Con
ocasión de ello, desde el Ateneo de Sanlúcar hemos entrevistado a Emilio
Carrillo. Se ha encargado de ello Manuel Reyes:
¿Es importante que tengamos “Mentalidad
de Crecimiento”, aún a pesar de lo que pensamos que somos?
Son
muchas las personas que sufren y lo pasan mal, por unos motivos u otros.
También las que, sin vivir situaciones de sufrimiento como tal, se sienten
vacías, como si su vida no tuviera demasiado sentido o no le sacaran el
suficiente partido en términos de realización personal.
La
causa de ello es simple y ha sido puesta de manifiesto por los sabios y sabias
de todas las épocas y culturas: la identificación con nuestro yo físico,
emocional y mental –para entendernos, me gusta llamarlo el “coche” y es
perecedero, pues está destinado a morir- y el olvido de nuestro ser más hondo,
íntimo y verdadero –siguiendo el símil, podemos denominarlo “Conductor” y es
imperecedero, pues nunca morirá-, que encarna en un “coche” para vivenciar la
experiencia humana.
Esta
diferenciación entre “Conductor” y “coche” se halla en todas las tradiciones
espirituales. Por ejemplo, en el cristianismo, Pablo de Tarso (san Pablo)
afirma en su Primera Carta a los
Tesalonicenses que “el ser humano no es cuerpo, alma y espíritu”. El cuerpo
–con sus componentes físico, emocional y mental- es el “coche”. Y el
“Conductor”, la dimensión álmico-espiritual.
Y
cuando empezamos a percibir el “Conductor” que somos, nos transformamos y la
vida se transforma con nosotros, haciéndose más completa y genuina: nos va
inundado la paz y la confianza; nos centramos cada vez más en el momento
presente, el aquí-ahora, y dejamos de dar bandazos mentales y emocionales entre
el pasado y el futuro; comenzamos a percatarnos de que no hay casualidades y
que todo tiene un sentido profundo, un porqué y un para qué en clave de nuestro
crecimiento personal y desarrollo en consciencia; nos damos cuenta de que no
hay problemas, sino experiencias-oportunidades que están en nuestra vida para
impulsar ese crecimiento y ese desarrollo; descubrimos que lo auténticamente
importante en la vida no es el “qué” (qué pasa, qué deja de pasar…), sino el
“cómo” vivimos el “qué”, sea lo que sea; etcétera.
El hombre de hoy, ¿quiere realmente
buscar la felicidad?
La
felicidad es anhelada por la totalidad de los seres humanos y todos la buscan.
Y este es el “quid” de la cuestión: en que la “buscan”; y la “buscan” fuera. Fuera
de sí mismos, en las cosas que les rodean, en las personas… Sin embargo, la
felicidad no está fuera, sino que, como tantos maestros han enseñado, se halla
en nuestro interior, ya que es el Estado Natural de nuestro Ser. Buscando
fuera, jamás la hallaremos, limitándonos a vivir ratos de bienestar e,
inevitablemente, otros de malestar. Así anda la gente… Solo cuando nos
percatamos del “Conductor” que somos, la felicidad va emergiendo y llenado
nuestro día a día. Y esto no es una quimera. Siempre ha habido hombres y
mujeres en todas las épocas y culturas, la mayoría personas insignes, que lo ha
vivido, lo han atestiguado y nos lo han trasmitido como hermoso legado.
¿Qué es ser un ser espiritual?
Todos,
sin excepción, somos seres espirituales y atesoramos la divinidad en nuestro
interior. Por eso, san Juan de la Cruz escribió que “el más perfecto grado de
perfección a que en esta vida se puede llegar es la transformación en Dios”. Lo
único que pasa es unos se dan cuenta y otros no. En este sentido, se puede
calificar de espiritual a la persona que se percata del “Conductor” que es y
vive en coherencia y consciencia con ello. Lo que llamamos transformación se
dirige precisamente a esta toma de consciencia.
¿Cómo se puede vivir siguiendo tu
propio sendero?
La
transformación es interna (auto-transformación) o no lo es. Y la transformación
interna es la llave que abre la puerta de la transformación externa. Ya lo
señaló Platón. Y más modernamente lo aseveró Gandhi con la frase que se le
atribuye: “ojos nuevos para un mundo nuevo”.
