pasar dos cosas: que se acepte; o que no se acepte como
consecuencia de estar muy atado consciencialmente al mundo material y todo lo
que conlleva. Y en la no aceptación
puede influir, igualmente, el miedo a pasar por el “túnel de luz” por temor a
ser juzgado por alguien o por algo. Esta idea del juicio es un invento de las
religiones, pues lo que existen en realidad son estados de consciencia en
evolución, cada uno el suyo, en un contexto de libre albedrío que es fruto del
Amor del que emana la
Creación y en el que la Creación se sostiene y expande. Sin embargo, hay
bastantes personas que, en su vida física, hacen consciencialmente suya la idea
del juicio y, ya en el tránsito, viven con terror el acceso al “plano de luz”
por miedo a que, previamente, el juicio y el castigo caigan sobre ellas.
c) Si no hay aceptación:
+Lo primero que se experiencia es
una situación de gran desconcierto, confusión y turbación. Sin embargo, estas
sensaciones van poco a poco diluyéndose para ser sustituidas por el deseo del
fallecido de relacionarse con el mundo físico al que ya no pertenece, pero en
el que consciencialmente quiere seguir estando y actuando. Es así, alentado por
este deseo, como va adquiriendo una serie de “habilidades” para, desde el
tránsito, incidir e intervenir en el plano material: mover objetos, esconder cosas,
apagar y encender luces, provocar ruidos, interferir de maneras diversas en
personas y un largo etcétera de situaciones y fenómenos que hoy se suelen
englobar en el ámbito de la parapsicología. Numerosas historias de fantasmas,
aparecidos e, incluso, posesiones, tienen también que ver con esto. (Nota
importante: El contacto desde el más allá con los seres humanos y el mundo
material también puede darse en desencarnados que no están en el purgatorio, es
decir, que se han percatado de su muerte física, la han aceptado en consciencia
y han entrado en el “plano de luz”. En este caso, el Amor -no la densidad
consciencial, el apego, el sufrimiento…- es lo que motiva estas conexiones
desde el más allá.).
+¿Hasta cuándo puede el fallecido
mantenerse en este estado y permanecer en el purgatorio? Como se viene
insistiendo, no hay una duración prefijada y todo depende de su evolución
consciencial. El tránsito, como fase y proceso, impulsa, por la vía de las
experiencias desplegadas en el propio tránsito, a aceptar la muerte física y
acceder al “plano de luz”. Pero no hay predeterminismo y puede ser que el
fallecido se siga negando indefinidamente a tal aceptación y se empeñe
consciencialmente en seguir interactuando con el mundo físico.
+Este empeño puede provocar, incluso,
que se vuelva a encarnar en el plano material –en un nuevo cuerpo para
desarrollar una nueva vida humana- desde la propia fase de tránsito y sin haber
entrado en el “plano de luz”, que es desde donde las reencarnaciones se
producen de manera natural y adecuada. Eso sí, el estado de consciencia con el
que se arrancará en esa nueva vida será sumamente denso. Y aunque la evolución
consciencial es la regla y siempre es posible, las personas que han vuelto a
encarnar desde la fase de tránsito experiencian un proceso evolutivo muy lento
y tienden a desplegar en su nueva vida comportamientos llenos de desosiego
interior y sufrimiento y marcadamente egóicos, pudiendo llegar a ser
extremadamente adictivos y violentos (es el caso, por ejemplo, de muchos de los
calificados como psicópatas). A personas así, con ese estado de consciencia, se
refirió Cristo Jesús cuando hizo mención a los muertos que entierran a sus
muertos -“deja que los muertos entierren a sus muertos”, en Lucas 9,60 y Mateo 8,22-, es decir, a seres humanos vivos, pero que, realmente,
por su densidad consciencial y apego a la materialidad, están muertos en el
sentido consciencial del término.
3.3. Cuando sí hay aceptación
d) Si hay aceptación, se abren las
puertas a una serie de vivencias que conducen directamente al “túnel de luz” y
a la entrada, a través de él, en otro plano de vida intangible e inefable:
+La “visualización” integra e
instantánea de la vida física que se ha dejado atrás, comprendiendo que no hay
errores y que todo tuvo su porqué y para qué,
+El acompañamiento de seres de luz
(Conductores) que en su anterior encarnación humana fueron seres queridos del
que ahora transita y de los que este consideró en su vida física como guías y
referentes espirituales.
