Los límites de la evolución
Hace 600 millones de años que no ha surgido ningún philo
nuevo. Según Van Nostrand la vida ha
evolucionado en 39 grandes ramas de seres vivos, denominadas "philos"
o tipos. Estos 39 filos constituyen otros tantos intentos de organización
básica de los seres vivos. Aunque ninguno ha desaparecido, solamente ocho han
tenido realmente éxito, quedando el resto relegados al ostracismo evolutivo, en
clara recesión respecto de sus competidores. Del filo de los cordados del que
partieron los vertebrados, no ha surgido ninguna nueva clase en los últimos 250
millones de años. Y de la clase de los mamíferos, no ha surgido nada mejor que
los placentarios.
Hace unos 200 millones de años que la
vida en la Tierra no ha ensayado ninguna rama nueva en la Evolución biológica.
Parece como si el tiempo de la experimentación biológica se hubiera
agotado, y sólo quedase el proceso del refinamiento constante (en clara alusión a la ley de rendimientos decrecientes. Hace 1000 millones de años que la célula alcanzó su
perfección. La evolución celular se tuvo que enfrentar a su "non plus
ultra". Hubo un momento en el que la evolución, o se detenía, o daba un
salto cuántico. Y surgió el asociacionismo celular, y con él la eclosión de los
seres pluricelulares.
No es por ser pesimistas, pero parece
como si la multicelularidad hubiera entrado en un callejón sin salida. El
siguiente paso parece ser el organismo múltiple o sociedad (en alusión a la ley de rendimientos de escala).
Hay un cierto grado de asociación
gregaria en las manadas, organizadas para un mejor ataque o defensa, las
bandadas de aves migratorias, las piaras de cerdos, la familia biparental o
poliparental, etc. Es un avance y muestra un cierto grado de especialización. En genérico se trata de una
organización tipo grupo.
En el
grupo, cada individuo conserva su totipotencialidad como organismo. Podría
sobrevivir sólo si llegase el caso.
El paso más allá es una organización
multindividual de modo tal que cada individuo "per se" deja de ser
totipotencial, para formar parte de una organización que toma vida propia como
ser superior. Hasta ahora, ningún grupo de organismos presenta plenamente tales
características, aunque hay dos indicios claros de ello. Uno se encuentra en el
filo de los artrópodos, concretamente en la clase de los insectos. Otra en el
filo de los cordados, clase mamíferos, subclase placentarios, especie
"homo sapiens".
La organización social
En los insectos se ha desarrollado una
cierta aproximación al concepto de organización social. En las termitas no
puede vivir cada individuo fuera del grupo social. Una termita soldado tiene
tan grande las mandíbulas que alguien le tiene que alimentar. Pero a cambio de
estos, una sociedad de termitas carnívoras, más conocida por
"marabunta" puede vencer a un animal muy superior en tamaño, incluso al
hombre. Y es que no se trata de un hombre contra millones de hormigas, sino de
un individuo contra una organización social.
En las organizaciones sociales, cada individuo es un
elemento integrador de un subsistema, bien
de la cadena de producción o de información. Cada cual cumple su misión, y se
comporta bien como frente de defensa, importadores de materia y energía,
distribuidores, convertidores, productores finales de energía, evacuadores,
motores, o reproductores. Un sofisticado sistema de información se establece
para vigilar el entorno, para almacenar datos de memoria o para tomar
decisiones. En una organización social es posible identificar todos y cada uno
de los subsistemas que hacen posible la vida.
Si no fuese así, una organización no podría subsistir.
En el caso del hombre, lo que hizo
posible su triunfo sobre los demás homínidos no fue la inteligencia per se. Los
chimpancés y los gorilas, de alguna forma saben utilizar objetos.
El gran triunfo del hombre fue la
comunicación a través de la palabra. Con ello, lo que el padre aprende a lo
largo de su vida se lo transmite a su hijo. De modo que este aprende en muy
poco tiempo lo que transmitido por su padre, más su experiencia personal a lo
largo de su vida. Y la siguiente generación aprende todo lo de la anterior más
su propia experiencia. Y así sucesivamente. Desde siempre los jóvenes han
venerado a los viejos porque para ellos siempre fueron sabios, transmisores de
"tradiciones"
Las tradiciones constituyen la base de
ligazón de un individuo a la sociedad a la que pertenece. Es el surgir una
nueva clase de sentimiento "cuasi instintivo" denominado
"lealtad" o "patriotismo", por el cual el hombre logra
entender no sólo de modo consciente, sino también subconsciente, que el bienestar de la mayoría bien vale
el sacrificio de la minoría o de uno mismo,
mítica frase del Sr. Spock en la película Star trek cuando se inmoló para
salvar la nave Enterprise del desastre.
