1. Las almas que viven, pero su conciencia está dormida. Estos
seres humanos aletargados, tienen un grado muy inferior de inteligencia y la
percepción de sí mismos y de la vida es tan tenue y nebulosa que sólo las
formas más inferiores de la existencia humana entran en esta categoría. En
forma racial, nacional y tribal no existen como tipos puros, sino que
ocasionalmente nacen en los bajos fondos de las grandes ciudades. Son como una
reversión y nunca nacen entre los nativos o campesinos.
2. Las almas que son simplemente conscientes del plano físico y de
las sensaciones. Estas personas son lentas, inertes e inarticuladas; el medio
ambiente les trae confusión, pero los acontecimientos no las perturba tanto
como a los tipos más avanzados y emocionales. No tienen sentido del tiempo ni
del propósito; muy raras veces pueden estar preparadas mentalmente y pocas
veces demuestran capacidad alguna. Si se las dirige pueden hacer trabajo de
pico, de pala y de acarreo; comen, duermen y procrean, siguiendo los instintos
naturales del cuerpo animal. Sin embargo, aún no han despertado emocionalmente
y mucho menos mentalmente. Son individuos raros y existen miles de ellos en
nuestro planeta. Pueden ser reconocidos por su total incapacidad para responder
al entrenamiento emocional y mental y a la cultura.
3. Las almas que comienzan a integrarse y están emocional y
psíquicamente despiertas. En ellos, lógicamente, está despierta la naturaleza
animal y comienza a predominar la naturaleza del deseo. Muy pocas de estas
personas se encuentran en las razas. Estas almas infantiles poseen equipo
mental, y algunas pueden ser entrenadas para que lo empleen; ponen el énfasis
de la vida preponderantemente en la actividad física; están animadas por el
deseo de lograr satisfacciones y una superficial vida o naturaleza de deseo,
orientada, casi totalmente, hacia la vida física. Tales almas son la analogía
moderna de la antigua cultura lemuriana.
4. Las almas que son primordialmente emocionales, cuya mente no es
muy ágil y sólo raras veces entra en actividad, y cuyo cuerpo físico se desliza
constantemente hacia el reino de lo inconsciente. En cada raza y nación existen
millones de almas en estas condiciones. Pueden ser consideradas como atlantes
modernos.
5. Las almas que pueden ser clasificadas como seres humanos
inteligentes, aptos para aplicar la mente si se los entrena y demuestran que
pueden pensar cuando surge la necesidad. Sin embargo siguen siendo
predominantemente emotivos. Constituyen la mayoría de la moderna humanidad
actual. Son los ciudadanos del promedio de nuestro mundo moderno, buenos, bien
intencionados, capaces de desplegar una intensa actividad emotiva, con una
naturaleza sensoria casi superdesarrollada, fluctuando entre la vida de los
sentidos y de la mente. Oscilan entre los polos de la experiencia. Sus vidas
transcurren en una continúa agitación astral, pero tienen momentos, cada vez
más frecuentes, en que la mente puede momentáneamente hacerse sentir y en casos
necesarios tomar importantes decisiones. Estas personas agradables y buenas,
están mayormente controladas por la conciencia de la masa, porque no piensan.
Pueden ser regimentadas y estandarizadas con facilidad por una religión y un
gobierno ortodoxos y son las ovejas de la familia humana.
6. Las almas que piensan y son mentales. Aumentan constantemente y
adquieren poder a medida que los procesos educativos y descubrimientos
científicos obtienen algunos resultados y logran expandir la percepción humana.
Constituyen la élite de la familia humana y son los que triunfan en algún
sector de la vida. Incluye a los escritores, artistas, pensadores en diversos
campos del conocimiento y dirigentes religiosos, científicos, trabajadores
técnicos y artesanos de la aspiración humana, políticos, y a todos aquellos
que, aunque están en primera fila, toman las ideas y proposiciones y las
desarrollan para el beneficio final de la familia humana. Son los aspirantes
mundiales y los que comienzan a introducir en su conciencia el ideal del
servicio.
7. Las almas cuyo sentido de percepción se ha desarrollado en grado
tal en el plano físico que pueden pasar al Sendero de Probación. Son los
místicos, conscientes de la dualidad, hostigados por los pares de opuestos, pero
que no pueden descansar hasta haberse polarizado en el alma. Son las personas
sensibles que luchan y no quieren fracasar ni vivir en el mundo actual. Su
mente es ágil y activa, pero no pueden controlarla debidamente, y la
iluminación superior es aún una alegre esperanza y una última posibilidad.
8. Las almas cuya inteligencia y amor se han desarrollado e
integrado en tal forma, que pueden comenzar a hollar el Sendero del
Discipulado. Son los místicos prácticos o los ocultistas de los tiempos
modernos.
9. Las almas que se han iniciado en los misterios del reino de
Dios. No solamente son conscientes de sus vehículos de expresión, la
personalidad integrada, sino también de sí mismas como almas, que saben, más
allá de toda controversia, que no existe “mi alma ni tu alma”, sino simplemente
“el alma”. No sólo la conocen como un principio mental y una realidad sentida,
sino también como un hecho en su propia conciencia.
10. Las almas que han
logrado liberarse de todas las limitaciones de la naturaleza forma y moran
eternamente en la conciencia del Alma Una; no se identifican con ninguna
aspiración de la vida de la forma, por muy desarrollada que esté. Pueden
emplear y emplean, en bien de todos, la forma a voluntad. Son los Maestros de
la Vida, los adeptos perfectos.
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Autora: Alice Bailey (“Psicología
Esotérica. Tomo II”)
Enviado por: Javier León (javier.leon@editorialseneca.es)
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Las Enseñanzas Teosóficas se publican en este blog cada domingo, desde el
19 de febrero de 2017
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