PARTE 4:
POST-TRÁNSITO
1. Con la toma de consciencia
acerca de la muerte física y la aceptación del mismo, queda expedito el acceso
al “túnel de luz” y, a través de él, la entrada en el otro plano de vida. ¿Qué
acontece entonces? La entrada en el “plano de luz” abre dos grandes posibilidades
conscienciales:
a) El mantenimiento de una
percepción de existencia de “uno mismo”, con vida y presencia propia, y la
consiguiente asociación consciencial a algún tipo o forma de identidad, que ya
no será física –esta ha quedado atrás durante el tránsito-, pero sí de carácter
álmico o espiritual.
b) La desaparición de cualquier
idea de identidad –sea física, álmica o espiritual; individual o colectiva- y
la disolución consciencial en la más absoluta y radical nada de toda noción de
sujeto -de la modalidad que sea-, con lo que también dejará de haber objetos,
quedando sujeto y objetos volatilizados en la “na-deidad”.
2. La primera de ambas
posibilidades conscienciales es la que viven la mayoría de los que llegan al
“plano de luz” tras haber estado encarnados en el plano humano y realizar el
tránsito. Supone, fundamentalmente, la visión de “uno mismo” como “alma”: un
alma que no sólo ha estado encarnada en la última vida física, sino en otras
muchas vidas –cadena de vida o reencarnaciones- que, además, pueden haberse
desarrollado no sólo en el plano humano, sino, igualmente, en otros planos y
mundos. Esto conlleva la percepción consciencial de una “historia personal” y,
por tanto, una determinada identidad, resultado de la acumulación de
experiencias por la citada cadena de vidas. Esta es la razón por la que
diversas escuelas espirituales se refieren al alma como “alma-personalidad”.
Y como consecuencia de esa
“historia personal”, de esa “personalidad” álmica, se suele tomar la decisión
en consciencia de volver a encarnar en el plano humano, en una nueva vida
física y un nuevo coche, para desplegar una serie de experiencias relacionadas
con las vividas en reencarnaciones anteriores y tanto en referencia a “uno
mismo” como a cuestiones pendientes con otras almas debido a pactos suscritos
entre ellas (pactos de amor entre almas) y, frecuentemente, a sistemas
familiares en los que tales pactos se plasmaron en vidas previas.
3. En cambio, la segunda de las
posibilidades descritas hace que se disipe toda “historia personal”, cualquier
visión de “personalidad” álmica o espiritual, y se trascienda la asociación
consciencial con cualquier tipo de identidad, de la clase que sea. Lo que antes
se percibía así mismo como algo, ya no se percibe de manera alguna. Se ve entonces
la Realidad
antes de desaparecer en ella: lo que ser percibía como “yo”, en cualquiera de
sus manifestaciones, constituía una falacia consciencial, pues sólo existe el
todo y las individualidades, del tipo que sean, son falsas. Así que el “yo” no es
nada; y cuando ya no hay “yo” y eres nada, entonces eres el todo. Lo mismo le
ocurre al todo, que para ser todo es nada, aunque esa nada es el todo.
En este punto, el viaje
consciencial se ha completado: la consciencia que emanó del todo al todo vuelve
(recordando el famoso símil: la ola toma consciencia de que no es tal, que
realmente no existe, que sólo es y existe el océano en su inmensidad). Esto es
lo Real: eres nadie y eres el todo, la consciencia infinita y eterna que nunca
nació y nunca morirá y es tanto la raíz de toda la existencia como su propio
florecimiento… ¿Dónde está?, ¿dónde mora? No se puede decir dónde se halla,
aunque, desde luego, está en ti, es tu verdadero ser, porque esta consciencia
se encuentra en todas partes. Mejor expresado: “todas partes” están en ella.
Esta consciencia ha ido más allá del más allá y nada la limita. Por supuesto
que está más allá de la mente y el lenguaje. Y también del espacio y el tiempo…
Ambos, el tiempo y el espacio existen en la consciencia y esta consciencia no
existe en el tiempo y el espacio. Es la consciencia iluminada que constituye tu
propia luz. Por eso la iluminación es ser la luz para ti mismo y “ver” lo que
realmente siempre has sido, eres y serás: nada y, por ello, todo. Una vez que
ocurre la iluminación, todo está en ti porque tú ya no eres nada en particular.
Todo empieza a moverse en ti porque tú ya no existes como tal… Los mundos
surgen de ti y se disuelven en ti porque tú, lejos de ser tú, lejos de ser
algo, eres el todo.
Al difuminarse cualquier noción de
identidad y en el momento previo a la disolución en la nada y vivir el todo,
¿es posible volver a encarnar en el plano humano? Sí, aunque no por necesidad,
como pasa al identificarse con un alma, sino sólo por puro fluir del Amor. Es
una encarnación directa desde la
Fuente , desde la Consciencia. A lo que estas encarnaciones
representan aquí, en el plano material, se ha aproximado el budismo mediante la
figura de los llamados “bodhisattvas” (los 144.000 del cristianismo)
CIERRE
+Instituto Gallup: 96 y 4 por 100
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