A
partir de esto, la transformación no es algo que ocurra de pronto, sino que es
un proceso. De ahí que se haga referencia a un camino o un sendero. Y este
sendero, retomando lo compartido anteriormente, no está fuera de ti, sino que
está en ti y eres tú mismo.
Por
eso, para recorrerlo, es imprescindible darse cuenta de que el punto de parida
eres tú tal como actualmente eres, lo que exige que te observes
(auto-observación) sin sentimientos de culpa y sin auto-engaños. Y puestos en
marcha a partir de ahí, avanzar en el sendero sin prisas, pero sin pausa, en un
proceso de paulatino conocimiento de uno mismo, creciente equilibrio y armonía
emocional y mental y expansión de la mente abstracta, que es el nivel de
nuestro plano mental capacitado para plantearse las cuestiones transcendentes y
comprender, entender, ver y vivir la vida.
¿Sirven para algo las creencias que
nos han inculcado desde la más tierna infancia?
En
nuestro plano mental, junto a la mente abstracta, hay otro nivel, el inferior,
conocido como mente concreta, que es válido para ocuparnos de las cosas
corrientes del día a día, del sota, caballo y rey de lo material y cotidiano. Y
solemos tener la mente concreta llena de sistemas de creencias que nos han
inculcado en la familia, el colegio, las amistades, los medios de comunicación,
la sociedad… Aunque no lo percibamos, estos sistemas de creencias funcionan a
modo de programas informáticos que influyen, cuando no dominan, nuestras vidas.
Y el contenido de la mayoría de ellos se caracteriza por una visión egóica y
egocéntrica de la vida, el olvido de lo que realmente somos (“Conductor”) y la
identificación con nuestra parte material (“coche”). Esto provoca el miedo a la
muerte, lo que origina, a su vez, miedo a la vida e incentiva esa desconfianza
hacia ella que está presente en tantas personas y les causa tanto sufrimiento.
La reencarnación ¿es una esperanza
para el hombre?
La
encarnación y la percepción de la vida en el plano humano como una cadena de
vidas se hallan en todas las tradiciones espirituales serias, incluido el
cristianismo. En este, la reencarnación fue suprimida en el II Concilio de
Constantinopla, en el año 553. Y más que una esperanza, supone la certeza
acerca de la vida más allá de muerte y de que el avance en el sendero de
auto-transformación y auto-conciencia de despliega y se desenvuelve en
diferentes vidas, cada una con sus propias características y experiencias.
¿Por qué tememos tanto al tránsito de
la muerte?
Por
ignorancia. Realmente no hay razón alguna para ese temor.
La
vida, siendo una, tiene, metafóricamente expresado, dos habitaciones: la de la
vida física y la del plano de luz (el Cielo del cristianismo, el Devachán de
los orientales…). Y entre ambas habitaciones hay un espacio intermedio, llamado
frecuentemente “tránsito”, que recorremos al desencarnar tras el fallecimiento
físico. Durante el tránsito (el “purgatorio” cristiano) se van diluyendo los
componentes emocionales y mentales que hemos acumulado a lo largo de la vida
material, un proceso que, dependiendo de cada cual, durará más o menos en función
de lo densificados y cargados que tengamos esos componentes (cuando lo están
sumamente, por una vida llena de egoísmo y daño a los demás, el tránsito se
convierte en el célebre “infierno”, el “avichi” oriental).
Y
tras el tránsito, se accede al plano de luz, donde el alma integra en consciencia
las experiencias de la última vida y se prepara para vivir una nueva, otra
encarnación, con el perfil necesario para desplegar nuevas experiencias que le
permitan crecer en auto-consciencia.
¿Qué objetivos te has marcado con la
celebración de este taller de teoría y práctica sobre la auto-transformación
personal?
Ofrecer
una guía sobre esa auto-transformación, una especie de “mapa” al respecto
extraído de las aportaciones de las grandes tradiciones espirituales y sus
maestros y que tiene mucho que ver con los temas y cuestiones, que de manera
muy resumida, hemos abordado en esta entrevista.
================================
Fuente: Sanlúcar Información (22/09/2018)
================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.