Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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30/3/20

Los límites de la evolución (Visión sistémica del mundo: 11)



Los límites de la evolución

Hace 600 millones de años que no ha surgido ningún philo nuevo. Según Van Nostrand la vida ha evolucionado en 39 grandes ramas de seres vivos, denominadas "philos" o tipos. Estos 39 filos constituyen otros tantos intentos de organización básica de los seres vivos. Aunque ninguno ha desaparecido, solamente ocho han tenido realmente éxito, quedando el resto relegados al ostracismo evolutivo, en clara recesión respecto de sus competidores. Del filo de los cordados del que partieron los vertebrados, no ha surgido ninguna nueva clase en los últimos 250 millones de años. Y de la clase de los mamíferos, no ha surgido nada mejor que los placentarios.

Hace unos 200 millones de años que la vida en la Tierra no ha ensayado ninguna rama nueva en la Evolución biológica. Parece como si el tiempo de la experimentación biológica se hubiera agotado, y sólo quedase el proceso del refinamiento constante (en clara alusión a la ley de rendimientos decrecientes. Hace 1000 millones de años que la célula alcanzó su perfección. La evolución celular se tuvo que enfrentar a su "non plus ultra". Hubo un momento en el que la evolución, o se detenía, o daba un salto cuántico. Y surgió el asociacionismo celular, y con él la eclosión de los seres pluricelulares.

No es por ser pesimistas, pero parece como si la multicelularidad hubiera entrado en un callejón sin salida. El siguiente paso parece ser el organismo múltiple o sociedad (en alusión a la ley de rendimientos de escala).

Hay un cierto grado de asociación gregaria en las manadas, organizadas para un mejor ataque o defensa, las bandadas de aves migratorias, las piaras de cerdos, la familia biparental o poliparental, etc. Es un avance y muestra un cierto grado de especialización. En genérico se trata de una organización tipo grupo.

En el grupo, cada individuo conserva su totipotencialidad como organismo. Podría sobrevivir sólo si llegase el caso.

El paso más allá es una organización multindividual de modo tal que cada individuo "per se" deja de ser totipotencial, para formar parte de una organización que toma vida propia como ser superior. Hasta ahora, ningún grupo de organismos presenta plenamente tales características, aunque hay dos indicios claros de ello. Uno se encuentra en el filo de los artrópodos, concretamente en la clase de los insectos. Otra en el filo de los cordados, clase mamíferos, subclase placentarios, especie "homo sapiens".                       

La organización social

En los insectos se ha desarrollado una cierta aproximación al concepto de organización social. En las termitas no puede vivir cada individuo fuera del grupo social. Una termita soldado tiene tan grande las mandíbulas que alguien le tiene que alimentar. Pero a cambio de estos, una sociedad de termitas carnívoras, más conocida por "marabunta" puede vencer a un animal muy superior en tamaño, incluso al hombre. Y es que no se trata de un hombre contra millones de hormigas, sino de un individuo contra una organización social.

En las organizaciones sociales, cada individuo es un elemento integrador de un subsistema, bien de la cadena de producción o de información. Cada cual cumple su misión, y se comporta bien como frente de defensa, importadores de materia y energía, distribuidores, convertidores, productores finales de energía, evacuadores, motores, o reproductores. Un sofisticado sistema de información se establece para vigilar el entorno, para almacenar datos de memoria o para tomar decisiones. En una organización social es posible identificar todos y cada uno de los subsistemas que hacen posible la vida.  Si no fuese así, una organización no podría subsistir.

En el caso del hombre, lo que hizo posible su triunfo sobre los demás homínidos no fue la inteligencia per se. Los chimpancés y los gorilas, de alguna forma saben utilizar objetos.

El gran triunfo del hombre fue la comunicación a través de la palabra. Con ello, lo que el padre aprende a lo largo de su vida se lo transmite a su hijo. De modo que este aprende en muy poco tiempo lo que transmitido por su padre, más su experiencia personal a lo largo de su vida. Y la siguiente generación aprende todo lo de la anterior más su propia experiencia. Y así sucesivamente. Desde siempre los jóvenes han venerado a los viejos porque para ellos siempre fueron sabios, transmisores de "tradiciones"

Las tradiciones constituyen la base de ligazón de un individuo a la sociedad a la que pertenece. Es el surgir una nueva clase de sentimiento "cuasi instintivo" denominado "lealtad" o "patriotismo", por el cual el hombre logra entender no sólo de modo consciente, sino también subconsciente, que el bienestar de la mayoría bien vale el sacrificio de la minoría o de uno mismo, mítica frase del Sr. Spock en la película Star trek cuando se inmoló para salvar la nave Enterprise del desastre.

