Recientemente se ha puesto en marcha el Proyecto de investigación
“Consciencia y Sociedad Distópica”, cuya dirección está a cargo de Emilio Carrillo, economista y profesor con
amplio reconocimiento internacional y autor de más de sesenta libros de perfil
tanto técnico como espiritual. Su blog, El Cielo en la Tierra,
cuenta con más de cinco millones de visitas. Considerando el interés general de tal iniciativa, desde Le Monde
Mystique nos hemos dirigido a él y amablemente nos ha recibido en su
domicilio de Sevilla (España) para mantener una entrevista acerca de la
Sociedad Distópica, sus coincidencias con lo que hoy vive la humanidad y las
consecuencias prácticas que podemos extraer al respecto. Nuestra compañera Freya
Vaneheim ha sido la encargada de hacerle llegar nuestras preguntas. La entrevista
es larga, pero merece la plena, pues sus respuestas ofrecen reflexiones e
información llenas de consciencia y sabiduría:
Muchas gracias, Emilio, por recibirme en
su casa.
Encantado,
Freya, de compartir este encuentro.
Veo que vive entre libros, que llenan su
despacho, el vestíbulo de entrada, el salón…
Y
el despacho de mi esposa. Hasta en el dormitorio tenemos estanterías porque no
nos caben en otro sitio, ja, ja, ja… En total, creo que se acercan a cinco mil
libros. Hace bastante que no hago el recuento y, a veces, llevo a cabo alguna
limpieza, pues hay textos técnicos que quedan desfasados. Pero la gente es muy
amable y me regala muchos, casi a diario me llega alguno de cualquier parte del
mundo. A los que hay que sumar los que compramos nosotros, sobre todo Lola, que
anda siempre a la búsqueda de escritos antiguos de filosofía y espiritualidad
–teosofía, sobre todo- en librerías de viejo.
También la música clásica le rodea…
Hasta tiene un piano y un violín.
La Escuela Pitagórica enseña que el
Silencio y la Música son pilares de la Vida. Asiduamente disfruto de ambos. Y
la Música, con mayúsculas, es la Clásica. Especialmente, la de Johann Sebastian
Bach, mi compositor predilecto, seguido a distancia por Beethoven. El piano es
electrónico y pertenece a Lola. En cuanto al violín, me lo regalaron en la
Chiquitania boliviana, donde se ubicaron antiguas misiones jesuíticas. La
historia del por qué lo tengo es muy hermosa, pero demasiado prolija para
compartirla aquí y ahora.
Pues si le parece, vamos entrando en lo
que motiva esta entrevista… Dirige el Proyecto de investigación “Consciencia y
Sociedad Distópica”. ¿Cuáles son sus objetivos?
El Proyecto parte del convencimiento de
que la Sociedad Distópica, anunciada por tantas tradiciones espirituales, está
empezando a tomar cuerpo en el momento presente. El Diccionario de
la lengua española hace mención a la “distopía” como “representación
ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la
alienación humana”. Sin embargo, la distopía ya no narra un futuro imaginario,
sino que desvela el presente cierto. Y es que la Sociedad Distópica ya no
es una ficción, ni algo por venir. Es muy real y está aquí, avanzando entre
nosotros. A partir de ahí, dos son los objetivos fundamentales del
Proyecto: estudiar las características e implicaciones de una sociedad así; y
formular propuestas prácticas de cómo vivirla con Consciencia.
¿Las tradiciones espirituales anuncian
la Sociedad Distópica?
Mucha
gente liga la distopía a un género literario que tiene su trilogía fundacional
en las obras Un mundo feliz, de Aldous Huxley, 1984, de
George Orwell, y Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Pero es fácil
constatar que la Sociedad Distópica fue presagiada y perfilada hace tiempo por
distintas corrientes espirituales: el hinduismo habla de la “Edad Oscura”; el
budismo, de la “Era del Olvido”; el judaísmo, del advenimiento de un “Mesías”;
el cristianismo, de una apocalíptica “Parusía”; el Islam, de un final que
denomina “la Hora”, etcétera.
¿Cuál de ellas considera que es más
clara y precisa al aportar información sobre la distopía y la sociedad
contemporánea?
Tras
haber leído y examinado numerosos textos sagrados de muy diferentes corrientes
espirituales y aunque todas ofrecen similitudes al respecto, las contribuciones
más nítidas y directas las he encontrado en el cristianismo.
¿Qué enseña el cristianismo sobre la
Sociedad Distópica?
