PARA TODOS LOS QUE DESEEN SEGUIR POR ESTE BLOG EL
TALLER DE ESPIRITUALIDAD PARA BUSCADORES
(Se publican en el Blog las entradas correspondientes a los distintos Módulos que configuran el Taller conforme éste se va desarrollando para l@s que lo siguen de manera presencial, comenzando el sábado 11 de septiembre y concluyendo el domingo 19 de diciembre de 2010)
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Taller de Espiritualidad para Buscadores:
+Módulo 1: Ver entradas del sábado 11 y domingo 12 de septiembre.
+Módulo 2: Ver entradas del sábado 18 y domingo 19 de septiembre.
+Módulo 3: Ver entradas del sábado 25 y domingo 26 de septiembre.
+Módulo 4: Ver entradas del sábado 2 y domingo 3 de octubre
+ Módulo 5: Ver entradas de los sábados 16 y 23 y domingos 17 y 24 de octubre.
+ Módulo 6: Creación&Creador
Sábado 30 de octubre:
45. “Nada” versus “algo”
46. A propósito de la fe
Domingo 31 de octubre:
47. El Todo es Mente;
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47. El Todo es Mente;
Tras las premisas recogidas en los primeros epígrafes de este Módulo 6, lo primero a subrayar es que indagar sobre lo divinal significa hacerlo sobre una realidad sustantiva y sustancial situada fuera de lo que nuestros sentidos físicos perciben y de la que el ser humano se percata de manera sensitiva, intuitiva e inspirativa (toma de consciencia y acción del Yo profundo), de un lado, y por medio de la investigación científica, de otro. Hace miles de años, Hermes Trismegisto lo compendió con maestría: “más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra
Ante lo cual emerge una pregunta clave: ¿de qué está hecha o en qué consiste esa realidad substancial?. El intento de responder a este interrogante nos retrotrae a lo que en el Módulo 2 se citó como segundo eje de la película ¿Y tú que sabes?: el replanteamiento de lo que entendemos por “real”. Un terreno en el que la ciencia contemporánea ha dado un sensacional salto cognoscitivo al desvelar que en el núcleo del mundo material y cuanto lo compone hay una realidad inmaterial de carácter subyacente.
Como allí se señaló, esta nueva forma de comprensión de lo real tuvo pioneros como Herbert Spencer, que en el siglo XIX defendió la existencia de una “energía infinita y eterna de la cual proceden todas las cosas”, o Nikolas Tesla, que décadas después explicó como en la raíz de lo material hay una realidad no física que se expresa como vibración; la cual, a su vez, tiene su origen y razón de ser en la plasmación mental de la consciencia. A lo que después se sumaron científicos como Jeffrey Satinover: “la materia, sea lo que fuere, no tiene nada en esencia; es completamente insustancial; lo más sólido que se puede decir sobre ella es que se parece mucho a un pensamiento; es como una pizca de información concentrada”.
Gracias al trabajo de muchos científicos como ellos y a las repercusiones de la física cuántica, en esta primera década del siglo XXI se empieza describir la realidad substancial de cuanto existe como energía vibratoria o vibración –así lo sostiene, por ejemplo,
Por tanto, desde este replanteamiento científico de lo real, el interrogante acerca de qué está hecha y en qué consiste esa realidad substancial tiene una respuesta contundente: es vibración originada por algún tipo de fenómeno de características cosmogónicas. ¿Sorprendente?. No tanto. Primeramente, porque las nuevas fronteras científicas dibujadas por la revolución tecnológica, en general, y el mundo de la realidad virtual en particular, ofrecen recursos hasta hace poco impensables para comprender tal respuesta. Y en segundo lugar, porque coincide exactamente con lo enseñado hace miles de años por sabidurías arcaicas. Recuérdese a este respecto El Kybalión, que afirma “nada reposa, todo se mueve, todo vibra”, añadiendo que lo que llamamos materia y energía no es más que “modos” (niveles o grados frecuenciales) de movimiento vibratorio y que “el Todo es Mente; el Universo es mental”, utilizando el término “Mente” y “mental” no en el sentido de la comprensión humana de los mismos, ligada al surgimiento de pensamientos, sino desde la perspectiva del carácter eminentemente vibracional (ondas) presente intrínsecamente en cualquier proceso mental.
Y en marco de la realidad vibracional que todo abarca y Todo Es, desde la materia a la energía, despliega su vida y experiencias el ser humano, que es también vibración, conforme al conocido principio de reciprocidad o correspondencia –“como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”- (más exactamente, como se verá más adelante, un maravilloso campo o vórtice vibracional en el que conviven armónica y equilibradamente tres “modos” vibracionales: espíritu, cuerpo y alma)
Desde luego, cuando se utiliza el principio de reciprocidad no se quiere indicar que el arriba y el abajo sean iguales, sino que presentan una analogía que puede ser indagada y comprendida por la inteligencia humana. A la citada analogía se refiere, por ejemplo, el Libro del Génesis cuando especifica: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creo” (1,27). No se señala en este versículo que Dios y el ser humano sean iguales, sino que se usa una expresión, “imagen” (imagen de Dios, “imago Dei”), que nos conduce al ámbito de lo analógico. Y que, por cierto, se mueve también en la esfera de lo vibracional y ondulatorio, pues es el escenario donde se inserta la noción de imagen. Por lo que en este pasaje bíblico se está haciendo mención a la presencia en la persona de atributos analógicamente semejantes a los divinos como consecuencia de un hecho crucial: la propia existencia del ser humano se gesta y permanece en vibración primigenia a la que El Kybalión se refiere con la expresión “el Todo es Mente”.
Por tanto, en el discernimiento sobre la divinidad resulta una tesis plausible, surgida de los razonamientos formulados y fundamentada en ellos, la descripción del Ser Uno (Todo, Dios,…) como Mente (vibración) infinita y eterna. Con lo que vibracional es
En los apartados que siguen se va a desarrollar esta tesis inicial tanto desde la perspectiva cosmogónica como en sus implicaciones con relación al ser humano y su experiencia vital. Y se alcanzarán unas conclusiones que, por su congruencia y ajuste a la realidad que puede ser contrastada, reforzarán la veracidad de la propia tesis. Tal contraste y veracidad se harán especialmente notorios en el interior de cada uno, en nuestra intimidad, en nuestra esfera espiritual. Y lo espiritual es mucho más que lo no material, cual suele ser entendido.
Julián Marías lo ha reflejado muy bien al señalar (en su conferencia en el Curso Los estilos de la filosofía, Madrid, 1999-2000) que lo espiritual es la realidad capaz de entrar en sí misma; el entrar en uno mismo es lo que da la condición de espiritual, no la inmaterialidad. La insistencia en lo inmaterial ha ocultado lo esencial, que es precisamente la capacidad de entrar en sí mismo. Por esto dijo San Agustín: “no vayas fuera, entra en ti mismo: en el hombre interior habita la verdad” (“noli foras ire, in teipsum redi; in interiore homine habitat veritas”). El descubrimiento es la interioridad, nuestra intimidad, el Ser profundo. Y el descubrimiento permite que el Yo verdadero aflore y tome el mando de nuestras vidas. Con ello, el ego, el piloto automático, se desactiva y cesa la curiosa y absurda dinámica por la que, al quedarnos en las cosas exteriores, nos vaciábamos a nosotros mismos.
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Continúa el próximo fin de semana
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