El concepto de sociedad conlleva aceptar la pérdida de parte de la libertad individual en compensación a ganar la seguridad y los beneficios de la cooperación mutua individuo – sociedad. En el ámbito humano, el desarrollo social ha desembocado en conceptos como la solidaridad, comunidad, integración, pertenencia, y de sentimientos como los de validez y sentirse amado, importante para los demás, porque los demás reconocen que la comunidad recibe de uno la cooperación y el esfuerzo.

Esto hizo que la sociedad trivial se consolidase y fuera en realidad un macroorganismo donde cada individuo se siente en pertenencia con el grupo, seguro frente a las asechanzas externas, y siente el dolor de algún miembro de la sociedad, cuando este enferma o muere.

El desarrollo de la escritura permitió consolidar la memoria social, no ya en las mentes de aquellos que aprendieron las tradiciones y los conocimientos heredados, sino en textos capaces de trascender la propia vida de los individuos. Como dice Carl Sagan, la memoria de la sociedad humana se encuentra en los libros. Son las bibliotecas los auténticos bancos de datos donde la sociedad se reconoce a sí misma, y está segura de que conserva todo su vasto caudal de conocimiento.

Vemos pues, como las dos sociedades que hemos comentado han evolucionado en dos sentidos muy diferentes. Los insectos hacia la subespecialización, La sociedad humana hacia la flexibilidad. Con todo, dentro de la sociedad humana, se ha producido una subdivisión basada en la subespecialización. Son las organizaciones empresariales. Como tales, las empresas son agrupaciones humanas altamente especializadas en una determinada función, de modo tal que ninguna empresa es totipotencial. Muy por el contrario, depende de tal modo de sus proveedores y de sus clientes, que si esta relación en la que se produce un auténtico flujo de materia y energía falla, la empresa no puede subsistir.

Un paso más, y vemos cómo las sociedades en sí, poniendo como límites concretos los límites de los estados soberanos, tampoco son totipotenciales. El comercio internacional y las relaciones entre naciones hace que ningún país pueda vivir aislado de la comunidad internacional. De modo que, por encima de los estados soberanos se sitúan las organizaciones internacionales como la Comunidad Europea o, en definitiva, la Comunidad Internacional a nivel mundial.

Tamaño y complejidad    

Existe una tendencia natural por parte de los individuos y de las sociedades a crecer en tamaño. Sabemos que el tamaño es cuestión de número de células que conforman un individuo, puesto que las células no son más grandes en un elefante que en un ratón. El crecimiento es siempre un proceso de feed-back positivo, donde a más materia, demanda de más energía y de más alimento. La entrada de más alimento genera más materia y energía para formar más estructura. Y así hasta que el individuo o la sociedad alcanza un límite del que no puede sobrepasar, constituyéndose un equilibrio entre consumo, desgaste y producción. El feed-back se negativiza, igualándose las entradas y salidas de materia-energía.
En la vida, la variedad de tamaños es tremenda. Expresado en potencias de diez, el micoplasma ocuparía 10-13cm3  un ratón 102 y una ballena 108cm3.

Micoplasma: 0,000.000.000.000.1 cm3
Ratón:                  100 cm3
Ballena:        10.000.000 cm3

Desde la aparición de la vida, el primer incremento significativo de tamaño fue con las algas cianofíceas hace 2700 Millones de años. Unas veinte veces. Desde entonces el tamaño de la célula ha permanecido invariable, siendo la más grande de un tamaño no superior a 10 micras.
La conquista de la pluricelularidad dio lugar a seres de muy diversos tamaños, en función del número de células que los componían.

El tamaño, es una tendencia natural, a la que se opone un fenómeno, que es la complejidad. Cuanto mayor sea un ser vivo, más complejo será. Cuesta más levantar y mantener un rascacielos que una cabaña. Cuanto mayor sea un organismo, más difícil resultará introducir cambios significativos en las primeras fases del desarrollo fetal. Un fallo genético, una mutación durante una etapa temprana de la fase embrionaria, casi con seguridad abortará la gestación. Mientras, una mutación en las etapas últimas de la fase fetal provocará una malformación congénita, posiblemente compatible con la vida.