El concepto de sociedad conlleva aceptar
la pérdida de parte de la libertad individual en compensación a ganar la
seguridad y los beneficios de la cooperación mutua individuo – sociedad. En el
ámbito humano, el desarrollo social ha desembocado en conceptos como la
solidaridad, comunidad, integración, pertenencia, y de sentimientos como los de
validez y sentirse amado, importante para los demás, porque los demás reconocen
que la comunidad recibe de uno la cooperación y el esfuerzo.
Esto hizo que la sociedad trivial se consolidase y
fuera en realidad un macroorganismo donde
cada individuo se siente en pertenencia con el grupo, seguro frente a las
asechanzas externas, y siente el dolor de algún miembro de la sociedad, cuando
este enferma o muere.
El desarrollo de la escritura permitió
consolidar la memoria social, no ya en las mentes de aquellos que aprendieron
las tradiciones y los conocimientos heredados, sino en textos capaces de
trascender la propia vida de los individuos. Como dice Carl Sagan, la memoria
de la sociedad humana se encuentra en los libros. Son las bibliotecas los
auténticos bancos de datos donde la sociedad se reconoce a sí misma, y está
segura de que conserva todo su vasto caudal de conocimiento.
Vemos pues, como las dos sociedades que
hemos comentado han evolucionado en dos sentidos muy diferentes. Los insectos hacia la
subespecialización, La sociedad humana hacia la flexibilidad. Con todo, dentro de la sociedad humana, se ha producido una subdivisión
basada en la subespecialización. Son las organizaciones empresariales. Como
tales, las empresas son agrupaciones humanas altamente especializadas en una
determinada función, de modo tal que ninguna empresa es totipotencial. Muy por
el contrario, depende de tal modo de sus proveedores y de sus clientes, que si
esta relación en la que se produce un auténtico flujo de materia y energía
falla, la empresa no puede subsistir.
Un paso más, y vemos cómo las sociedades
en sí, poniendo como límites concretos los límites de los estados soberanos,
tampoco son totipotenciales. El comercio internacional y las relaciones entre naciones
hace que ningún país pueda vivir aislado de la comunidad internacional. De modo que, por encima de los estados soberanos se sitúan las
organizaciones internacionales como la Comunidad Europea o, en definitiva, la
Comunidad Internacional a nivel mundial.
Tamaño y complejidad
Existe una tendencia natural por parte de los individuos y
de las sociedades a crecer en tamaño.
Sabemos que el tamaño es cuestión de número de células que conforman un
individuo, puesto que las células no son más grandes en un elefante que en un
ratón. El crecimiento es siempre un proceso de feed-back positivo, donde a más
materia, demanda de más energía y de más alimento. La entrada de más alimento
genera más materia y energía para formar más estructura. Y así hasta que el
individuo o la sociedad alcanza un límite del que no puede sobrepasar,
constituyéndose un equilibrio entre consumo, desgaste y producción. El
feed-back se negativiza, igualándose las entradas y salidas de materia-energía.
En la vida, la variedad de tamaños es tremenda.
Expresado en potencias de diez, el micoplasma ocuparía 10-13cm3 un ratón 102 y una ballena 108cm3.
Micoplasma:
0,000.000.000.000.1 cm3
Ratón: 100
cm3
Ballena: 10.000.000 cm3
Desde la aparición de la vida, el primer
incremento significativo de tamaño fue con las algas cianofíceas hace 2700
Millones de años. Unas veinte veces. Desde entonces el tamaño de la célula ha
permanecido invariable, siendo la más grande de un tamaño no superior a 10
micras.
La conquista de la pluricelularidad dio
lugar a seres de muy diversos tamaños, en función del número de células que los
componían.
El tamaño, es una tendencia natural, a la que se opone un
fenómeno, que es la complejidad. Cuanto
mayor sea un ser vivo, más complejo será. Cuesta más levantar y mantener un rascacielos que una
cabaña. Cuanto mayor sea un organismo, más
difícil resultará introducir cambios significativos en las primeras fases del
desarrollo fetal. Un fallo genético, una mutación durante una etapa temprana de
la fase embrionaria, casi con seguridad abortará la gestación. Mientras, una
mutación en las etapas últimas de la fase fetal provocará una malformación
congénita, posiblemente compatible con la vida.
