Y sentándose ante un grupo de hermanos, les
dijo:
—Cuidaos
de la envidia, porque ante el cielo a cada uno se os dio según vuestra
necesidad.
»Y
muchos diréis: «A mí no me dio el cielo según mi necesidad, porque paso hambre.
Ni me dio según mi necesidad, porque paso falta de amor. Ni me dio según mi
necesidad, porque parece que mi cuerpo atrajera todas las enfermedades».
»Mas
yo os diría: había una vez un hombre al que le fue dado un huerto para
alimentarse, y pasaban días sin que fuera a cultivarlo, y pasaban semanas sin
que se preocupase de labrarlo, ni abonarlo, ni cortarle las malas hierbas.
Llegó el tiempo de la cosecha y no recogió nada; entonces miró al cielo y,
enfrentándose con él se violentó diciendo:
«¿Qué mal he hecho, ¡oh Dios!, para
que me trates así? ¿Qué mal he hecho para que me mandes esta desgracia? ¡Mira
los campos vecinos qué frondosos están y mira el mío mustio y seco!».
»Mirad
pues y meditad y no pidáis al Cielo lo que no os pedís a vosotros mismos.
»¿Y
cuántas veces veis a un hermano y lo envidiáis porque creéis que tiene lo que
vosotros desearíais tener? Mas yo os digo que si entrarais en su vida, veríais
que está vacío de otras cosas y sufre por no tenerlas tanto como vosotros.
»No
juzguéis por los ojos, ni deseéis por los ojos. Pensad que cada uno trae su
carga. Y ayudaos unos a otros a llevarla.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en este
blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de
2017.
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