Existe por tanto un punto en el que el tamaño de un individuo llega al límite de la complejidad que puede controlar. Bien es cierto que hay individuos de una especie más grandes que otros, pero en general una especie alcanza en sus individuos adultos un tamaño medio con una variabilidad moderada.

El tamaño puede ser adaptativo en sí mismo, y no supone necesariamente una desventaja. Supone una gran dificultad comprender especie por especie las razones de su tamaño. Sólo se sabe, por el registro fósil, que la tendencia es, si no existe razón en contra, a aumentar de tamaño. Se sabe que, en 60 millones de años, se pasó del ancestral Hyracotherium del tamaño de una oveja, al equus, o caballo actual. Lo mismo pasó con los elefantes, camellos, jirafas, dinosaurios y cetáceos. Entre los vertebrados se observa esta norma, llamada regla de Cope, en honor a Edward Cope (1855), por la que la mayoría de las secuencias evolutivas de que se tiene noticia indica tendencias al aumento de tamaño de la línea filogenética, y no al revés. Casos como el colibrí son excepciones que, digamos, confirman la regla.

Así pues, la fuerza oponente al incremento de tamaño es la complejidad. Para cada especie la relación tamaño-complejidad es diferente. Lo que es cierto es que un organismo grande es un conjunto de células que funcionan como una unidad. Si el fuerte sincronismo que une falla, la selección natural terminará por eliminar la especie. La conservación de la homeostasis - "steady state"-, es básica para mantener la vida, pero hay notables diferencias debidas al tamaño. Un aumento del tamaño impone restricciones que requieren incrementar la división del trabajo entre las partes. El aumento de la división del trabajo que dependen del tamaño, se puede denominar como "complejidad". Como norma general, la complejidad aumenta con el tamaño. Esta regla no guarda relación con la selección natural. Es una restricción puramente física impuesta por poseer un cuerpo mayor.

La vida es de por sí compleja. La célula es una maravilla de la ingeniería natural, que parece haberse estabilizado como tal desde hace 2500 millones de años. En los seres pluricelulares, la complejidad aumenta por mor de la necesidad de poseer un tamaño adaptado al entorno en el que se desarrolla la vida de la especie. Menor complejidad haría imposible la vida de los individuos de la especie, y mayor, simplemente no es necesario, si con la alcanzada, la especie se encuentra adaptada al medio.

El estudio de la complejidad ha potenciado el desarrollo de las teorías que han intentado abordar su análisis, como la cibernética de Norman Wienner, la teoría de las catástrofes de René Thorn, la teoría del caos de Lorentz o la teoría de la información de Shannon [link].

Estas teorías han aportado interesantes puntos de vista. Es cierto que el problema de la complejidad nos afecta de lleno a los seres humanos, por cuanto la propia sociedad humana ha crecido en tamaño a un nivel tal que se plantea problemas típicamente relacionados con la complejidad. Entre una apacible localidad serrana casi autosuficiente con una mínima pero sólida organización social y la sociedad nacional existe una diferencia de tamaño y complejidad comparable como la que existe entre una abeja y una ballena azul.

Todos somos conscientes, en el mundo en que vivimos, que la vida es cada vez más complicada. Cualquier empresario es consciente de lo difícil que es crear una empresa, mantenerla a flote y ser capaz de que se adapte a los cambios del mercado. Cualquier intento por entender la complejidad como característica inseparable de las grandes organizaciones y sociedades es necesario para seguir manteniendo con vida el gran monstruo que hemos creado los hombres, la Civilización. Y algo se barrunta en la actualidad en el sentido que nuestra civilización parece estar alcanzando el límite asintótico de su complejidad controlable y, lo que es más preocupante, el límite asintótico de su capacidad de respuesta a las perturbaciones del medio ambiente que ella misma está provocando.

Reflexiones sobre la Vida en el Universo

Esta rápida mirada a la vida y la evolución biológica no ha tenido como finalidad misma describir la Historia natural de la Tierra, sino poder extraer una serie de reflexiones muy concretas que van a sentar las bases de la visión sistémica del Mundo, desgranada en este conjunto de colaboraciones semanales.

