Iniciados/as en la Senda, nuestra mirada intentará ser mirada neutra, objetiva, desnuda de toda emocionalidad inferior. Podemos ensayar mirar como miran desde Arriba, como observan el mundo los Grandes Seres, las Grandes Almas, desprovistas de todo subjetivismo y antojadiza parcialidad. Habremos de abstraernos de todo género de apego.
No es fácil este desafío en el que conviene ensayarnos. Para ello tenemos la incalculable ayuda de las Leyes Superiores o Universales que expresan siempre, de una forma más o menos velada, la Voluntad divina. “La Divinidad habla” a través de estas Leyes que recién empezamos a descubrir e impregnarnos de su superior lógica. Podemos descifrar esa lógica, podemos servirnos de esas Leyes para intentar interpretar el intenso, el a veces convulso, pero maravilloso momento que estamos viviendo como humanidad. Lo vamos a intentar, aún sabedores que, desde nuestro limitado nivel de conciencia, toda interpretación de estas Leyes estará lastrada de subjetivismo.
Leyes Superiores en mano, vamos concretamente a observar el claramente alentador y a la vez controvertido fenómeno del feminismo. A nivel introductorio sólo señalar por último que las Leyes interactúan al mismo tiempo y son aplicables a los diferentes ámbitos de la vida, así como a las diferentes dimensiones. Sin intención de sentar una última palabra, sino de contribuir humildemente a esta exploración que entiendo necesaria, he aquí estas observaciones:
A la luz de la Ley primera y soberana del Amor y la Solidaridad Universal el feminismo constituye un movimiento global de alcance planetario claramente positivo, alentador, liberador. Sólo hay que mirar para atrás para ver el grado de postración y marginación, cuando no claramente de explotación y abuso que ha padecido la mujer. La historia nos revela con claridad lo emancipador que supone todo este movimiento, sobre todo en las geografías en las que aún se padece esa grave situación. La violencia que han utilizado y que al día de hoy lamentablemente siguen utilizando muchos hombres para con la mujer, es el exponente más cruel y bárbaro de la violación de esta Ley.
A la luz de la Ley de Género no podremos sin embargo olvidar que mujer y hombre somos complementarios. Felizmente nos necesitamos para dar luz a la nueva vida, la familia y el futuro, parta instaurar una Tierra de paz, amor y fraternidad. El hombre ha conculcado esta Ley y demasiado a menudo ha mantenido una relación de subyugación y opresión con respecto a la mujer. La complementariedad entre mujer y hombre es un claro signo de evolución. El que seamos diferentes y complementarios, bajo ningún concepto se puede utilizar como argumento para la desigualdad ante la ley del mundo. La igualdad de derechos es ya por supuesto un objetivo social incontestable.
A la luz de la Ley de Polaridad o equilibrio convendría renunciar a todo extremismo que nos aboque a un paradigma de confrontación. El presente constituye la hora preciosa y anhelada en la que por fin podemos volver al punto del medio, desechando todo ánimo revanchista. Las actitudes de animadversión de un género con respecto a otro conculcan al mismo tiempo las tres leyes ya mencionadas.
A la luz de la Ley del Ritmo convine no identificarnos en exceso con los roles de género Somos almas que alternativamente utilizamos cuerpo de mujer y de hombre para evolucionar. En esta encarnación “vestimos” de un género, pero no somos ese género. Lo mismo que no somos madrileños, catalanes, vascos, gallegos…, ni patrones, ni obreros, ni príncipes, ni vasallos… No podemos olvidar los roles que nuestra alma programa con el objeto de rendir más evolutivamente. Pasamos por los más diferentes roles y situaciones con la finalidad de reunir el mayor número de experiencias. Al salir de “la rueda de Sansara”, al final de nuestra etapa en tanto en cuanto humanos, habremos vivido el mismo número de encarnaciones en un género y en otro.
A la luz de la Ley de Evolución los cambios de conciencia operan lentamente. La Madre Naturaleza no contempla la revolución. El “patriarcado” no se va a desplomar de repente, ni se van a instaurar de esa forma unas plenas relaciones de genuino amor entre todos los hombres y mujeres del planeta. La vital apuesta es a largo plazo, pero ello no nos debe desalentar en el empeño.
A la luz de la Ley de Causa y Efecto no hay ninguna situación que en el presente padezcamos que no hayamos generado nosotros/as mismos/as en el pasado. Nada escapa a esta Ley. La casualidad es el desconocimiento de la Ley. Ello muy lejos de justificar cualquier gesto o actitud de opresión, nos ha de invitar a una actitud de fraterna e inquebrantable solidaridad para con quien padece, al tiempo que nos puede ayudar a comprender las situaciones más lacerantes que bien padezcamos nosotros/as, bien que padezcan nuestros hermanos/as.
En esta hora grande entre las grandes vamos juntos/as, hermanas, novias, madres, amigas, siempre compañeras…. Juntos/as por favor, ninguna barrera más y aún menos entre nosotros y nosotras. Ya nadie más, ni menos. Juntos/s por favor, así hasta el fin de la tierra, hasta el fin de las edades.
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Autor: Koldo Aldai (koldo@portaldorado.com)
Fuente: http://www.koldoaldai.org/
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