En lo relativo a este asunto, los textos
cristianos por excelencia son el Libro de Daniel, integrado en
el Antiguo Testamento, y el libro de las Revelaciones o Apocalipsis
de san Juan, que cierra el Nuevo Testamento. El carácter
profético de los dos es bien conocido. Sin embargo, la interpretación es muy
complicada al estar repletos de símbolos y eventos.
Mucho más esclarecedoras son las palabras
de Cristo Jesús recogidas en el Capítulo 24 del Evangelio
de Mateo, con las que responde en privado a las preguntas de sus discípulos
acerca de cómo serán los últimos tiempos de la vigente humanidad.
De ese capítulo recuerdo que dice algo
así como que no se sabe ni el día ni la hora de ese final…
Efectivamente, Cristo Jesús dice que
nadie sabe del día ni de la hora. Ahora bien, también subraya que hay que estar
atentos a los signos, pues no pasará “esta generación” -sinónimo de lo que en
teosofía se denomina “raza raíz”- hasta que todo esto acontezca y hay que
aprender de la higuera: cuando su rama se enternece y brotan las hojas, sabemos
que el verano está cerca.
Por tanto, cuando se vean las cosas que
Cristo Jesús relata en el citado pasaje del Evangelio de Mateo,
podemos atisbar que el final está a las puertas.
¿Lemuria y la Atlántida han sido razas
raíz previas a la nuestra?
En el tramo final del siglo XIX y
comienzos del XX, hubo personas insignes, mayoritariamente integradas en el
movimiento teosófico fomentado por H. P. Blavatsky, que realizaron una colosal
labor de rescate y divulgación de libros y fuentes muy antiguas. Entre los
temas que estos tocan se halla la genealogía del ser humano, describiendo las
siete razas raíz por las que discurre la evolución de la humanidad durante
millones de años. La tercera de las siete fue Lemuria; y la Atlántida, la
cuarta.
Y nosotros conformamos la quinta…
De manera análoga a como nosotros vamos reencarnado en una cadena de
vidas, la humanidad va reencarnado en una serie de razas raíz, cada una de las
cuales cuenta, a su vez, con siete sub-razas. La raza actual es la quinta y es
llamada “aria”, lo que históricamente ha sido objeto de garrafales
malentendidos. Y dentro de la quinta raza, desde no menos de 3.000 años nos
encontramos en su quinta sub-raza. Es a ella, a la quinta sub-raza de la quinta
raza, a la que se refiere Cristo Jesús con la expresión “esta generación”,
ofreciendo pistas importantes acerca de cómo será su final para impulsar el
surgimiento de una sexta y séptima sub-razas válidas para dar paso a la sexta
raza raíz, que es el siguiente estadio en la
línea evolutiva humana.
Recuerdo, igualmente, que Jesús relata un proceso “in crescendo” en
cuanto a su enjundia y gravedad.
Toda
la dinámica que desemboca en la consolidación de la Sociedad Distópica, que
avanza ya a escala mundial y se materializará a nivel global en los próximos
lustros, se puede asimilar metafóricamente a un huracán de magnitud
aceleradamente creciente. Y conllevará vivencias extremadamente duras y
dolorosas, honda confusión y situaciones límite de enorme sufrimiento
individual y colectivo.
Esto
se refleja muy bien en el capítulo del Evangelio de Mateo que
nos ocupa. Y poniéndolo en relación con el libro de las Revelaciones,
se puede deducir que la Sociedad Distópica se irá instalando mediante un
proceso “in crescendo” que contará con dos grandes etapas. Para entendernos,
podemos denominarlas los Tiempos de la Desolación y la Gran Tribulación, que
culminará con la victoria de la Bestia o Anticristo. Será tras todo esto cuando
arranque la Nueva Humanidad o nueva raza raíz.
Entonces podemos hablar de tres fases…
Los
Tiempos de la Desolación, la Gran Tribulación –incluye el triunfo de la Bestia-
y la Nueva Humanidad o raza raíz.
Si le parece, vamos a analizarlas una por una.
¡Perfecto!
Los Tiempos de la Desolación… ¡Asusta un poco solo pronunciarlo!
Nada
de esto ha de provocar miedo. Al contrario, vislumbrar lo que puede acontecer y
comprender su significado profundo para nuestra evolución debe contribuir a
eliminar cualquier temor.
Las
palabras de Cristo Jesús empiezan haciendo mención a males –guerras, hambre,
enfermedad, terremotos…- que siempre han existido en la historia humana. Esto
ha hecho que algunos análisis de lo que enuncia no pasen de ahí. No obstante, es
fácil detectar el énfasis que pone al hablar de ellos. Con base en lo cual y
bebiendo igualmente de algunas partes de las Revelaciones, cabe
concluir que llegará un momento concreto en la historia de la humanidad que
todas esas cosas, que vienen de lejos, se darán con una intensidad mayor que
nunca antes.