La primera reflexión es sobre la posición del hombre dentro de la Historia de la Vida; como un eslabón más dentro de la Evolución. Ver al hombre como especie que apenas lleva dos millones de años de evolución en un horizonte temporal de 3.500 millones de años. Esto no es nada, el 0.05% del tiempo. Y menos aún los 5000 años de historia del hombre como civilización, el 0.25% de esos dos millones. Para la Historia de la Vida, el incidente del hombre es algo que ha acontecido apenas hace unos segundos. Es como si en la vida de un hombre de 80 años, ésta hubiera transcurrido tranquila y apacible en su aldea serrana, donde hoy se construye una cabaña, mañana una cerca para el corral y dentro de tres años una fuente para el agua del pozo. Y de repente, y tan solo en diez minutos alguien viene y transforma el pueblo en una ciudad descomunalmente grande parecida a Nueva York. Para la Tierra, el hombre es un acontecimiento súbito, "un susto de repente".

La segunda reflexión consiste en ver nuestra Sociedad como la evolución normal de los seres pluricelulares hacia el asociacionismo multipersonal, multiorganísmico, donde el todo es algo más que la suma de las partes, y donde todo está relacionado; donde cada individuo pierde la totipotencialidad para tener que depender si quiere sobrevivir, de su integración en la sociedad; donde las leyes biológicas también se cumplen (aunque las denominemos leyes económicas o sociales).

La tercera reflexión consiste en entender la vida y los seres vivos como sistemas abiertos. La teoría de los sistemas ha supuesto un cambio completo de paradigma para la Ciencia, permitiendo entender de modo global la realidad en que vivimos. La sociedad humana muestra los mismos fenómenos y comportamientos que los seres vivos, más uno más, la intencionalidad. Es la capacidad que posee el hombre de violar sistemáticamente en beneficio particular estas leyes. Surge así, en la sociedad humana el fenómeno inteligente de la intencionalidad, y la competencia y depredación de su misma especie. Surge así el "conflicto social". Esto significa que en la sociedad humana las leyes universales del comportamiento de los sistemas biológicos no se cumplen de forma ciega, sino que la inteligencia las eleva a la categoría de consciente, y eso mismo introduce la posibilidad de violarlas en función de los intereses de cada cual, y también de elevarlas a más perfección si cabe.

La cuarta reflexión trata del envejecimiento de las especies, y cómo éste conduce en más o menos tiempo a su extinción, justamente cuando más desarrolladas están y más parece haberse adaptado al entorno. Quizás tras este "clímax", su capacidad de desarrollo se agota, y de adaptación también, entrando en un proceso de mutaciones como un camino hacia ninguna parte. Trasladando este proceso a la Humanidad, vemos cómo esto ha sido lo que ha sucedido en, virtualmente todas las civilizaciones. El ciclo guerra, paz, prosperidad, esplendor, decadencia y guerra se cumple inexorablemente siempre en la Historia del hombre.

La quinta reflexión es sobre la salud –permítanseme mis orígenes sanitarios aunque sólo sea por esta vez-. La salud del hombre como especie es la clave de la supervivencia. Porque si la salud del hombre como especie está en peligro, es la propia sociedad humana la que está en peligro. Decir salud es decir capacidad plena de trabajar para el desarrollo, para caminar hacia delante, para luchar por objetivos mejores. Decir pérdida de salud es decir tener que luchar para resolver problemas internos que dificultan el cumplimiento de la misión del individuo o de la sociedad. Algo va mal. Conflictos, crisis, corrupciones, degradación, violencia, enfermedad, “distopía”. Esto supone hablar de patología de los sistemas biológicos, de los sistemas sociales; es hablar de la pérdida del "estado-estable". En este sentido la Medicina actúa coyunturalmente en los individuos enfermos, como los bomberos apagan los edificios incendiados, o la policía busca y detiene a los delincuentes. Está claro que nadie desea vivir en una ciudad donde los edificios tienen una alta probabilidad de incendiarse, aunque los bomberos sean los mejores del mundo. O nadie desea vivir en una ciudad donde el riesgo de salir a la calle y ser atracado o agredido sea casi cierto, pero la policía sea muy eficaz deteniendo a los asesinos.

