Algo tienen los niños en la mirada…,
mientras no les enseñamos los adultos,
que coincide mucho con la esencia
de lo que realmente somos
y que con los años lamentablemente
olvidan.
Ese brillo en la mirada,
esa ilusión inmediata.
Ninguna idea preconcebida.
Tan solo…. la Vida.
A ellos Todo les viene bien.
Ninguna experiencia les sobra,
porque es nueva.
Es genial… porque no saben.
Y lo asumen con una tranquilidad
pasmosa.
No proyectan, se emborrachan de
presente.
Me gusta preguntarles
y aprender de ellos como se vive
la vida,
disfrutando de esas cosas pequeñas
que ellos siempre viven como
nuevas.
Tanto afán por enseñarles
para que no se equivoquen,
para que no se caigan,
para que vayan por el camino
marcado.
Yo, en cambio, quiero que me
enseñen,
quiero fluir como ellos.
Embeberme en el presente.
Sin ninguna idea preconcebida,
sin ideas sobre cómo deberían ser
las cosas
De ahí viene toda la
disfuncionalidad de los adultos.
Ojala nos dejáramos enseñar
y ellos fueran nuestros tutores
en la enseñanza más importante:
Vivir.
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Autora: María
Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
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