Estos
son específicamente los Tiempos de la Desolación: los males que siempre ha
sufrido la humanidad, pero con una intensidad nunca antes conocida.
¿Me podría poner algunos botones de muestra atendiendo a lo que ocurre en
la actualidad?
Son
cuantiosos, pero me ceñiré a la guerra, el hambre, la injusticia social, el
deterioro medioambiental y el daño a otras formas de vida.
No son poca cosa… ¡Adelante!
En
lo referente a los conflictos bélicos, la Segunda Guerra Mundial se prolongó
seis años (1939-1945) y provocó 60 millones de muertos, incomparablemente más
que, por ejemplo, la Guerra de los Cien Años, que duró realmente 116
(1337-1453). Nunca antes una confrontación militar, ni por asomo, había causado
tantas víctimas y se había extendido tanto por la geografía planetaria. Y con
datos de 2018, debido a las guerras en vigor, hay 50 millones de refugiados que
se han visto obligados a abandonar sus hogares y deambulan entre fronteras
tratados como si fueran delincuentes. Son cifras sin paragón.
Con
relación al hambre, si acudimos a datos de Naciones Unidas y a la par que los
países “desarrollados” generan anualmente 15.000 millones de toneladas de
basura, afectó en 2017 a
815 millones de personas, lo que supone, comparativamente, la mitad del número
de habitantes que había en todo el globo en el arranque del siglo XX; o la
totalidad de la población mundial del siglo XVIII. Nunca antes el hambre había
afligido a tanta gente. Y huyendo de ella y de las epidemias, se cuentan
igualmente por decenas de millones los hombres, mujeres y niños desplazados de
sus tierras de origen.
En
cuanto a la injusticia social, el 1 por 100 más rico tiene tanto patrimonio
como todo el resto del mundo junto. ¡Es una locura! Por las series históricas
de las que disponemos, esto sucedió por vez primera en 2015. Y la tendencia es
a que empeore todavía más. Joseph E. Stiglitz, Nobel de Economía, ilustra la
situación de la siguiente manera en su libro La gran brecha: un autobús
que transporte a 85 de los mayores multimillonarios mundiales contiene tanta
riqueza como la que suman los 3.750 millones de personas con menor patrimonio.
Y un número cada vez más reducido de corporaciones multinacionales controlan
absolutamente la economía mundial. Nunca antes la injusticia social había sido
tan bestial, ni tan abrumadora la apropiación por unos pocos de los recursos
naturales, la riqueza social, la inteligencia colectiva…
Sobre
el deterioro medioambiental no hace falta que me extienda. Es obvio que nunca
antes había sido tan gigantesco. La crisis ecológica y energética repercute muy
gravemente en el hábitat de supervivencia de la humanidad y agrede brutalmente
al planeta. Las evidencias son múltiples. Cito sola una: la producción de plásticos,
que inundan los océanos y nuestra vida cotidiana con efectos medioambientales
demoledores, al tardar cientos de años en descomponerse, ha superado los 300
millones de toneladas anuales cuando en 1950 era solo de dos millones.
Y
en lo relativo al daño a otras formas de vida, es tremenda la pérdida de
biodiversidad causada por la mano humana: el ritmo de desaparición de especies
es 10.000 veces superior a la tasa natural de extinción. Y más de 100.000
millones de animales están en auténticos campos de concentración, donde se les
mantiene en condiciones crueles de cautiverio y sometidos a hormonas y otros
productos de laboratorio para acelerar su crecimiento y engorde. Todo esto en
aras a su posterior sacrificio -¡54.000 millones de animales cada año!- para
que sus cadáveres, repletos de células dolientes, sean consumidos por una
humanidad que mira hacia otro lado ante tamaña barbarie.
¿Considera entonces que los Tempos de la Desolación ya se han iniciado?
Una
tesis es una proposición que se mantiene con razonamientos. Tras lo que he
venido sintetizando, la realidad invita a tomar en serio la tesis de que los
Tiempos de la Desolación ya han llegado. Desde luego, el Proyecto “Consciencia
y Sociedad Distópica” la toma muy en serio.
¿Cuándo comenzaron?
El
terreno fue abonado por la Revolución Industrial del siglo XIX y las dinámicas
que impulsó de economicismo –productivismo, mecanización, deshumanización…- y
colonialismo -precedente de la globalización ahora imperante-. La Primera
Guerra Mundial (1914-1918) fue el primer signo evidente de que los Tiempos de
la Desolación estaban arribando. Y la Gran Depresión de 1929 y, muy
especialmente, la Segunda Guerra Mundial supusieron el inicio del nuevo orden,
por tildarlo de alguna manera, que se corresponde con los Tiempos de la
Desolación. Por tanto, estos arrancaron en la primera mitad de la pasada
centuria.