De la misma forma no es deseable vivir en una sociedad donde la enfermedad se enseñoree de la vida de los hombres y mujeres, pero se disponga de los más avanzados hospitales y de los mejores médicos. La salud es un problema que atañe a toda la sociedad; una sociedad que ha alcanzado dimensiones planetarias, y cuya peor enfermedad es la ignorancia, como afirma Rigoberta Menchú. Y no olvidemos algo curioso, cómo los avances de la Medicina, que ha alargado más allá de lo biológicamente aceptable la longevidad de los seres humanos (occidentales), nos ha conducido a un paradójico envejecimiento de población constituida por decrépitos ancianos que está obligando a que la mitad de la población tenga que cuidar de la otra mitad con consecuencias cada vez más alarmantes.

Y, por último, la séptima reflexión consiste en ver cómo el hombre, tras la conmoción que ha provocado en el Planeta, no le queda más que su inteligencia y los valores humanos emergentes para superar la crisis que le inunda desde mediados del Siglo XX y plantea un sombrío Siglo XXI. Durante mucho tiempo (los últimos cincuenta años) se ha pensado de forma general que la técnica y el progreso darán solución a todos nuestros problemas. Hoy cada vez más esa solución tecnológica se ve con cada vez más escepticismo, al ver cómo justamente en las sociedades más avanzadas, donde la tecnología ha "resuelto" la mayoría de los problemas materiales de la gente, no es capaz de evitar la degradación de la sociedad como tal. Violencia, corrupción política, convulsiones económicas, pero, sobre todo, crisis de valores. Cuando se habla de crisis de la Sociedad no se puede echar las culpas a la Tecnología. Ni mucho menos. La Tecnología funciona perfectamente, los ordenadores son cada vez más potentes y rápidos, las telecomunicaciones son cada vez más extensas y llegan a cada vez más rincones. Las autopistas nos transportan al último lugar que queramos. No es este el problema. El problema se siente cada vez más como de crisis de valores. Este es el drama del hombre, su ambigüedad. Las capas más primitivas del cerebro le incitan a comportarse de una forma instintiva y egoísta, y a la vez a relacionarse con los de su especie. La capa más evolucionada, el neocórtex imprime a su comportamiento la cualidad de la consciencia. Y por ello la libertad de acción. Libertad para comportarse de modo egoísta o de modo solidario, con independencia de su capacidad para observar, descubrir, pensar e inventar. El Imperio de Occidente es la obra cumbre del hombre. La dinámica de este imperio planetario ha llegado a un punto de claro conflicto interno con la Naturaleza, y con una vastísima extensión del planeta que vive sumida en la miseria más absoluta. ¿Podemos hablar de salud en estas condiciones? Cuando la solución tecnológica ya no es la clave de la solución de todos nuestros problemas de "salud social", sólo nos queda entender que hemos de tomarnos el amor y la solidaridad en serio, porque quizás sea la única salida viable a la encrucijada humana en la que nos encontramos.

Arthur Clarke en su novela “2001, una odisea en el espacio”, plantea una hipótesis sobre el origen de la inteligencia humana, bastante alejada de la versión bíblica del génesis, y que se basa, justamente en el uso de la violencia calculada. Al homínido Moonwatcher le fastidió enormemente que la tribu enemiga les arrojase a él y a su grupo de la charca donde habitualmente bebían. Un buen día, jugando con un fémur (en la película) al golpear otros huesos, se dio cuenta de que si atizaba con fuerza podía quebrar huesos más débiles. Se acordó de sus enemigos, y ¡oh inspiración!, de alguna forma supo ver claro que podía vencerles a base de mandobles. Enseñó a su grupo a golpear duro, y la escena siguiente que se ve en la novela y en la película es la paliza mortal que les propinan, echándoles definitivamente de su charca.

"Moonwatcher... De pronto, y como en un sueño comenzó a buscar en el suelo... no sabía qué, aun cuando hubiese tenido facultad de palabra. Lo reconoció al verlo. Era una piedra pesada y puntiaguda de varios centímetros de longitud, y aunque no encajaba perfectamente en su mano, serviría. Al blandirla, aturullado por el repentino aumento de peso, sintió una agradable sensación de poder y autoridad. Y seguidamente comenzó a moverse en dirección al cerdo más próximo. [...] El cerdo siguió hozando la hierba hasta que el martillo de piedra de Moonwatcher le privó de su vaga conciencia. El resto de la piara continuó pastando sin alarmarse, pues el asesinato había sido rápido y silencioso"
A.Clarke. 2001, Una Odisea en el Espacio. Capítulo 3, Academia.

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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y
en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)
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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en
este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes
desde el 20 de enero de 2020.
Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto
por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/
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