Existe por tanto un punto en el que el
tamaño de un individuo llega al límite de la complejidad que puede controlar.
Bien es cierto que hay individuos de una especie más grandes que otros, pero en
general una especie alcanza en sus individuos adultos un tamaño medio con una
variabilidad moderada.
El tamaño puede ser adaptativo en sí mismo,
y no supone necesariamente una desventaja. Supone una gran dificultad
comprender especie por especie las razones de su tamaño. Sólo se sabe, por el
registro fósil, que la tendencia es, si no existe razón en contra, a aumentar
de tamaño. Se sabe que, en 60 millones de
años, se pasó del ancestral Hyracotherium del tamaño de una
oveja, al equus, o caballo actual. Lo mismo pasó con los elefantes, camellos,
jirafas, dinosaurios y cetáceos. Entre los vertebrados se observa esta norma,
llamada regla de Cope, en honor a Edward Cope (1855), por la que
la mayoría de las secuencias evolutivas de que se tiene noticia indica tendencias
al aumento de tamaño de la línea filogenética, y no al revés. Casos como el
colibrí son excepciones que, digamos, confirman la regla.
Así pues, la fuerza oponente al
incremento de tamaño es la complejidad. Para cada especie la relación
tamaño-complejidad es diferente. Lo que es cierto es que un organismo grande es
un conjunto de células que funcionan como una unidad. Si el fuerte sincronismo
que une falla, la selección natural terminará por eliminar la especie. La
conservación de la homeostasis - "steady state"-, es básica para
mantener la vida, pero hay notables diferencias debidas al tamaño. Un aumento
del tamaño impone restricciones que requieren incrementar la división del
trabajo entre las partes. El aumento de la división del trabajo que dependen del
tamaño, se puede denominar como "complejidad". Como norma general, la complejidad aumenta con el tamaño. Esta
regla no guarda relación con la selección natural. Es una restricción puramente
física impuesta por poseer un cuerpo mayor.
La vida es de por sí compleja. La célula
es una maravilla de la ingeniería natural, que parece haberse estabilizado como
tal desde hace 2500 millones de años. En los seres pluricelulares, la
complejidad aumenta por mor de la necesidad de poseer un tamaño adaptado al entorno
en el que se desarrolla la vida de la especie. Menor complejidad haría
imposible la vida de los individuos de la especie, y mayor, simplemente no es necesario, si con la alcanzada,
la especie se encuentra adaptada al medio.
El estudio de la complejidad ha
potenciado el desarrollo de las teorías que han intentado abordar su análisis,
como la cibernética de Norman Wienner, la teoría de las catástrofes de René
Thorn,
la teoría del caos de Lorentz o la
teoría de la información de Shannon [link].
Estas teorías han aportado interesantes
puntos de vista. Es cierto que el problema de la complejidad nos afecta de
lleno a los seres humanos, por cuanto la propia sociedad humana ha crecido en
tamaño a un nivel tal que se plantea problemas típicamente relacionados con la
complejidad. Entre una apacible localidad serrana casi autosuficiente con una mínima
pero sólida organización social y la sociedad nacional existe una diferencia de
tamaño y complejidad comparable como la que existe entre una abeja y una
ballena azul.
Todos somos conscientes, en el mundo en
que vivimos, que la vida es cada vez más complicada. Cualquier empresario es
consciente de lo difícil que es crear una empresa, mantenerla a flote y ser
capaz de que se adapte a los cambios del mercado. Cualquier intento por
entender la complejidad como característica inseparable de las grandes organizaciones
y sociedades es necesario para seguir manteniendo con vida el gran monstruo que
hemos creado los hombres, la Civilización. Y algo se barrunta en la actualidad
en el sentido que nuestra civilización parece estar alcanzando el límite
asintótico de su complejidad controlable y, lo que es más preocupante, el
límite asintótico de su capacidad de respuesta a las perturbaciones del medio
ambiente que ella misma está provocando.
Reflexiones sobre la Vida en el Universo
Esta rápida mirada a la vida y la
evolución biológica no ha tenido como finalidad misma describir la Historia
natural de la Tierra, sino poder extraer una serie de reflexiones muy concretas
que van a sentar las bases de la visión sistémica del Mundo, desgranada en este
conjunto de colaboraciones semanales.
La primera
reflexión es sobre la posición del hombre
dentro de la Historia de la Vida; como un eslabón más dentro de la Evolución.