¿Qué papel juega en ellos la explosión demográfica?
La
explosión demográfica es un hecho tan incuestionable y sobrecogedor como poco
estudiado. Es una seña de identidad de los Tiempos de la Desolación –un factor
decisivo para el aumento de la intensidad de los males- y el caldo de cultivo
imprescindible para la Gran Tribulación, sobre la que ahora compartiremos. El
punto álgido del estallido poblacional se focalizó temporalmente en el siglo
XX, aunque sus efectos se prolongarán durante la presente centuria.
Hay
que recordar que cuando Thomas Malthus publicó su célebre Ensayo sobre
el principio de la población, primero fue anónimamente en 1798, la
demografía mundial rozaba los 1.000 millones de habitantes y había requerido
casi dos mil años para multiplicarse por cinco. Es a partir de ahí, en paralelo
a la Revolución Industrial, cuando la población empieza a ascender más
rápidamente y en 1900 se situó en 1.650 millones. La explosión demográfica ya
estaba en marcha y el siglo XX finaliza con 6.070 millones de seres humanos
sobre el planeta. Oficialmente, el 30 de octubre de 2011 la humanidad alcanzó
los 7.000 millones de habitantes. Y hoy se aproxima a 7.700 millones,
habiéndose quintuplicado en menos de 150 años, cuando antes había precisado
2.000. Las proyecciones para 2050 la fijan en 11.400 millones.
Todo
tiene su sentido profundo, su porqué y para qué. Y el gran número de almas
encarnadas a la vez en el plano humano no es fruto de la casualidad, sino una
manifestación de lo trascendente de esta época.
¿Cuándo terminarán los Tiempos de la Desolación?
Con
el arranque de la Gran Tribulación. Como remarca Cristo Jesús, los Tiempos de
la Desolación son solo el principio del proceso final. Los seguirá la Gran
Tribulación, que supondrá la plasmación de la Sociedad Distópica.
Por lo que hemos compartido, coincido con usted en que parece plausible
la tesis de que los Tiempos de la Desolación (los males que siempre ha sufrido
la humanidad, pero con una intensidad nunca antes conocida): arrancaron en la
primera mitad del siglo XX, han sido acompañados de la explosión demográfica y
están plenamente instalados en la humanidad actual. Pasemos entonces a la Gran
Tribulación, que los seguirá. ¿Cómo podremos percibir su llegada?
También
es este punto Cristo Jesús puso sobre la mesa un dato crucial: se tratará de
una situación cual no la ha habido desde el principio de la humanidad hasta
ahora, ni la habrá.
Esta
es la clave: la Gran Tribulación no sólo supondrá un incremento, en comparación
incluso con los Tiempos de la Desolación, de los males de siempre, sino que a
estos se sumarán hechos y circunstancias de abominación nunca antes vividos.
¿Verbigracia, la manipulación genética?
La
manipulación genética, la “Big Data” -esto es, el almacenamiento y tratamiento
masivo de la información y su puesta al servicio de los objetivos egóicos de
unos pocos-, la contaminación electromagnética, la exposición a radiación
de radiofrecuencia y un amplio, demasiado amplio, etcétera.
El
Proyecto de investigación “Consciencia y Sociedad Distópica” tiene precisamente
entre sus principales objetivos indagar y recabar información y datos
sobre esos nuevos hechos y situaciones en sus diferentes manifestaciones:
sistema socioeconómico, estructuras políticas e institucionales, tendencias
sociales, ecología, inteligencia artificial, bio y nanotecnologías, salud,
educación, cultura…
O sea, que la Gran Tribulación ya está aquí.
La
Sociedad Distópica ya se divisa claramente en el horizonte. De ahí que podamos
indagar sobre ella con fundamento, que es lo que pretende el referido Proyecto.
Y todo apunta a que, a lo largo de los próximos lustros, se irá convirtiendo en
una cruda realidad. Entonces habremos entrado plenamente en la Gran
Tribulación.
¿No hay forma de evitarla o, cuando se materialice, reconducirla para que
no origine tanto dolor?
También
el Proyecto nos aportará pistas al respecto. Pero todo apunta a que la Sociedad
Distópica no se podrá evitar ni reorientar: es como una bola de nieve que rueda
ya imparable por la blanca ladera de la montaña y que, inevitablemente, ganará
cada vez mayor velocidad, tamaño y fuerza.
Sí esto es así, ¿dónde queda la noción de progreso?
La
idea de progreso surgió en la mente humana bastante antes de los Tiempos de la
Desolación. Desde que estos imperan y en la medida que nos acercamos a la Gran
Tribulación, la concepción sobre el futuro ha ido girando hacia la negatividad
y toda promesa se vuelve amenaza. Basta con observar como proliferan las
películas y series televisivas cuyas tramas discurren en un teórico horizonte
venidero y como la práctica totalidad de sus argumentos son radicalmente
distópicos. El progreso era una promesa de felicidad universal y
duradera. Ahora representa la amenaza de un cambio implacable e inexorable que,
lejos de augurar paz y descanso, presagia una crisis y una tensión continuas
que imposibilitan el menor momento de respiro. En lugar de grandes expectativas
y dulces sueños, el progreso evoca un insomnio lleno de pesadillas.
¿Nada podemos hacer?
Una
cosa es el “qué” y otra bien distinta el “cómo” vivimos el “qué”. Supongo que
luego compartiremos acerca de “cómo” vivir la Sociedad Distópica, que hay
diversas maneras. Pero el “qué”, la llegada de la Sociedad Distópica, parece
inevitable.
No
es ningún secreto que los vínculos humanos son cada vez más frágiles y
provisionales. La exposición de los individuos a los caprichos del mercado
premia las actitudes competitivas, al tiempo que degrada la colaboración y el
trabajo en equipo al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o
eliminarse una vez que se hayan agotado sus beneficios. De ahí el colapso del
pensamiento, de la planificación y de la acción a largo plazo, junto a la
desaparición o el debilitamiento de aquellas estructuras sociales que deberían
pensar en esos términos. La historia política y las vidas individuales están
quedando reducidas a una serie de episodios de corto alcance y que no son
compatibles con conceptos
como “desarrollo” o “maduración”. Y la verdad es que
nadie se muestra capaz de proponer alternativas mínimamente serias frente a la
tendencia hacia la devastación en la que estamos inmersos. Y nadie lo hace
porque, sencillamente, es imposible.
Sufrimos
una Economía-Mundo, esto es, una realidad donde lo económico, sus paradigmas y
sus parámetros, se impone sobre todo lo demás y todo lo engulle, de la política
al arte, de lo social a las tecnologías. Y el sistema socioeconómico, dirigido
por una élite cada vez más minoritaria, funciona con base en automatismos
técnicos-económicos -pronto será la inteligencia artificial- ajenos a cualquier
consideración no ya ética, sino simplemente humana. Esto es lo real: lo humano
ya no cuenta para nada en la toma de decisiones de ninguna de las grandes
corporaciones que dominan la economía y la sociedad mundial. Como corolario,
asistimos a la parálisis de la voluntad –una de sus manifestaciones es la
desaparición de la política, en el sentido genuino del término- y a una
epidemia depresiva, emocional y mental, que irán cada vez más.
Es por esto que la Gran Tribulación culminará en la victoria del
Anticristo…
El
triunfo de la Bestia o Anticristo consuma la Gran Tribulación. Con relación a
esto, las palabras de Cristo Jesús están cargadas de simbología.
¿Qué es eso de la Bestia o Anticristo?
Como
acabo de recordar, una pequeña élite controla el sistema socioeconómico a
escala mundial. Y dado el estado de consciencia estrafalariamente egóico,
insaciable y voraz de los que la componen, dos son las principales
características operativas de esa élite: la querencia e inclinación enfermizas
al aumento y extensión de su poder, que nunca considera bastante por
inmenso que sea; y las luchas permanentes entre sus miembros por el uso y
reparto de ese poder, lo que provoca un continuo proceso de re-selección de sus
integrantes y que su número sea cada vez menor.
En
este marco, con la materialización y desenvolvimiento de la Sociedad Distópica,
sucederán dos cosas: la élite intensificará su dominio sobre la humanidad hasta
hacerlo total, sin excepciones geográficas, sectoriales o funcionales; y el
número de sus miembros se irá reduciendo, en un proceso de acumulación del poder
en menos manos, hasta que, finalmente, solo uno lo ostente y acapare en su
totalidad.
Esto
es la Bestia o Anticristo: el que tendrá todo el poder a escala planetaria y lo
ejercerá de manera abominable. A lo que se puede unir la circunstancia de que
no sea humano, bien por su genuina naturaleza o bien porque, debido a los
avances tecnológicos, sea un cíborg biológico, mitad humano –elementos
orgánicos- y mitad máquina –dispositivos cibernéticos-.
Lo
que Cristo Jesús si deja claro es que, por haberse multiplicado la maldad, el
amor de muchos se enfriará. Y que esos días de tanta ignominia serán acortados
pensando en las personas de buen corazón, pues si se alargarán nadie sería
salvo.