Ver al hombre como especie que apenas lleva dos millones de años de evolución
en un horizonte temporal de 3.500 millones de años. Esto no es nada, el 0.05%
del tiempo. Y menos aún los 5000 años de historia del hombre como civilización,
el 0.25% de esos dos millones. Para la Historia de la Vida, el incidente del
hombre es algo que ha acontecido apenas hace unos segundos. Es como si en la
vida de un hombre de 80 años, ésta hubiera transcurrido tranquila y apacible en
su aldea serrana, donde hoy se construye una cabaña, mañana una cerca para el
corral y dentro de tres años una fuente para el agua del pozo. Y de repente, y
tan solo en diez minutos alguien viene y transforma el pueblo en una ciudad
descomunalmente grande parecida a Nueva York. Para la Tierra, el hombre es un acontecimiento súbito,
"un susto de repente".
La segunda reflexión consiste en ver nuestra Sociedad como la evolución normal de los
seres pluricelulares hacia el asociacionismo multipersonal, multiorganísmico, donde
el todo es algo más que la suma de las partes, y donde todo está relacionado;
donde cada individuo pierde la totipotencialidad para tener que depender si
quiere sobrevivir, de su integración en la sociedad; donde las leyes
biológicas también se cumplen (aunque las denominemos leyes económicas o
sociales).
La tercera
reflexión consiste en entender la vida y
los seres vivos como sistemas abiertos. La teoría de los sistemas ha supuesto
un cambio completo de paradigma para la Ciencia, permitiendo entender de modo
global la realidad en que vivimos. La sociedad humana muestra los mismos
fenómenos y comportamientos que los seres vivos, más uno más, la
intencionalidad. Es la capacidad que posee el hombre de violar
sistemáticamente en beneficio particular estas leyes. Surge así, en la sociedad humana el fenómeno inteligente de la
intencionalidad, y la competencia y depredación de su misma especie. Surge así
el "conflicto social". Esto significa que en la sociedad humana las
leyes universales del comportamiento de los sistemas biológicos no se cumplen
de forma ciega, sino que la inteligencia las eleva a la categoría de
consciente, y eso mismo introduce la posibilidad de violarlas en función de los
intereses de cada cual, y también de elevarlas a más perfección si cabe.
La cuarta reflexión trata del envejecimiento de las especies, y cómo éste conduce en
más o menos tiempo a su extinción, justamente cuando más desarrolladas están y
más parece haberse adaptado al entorno. Quizás tras este "clímax", su
capacidad de desarrollo se agota, y de adaptación también, entrando en un proceso de mutaciones como un camino
hacia ninguna parte. Trasladando este
proceso a la Humanidad, vemos cómo esto ha sido lo que ha sucedido en,
virtualmente todas las civilizaciones. El ciclo guerra, paz, prosperidad, esplendor, decadencia y
guerra se cumple inexorablemente siempre en
la Historia del hombre.
La quinta reflexión es sobre la salud –permítanseme mis orígenes sanitarios aunque
sólo sea por esta vez-. La salud del hombre como especie es la clave de la
supervivencia. Porque si la salud del
hombre como especie está en peligro, es la propia sociedad humana la que está
en peligro. Decir salud es decir capacidad plena de trabajar para el
desarrollo, para caminar hacia delante, para luchar por objetivos mejores.
Decir pérdida de salud es decir tener que luchar para resolver problemas
internos que dificultan el cumplimiento de la misión del individuo o de la
sociedad. Algo va mal. Conflictos, crisis, corrupciones, degradación,
violencia, enfermedad, “distopía”. Esto supone hablar de patología de los
sistemas biológicos, de los sistemas sociales; es hablar de la pérdida del
"estado-estable". En este sentido la Medicina actúa coyunturalmente
en los individuos enfermos, como los bomberos apagan los edificios incendiados,
o la policía busca y detiene a los delincuentes. Está claro que nadie desea
vivir en una ciudad donde los edificios tienen una alta probabilidad de
incendiarse, aunque los bomberos sean los mejores del mundo. O nadie desea
vivir en una ciudad donde el riesgo de salir a la calle y ser atracado o
agredido sea casi cierto, pero la policía sea muy eficaz deteniendo a los
asesinos.