Para los que integramos la humanidad actual, ¿qué sentido tiene todo
esto?
Como
subrayé al hablar de la explosión demográfica, nada es casual y todo en la vida
tiene un sentido profundo, su porqué y para qué.
En
la Gran Tribulación, cada ser humano tendrá que actuar sin que haya lugar a los
auto-engaños a los que somos tan dados: por eso los mayas profetizaron la Sala
de los Espejos, pues cada cual se verá y será visto como realmente es, en su
verdadero estado de consciencia. Será así como los seres humanos, ante
circunstancias tan execrables, se dividirán en dos grandes grupos: los que
sacarán lo peor de sí mismos; y los que extraerán lo mejor. Será una especie de
decantación, como la del agua y el aceite. Cristo Jesús lo describe diciendo:
“Estarán dos en el campo y el uno será tomado y el otro será dejado. Dos
mujeres están moliendo en un molino, y una será tomada y la otra será dejada”.
Sin
caer en milenarismos ni en el equívoco juego de fechas “señaladas” en el
calendario, la Sociedad Distópica y su devenir supondrá una rotunda probación
del estado de consciencia de cada cual con miras a la configuración de la Nueva
Humanidad o Nueva Raza Raíz. Como ya ha hemos compartido, el elevado número de
almas encarnadas al unísono en el plano humano –pronto serán 8.000 millones-
muestra lo trascendente y decisivo de esta época.
En
este escenario, ya lo apunté en una respuesta previa, es esencial no tener
miedo. El miedo es lo contrario a la libertad, como la lengua inglesa muestra
muy bien: “libre” es “free”; y “asustado” es “afraid”, que se forma como
derivación de “free” añadiéndole el prefijo “a”, que en lengua anglosajona
significa “sin”. La Sociedad Distópica tendrá una de sus grandes columnas
vertebrales en el miedo personal y colectivo, promovido a toda costa por la
élite. Por lo demás, ya lo empezamos a observar, mezclará perfectamente los dos
grandes instrumentos de dominación, alienación, control y manipulación
descritos por Huxley y Orwell: la tiranía benéfica y el entretenimiento
alienante del Mundo feliz; y la dictadura violenta y autoritaria
de 1984.
¿Quiere decir que es necesario para la evolución humana que la Sociedad
Distópica acontezca, con todos los males y sufrimientos que conlleva?
Es
exactamente lo que afirma Cristo Jesús en el versículo 24:6 del Evangelio
de Mateo. Y encaja también con el funcionamiento de la Ley de Causa-Efecto:
todo lo que hacemos, individual y colectivamente, por acción u omisión, tiene
efectos, que pueden ser de corto, medio, largo o largísimo plazo; y estos, los
de largísimo, hasta el punto de que transcienden a otra vida o reencarnación,
se conocen como “karma”. La humanidad, a lo largo de su historia, ha originado
y sigue provocando mucho dolor y sufrimiento no solo a ella misma, sino
igualmente a la vida en planeta, en general, y multitud de formas de vida
(animal, vegetal…), en particular. Y esto, inevitablemente genera “karma”. Las
vivencias que la Sociedad Distópica conllevará también están relacionadas con
ello.
Y
es muy importante que esto sea conocido, para que las personas conscientes se
preparen y se dispongan, en pleno huracán de magnitud aceleradamente creciente,
a situarse en su centro, donde no hay viento, la temperatura es cálida y luce
el Sol.
Esto
es lo que significa sacar lo mejor de uno mismo inmersos en la Sociedad
Distópica: situarse en el centro del huracán para, desde ahí, vivirla sin miedo
y con Sabiduría y Compasión. Sin miedo, actuando lo mejor que podamos y desde
el amor y la fraternidad. Con Sabiduría, para discernir que estas experiencias
suponen un paso imprescindible para el nacimiento de algo nuevo y
evolutivamente más avanzado -la muerte no existe y la destrucción no es sino
una etapa de la evolución-. Y con Compasión, para mantenerse en actitud de
servicio a los demás, especialmente a todos aquellos que, sufriendo tanto, les
resulte más difícil comprender el hondo sentido de los acontecimientos.
Esto me recuerda al experimento de la rana hervida...
En
fisiología se conoce como el fenómeno de la rana hervida y
explica certeramente lo que ocurre cuando en un sistema la adaptación no va
acompañada por una oportuna toma de consciencia que permita detectar a tiempo
su umbral de fatalidad. El experimento consta de tres fases. En la primera, se
echa una rana viva dentro de un recipiente con agua a temperatura natural; en
ese hábitat, la rana, aunque confinada en un espacio limitado, se mueve con
comodidad. En la segunda, se tira a una rana en el miso recipiente, pero esta
vez contiene agua hirviendo; ante ello, la rana patalea, brinca y salta hacia
fuera para evitar lo que sería una muerte segura. Y en la tercera, otra vez se
lanza una rana al recipiente, de nuevo con agua a temperatura natural, pero en
esta ocasión debajo de recipiente hay un fogón encendido que, lentamente, va
calentando el agua; al ser gradual el aumento de la temperatura, la rana lo
tolera y no reacciona y, aunque en todo momento tiene la posibilidad de saltar
fuera, lo aplaza y aplaza hasta morir hervida.
Aplicado
a lo que estamos compartiendo y volviendo al símil del huracán, si la magnitud
de este fuese elevándose pausadamente, serían escasas y, posiblemente,
limitadas a un número relativamente reducido de personas, las posibilidades de
tomar consciencia y reaccionar para mirar hacia dentro sí, promover su propia
transformación y decantarse por una vida distinta a la alienación y la
inconsciencia fomentadas por el sistema socioeconómico. Sin embargo, debido a
la voracidad de la élite y su insaciable ansia de dominio, se ha llegado a un
punto en el que el aumento de la turbulencia del huracán no es gradual, sino
sumamente virulenta y punzante, aceleradamente creciente. Esto da lugar a
sucesivos escenarios, de los Tiempos de la Desolación a la Gran Tribulación y
la Sociedad Distópica, cada uno de los cuales será mucho más agresivo que el
anterior hasta dar lugar al triunfo de la Bestia. De este modo, como todo
encaja y tiene su sentido profundo, son y serán muchas más las personas que
tomen consciencia de lo que ocurren y se sitúen en el centro del huracán en los
términos que antes enuncié.
Indica Jesús que a todo esto seguirá inmediatamente la conclusión de
“esta generación”, lo que ocurrirá en un contexto con similitudes al célebre
Diluvio Universal de los días de Noé…
El
diluvio supuso la terminación de la raza atlante, la raza raíz humana previa a
la nuestra. Y todo lo que estamos compartiendo desembocará, como ya antes
compartimos, en la conclusión de la raza vigente para que aparezca y se
desenvuelva una nueva raza raíz.
El fin de la anterior humanidad o raza raíz fue provocado por el agua…
Y
el factor determinante del fin de la vigente raza será el fuego. Así lo señalan
diferentes tradiciones. Como ya señalé en una respuesta anterior, la
humanidad va reencarnado en una serie de razas raíz de manera análoga a como
nosotros vamos reencarnado en una cadena de vidas. Y así como el fallecimiento
físico es necesario para que nosotros reencarnemos, el fin físico de una raza
raíz es imprescindible para que surja la siguiente.
¿De dónde surgirá la siguiente raza raíz?
Los
textos teosóficos sobre la genealogía del ser humano lo explican muy bien:
antes de que una raza raíz expire, ya se ha puesto en marcha la siguiente.
Bebiendo de fuentes ancestrales y reiterando lo ya expuesto, cada raza raíz
tiene siete sub-razas. Y antes de que una raza raíz desaparezca, conviviendo
con sus últimas sub-razas –la sexta y la séptima-, ya están presente seres
humanos con las características, dada su evolución en consciencia, de las
primeras sub-razas –la primera y la segunda- de la siguiente raza raíz.
Estamos
actualmente en un estadio avanzando de la quinta sub-raza de la quinta raza. En
el tramo final de esta, en el que estamos a punto de entrar, habrá personas
que, por su estado de consciencia, ya tengan las características evolutivas de
la nueva raza raíz. Ellas serán el puente entre la vigente raza raíz y la sexta
que la sucederá.
Y
la sexta raza raíz será una nueva humanidad que, por su forma de vida, se
asemejará a la descrita por muchas utopías, una humanidad evolucionada en
consciencia que habrá dejado atrás los sistemas de creencias, paradigmas,
comportamientos y hábitos basados en el egoísmo y el egocentrismo, con todo lo
que esto conlleva e implica. Es verdad que en el tramo inicial de la sexta
raza (en sus primeras sub-razas) incidirá todavía el “karma” originado por la
quinta (el libro del Apocalipsis lo describe señalando que
Satanás seré desencadenado y volverá a actuar a los mil años de la
configuración de la nueva humanidad), pero, aún así, la sexta raza tendrá
similotes con los relatado en numerosos utopías.