De la misma forma no es deseable vivir en
una sociedad donde la enfermedad se enseñoree de la vida de los hombres y
mujeres, pero se disponga de los más avanzados hospitales y de los mejores
médicos. La salud es un problema que atañe a toda la sociedad; una sociedad que
ha alcanzado dimensiones planetarias, y cuya peor enfermedad es la ignorancia,
como afirma Rigoberta Menchú. Y no olvidemos algo curioso, cómo los avances de
la Medicina, que ha alargado más allá de lo biológicamente aceptable la
longevidad de los seres humanos (occidentales), nos ha conducido a un
paradójico envejecimiento de población constituida por decrépitos ancianos que
está obligando a que la mitad de la población tenga que cuidar de la otra mitad
con consecuencias cada vez más alarmantes.
Y, por último, la séptima reflexión consiste en ver cómo el hombre, tras la conmoción que ha
provocado en el Planeta, no le queda más que su inteligencia y los valores
humanos emergentes para superar la crisis que le inunda desde mediados del
Siglo XX y plantea un sombrío Siglo XXI. Durante mucho tiempo (los últimos
cincuenta años) se ha pensado de forma general que la técnica y el progreso
darán solución a todos nuestros problemas. Hoy cada vez más esa solución
tecnológica se ve con cada vez más escepticismo, al ver cómo justamente en las
sociedades más avanzadas, donde la tecnología ha "resuelto" la
mayoría de los problemas materiales de la gente, no es capaz de evitar la degradación
de la sociedad como tal. Violencia, corrupción política, convulsiones
económicas, pero, sobre todo, crisis de valores. Cuando se habla de crisis de
la Sociedad no se puede echar las culpas a la Tecnología. Ni mucho menos. La Tecnología
funciona perfectamente, los ordenadores son cada vez más potentes y rápidos,
las telecomunicaciones son cada vez más extensas y llegan a cada vez más
rincones. Las autopistas nos transportan al último lugar que queramos. No es
este el problema. El problema se siente cada vez más como de crisis de valores.
Este es el drama del hombre, su ambigüedad. Las capas más primitivas del
cerebro le incitan a comportarse de una forma instintiva y egoísta, y a la vez
a relacionarse con los de su especie. La capa más evolucionada, el neocórtex
imprime a su comportamiento la cualidad de la consciencia. Y por ello la
libertad de acción. Libertad para comportarse de modo egoísta o de modo
solidario, con independencia de su capacidad para observar, descubrir, pensar e
inventar. El Imperio de Occidente es la obra cumbre del hombre. La dinámica de
este imperio planetario ha llegado a un punto de claro conflicto interno con la
Naturaleza, y con una vastísima extensión del planeta que vive sumida en la
miseria más absoluta. ¿Podemos hablar de salud en estas condiciones? Cuando la
solución tecnológica ya no es la clave de la solución de todos nuestros
problemas de "salud social", sólo nos queda entender que hemos de
tomarnos el amor y la solidaridad en serio, porque quizás sea la única salida
viable a la encrucijada humana en la que nos encontramos.
Arthur Clarke en su novela “2001, una
odisea en el espacio”, plantea una hipótesis sobre el origen de la inteligencia
humana, bastante alejada de la versión bíblica del génesis, y que se basa,
justamente en el uso de la violencia calculada. Al homínido Moonwatcher le
fastidió enormemente que la tribu enemiga les arrojase a él y a su grupo de la
charca donde habitualmente bebían. Un buen día, jugando con un fémur (en la
película) al golpear otros huesos, se dio cuenta de que si atizaba con fuerza
podía quebrar huesos más débiles. Se acordó de sus enemigos, y ¡oh
inspiración!, de alguna forma supo ver claro que podía vencerles a base de
mandobles. Enseñó a su grupo a golpear duro, y la escena siguiente que se ve en
la novela y en la película es la paliza mortal que les propinan, echándoles
definitivamente de su charca.
"Moonwatcher... De pronto, y como en un
sueño comenzó a buscar en el suelo... no sabía qué, aun cuando hubiese tenido
facultad de palabra. Lo reconoció al verlo. Era una piedra pesada y puntiaguda
de varios centímetros de
longitud, y aunque no encajaba perfectamente en su mano, serviría. Al
blandirla, aturullado por el
repentino aumento de peso, sintió una agradable sensación de poder y autoridad.
Y seguidamente comenzó a moverse
en dirección al cerdo más próximo. [...] El cerdo siguió hozando la hierba
hasta que el martillo de piedra
de Moonwatcher le privó de su vaga conciencia. El resto de la piara continuó
pastando sin alarmarse, pues el asesinato había sido rápido y silencioso"
A.Clarke. 2001, Una Odisea en el Espacio. Capítulo 3, Academia.
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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina
especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas
de Visión
sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y
Sociedad Distópica,
todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los
objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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