¡Qué curioso! Por lo que afirma, la distopía es la llave que abre la
puerta para la realización de la utopía…
Se
puede expresar así. La Sociedad Distópica no supone el fin de la utopía. Todo
lo contario: es el paso necesario para que se haga realidad lo anhelando
históricamente desde el corazón por tantos seres humanos. De hecho, las
personas que hagan de puente entre esta raza y la siguiente anunciarán de algún
modo, en plena Sociedad Distópica, esa nueva forma de vida que podemos ahora
calificar como utópica.
¿Cómo lo harán?
No
tenemos información para poder responder categóricamente esa pregunta. El
Misterio también es parte activa del proceso que estamos desgranando.
Pero podemos extraer algunas lecciones de lo que se vivió en el final de
los tiempos de anteriores razas raíz…
Es
una buena propuesta, pues la analogía es un instrumento muy útil cuando se
trata de sondear en el Misterio. Consiste en la búsqueda de la relación de
semejanza entre cosas distintas o el razonamiento basado en la existencia de
atributos semejantes en seres, hechos o circunstancias diferentes.
Por
lo que sabemos, los que hicieron de puente tanto entre Lemuria y la Atlántida
como entre la Atlántida y la humanidad vigente, se apartaron de las sociedades
de entonces para vivir en territorios alejados. Sin embargo, esto no parece
factible en el caso de la Sociedad Distópica, que alcanzará a cada rincón del
planeta por su mundialización-globalización.
Lo
que conduce a pensar que las personas conscientes continuarán dentro de la
Sociedad Distópica, pero conviviendo en comunidades o grupos de fraternidad.
Estos serán las semillas de la nueva humanidad: el escenario idóneo para que
sus integrantes saquen lo mejor de sí mismos, lo pongan al servicio de sus
congéneres en tiempos tan difíciles y vivan estos en el conocimiento de lo que
representan y la confianza en lo que conllevarán. Para el cristianismo, el
final de los tiempos, tras la Gran Tribulación y el triunfo de la Bestia,
acontecerá con la “Parusía”, derivación de un sustantivo griego que significa
“presencia”: sacar y hacer presente lo mejor de cada cual, que está íntimamente
unido a las cualidades de nuestra dimensión álmica y espiritual, el “Cristo
interior”.
¿Está hablando de ecoaldeas e iniciativas semejantes?
Sí,
pero no solo. Igualmente grupos de personas que, viviendo cada una en su
domicilio, incluso en ámbitos urbanos, establezcan entre ellas lazos de
fraternidad y apoyo e interacción material y
espiritual.
Pero,
¡ojo!, el objetivo de esto no puede ser aislarse de los demás para sobrevivir
en medio del caos, mientras el resto de los seres humanos sufren y mueren. Esto
no sería sacar lo mejor de uno mismo, sino otra manifestación de egoísmo. El
quid de la cuestión es configurar grupos que practiquen la fraternidad entre
sus integrantes y hacia todos los que les rodean. Será así como estos últimos,
dando vueltas sumidos en el huracán, verán a personas que se mantienen en el
centro del mismo, en paz interior y convivencia armónica, lo que será una
llamada y una oportunidad para que tomen consciencia y hagan lo mismo.
Todo lo que ha compartido nos ofrece nueva luz sobre las circunstancias
que vive el mundo… ¿Quiere compartir algo más antes de terminar la entrevista?
Daros
las gracias de corazón por interesaros por estos temas y contribuir generosamente
a su divulgación.
Y
por último, que no lo último, recordar que Cristo Jesús señala que “este
evangelio será predicado en todo el mundo, para testimonio de todas las
naciones, y entonces vendrá el fin”. Vislumbro que no está hablando de
los Evangelios, en su globalidad, que hace tiempo que están a
disposición de todos en los cinco continentes, sino de las enseñanzas
específicas de las palabras suyas recogidas en Mateo, 24. Será la
forma de extender el convencimiento de que todo tiene sentido y de que existe
una explicación trascendente a las desventuras que estamos sufriendo y a las
mayores que vendrán. Y no por resignación o fe ciega, sino por una honda
sabiduría acerca de cómo opera la evolución y nuestro papel en ella. Confío en
que el Proyecto "Consciencia y Sociedad Distópica" aporte su grano de
arena a tan crucial tarea.
¡Muchas gracias!
El
agradecimiento es muto y compartido.
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Una publicación
relacionada con el Proyecto de investigación “Consciencia y Sociedad
Distópica” se divulga en el blog El Cielo en la Tierra cada lunes, a partir del 3 de septiembre de 2018. Si tú también quieres compartir algún texto (dadas las
limitaciones del blog, no puede tener más de cinco folios A4 de extensión), relacionado con la Sociedad Distópica y cuyo
autor tenga reconocido prestigio y credibilidad, puedes enviarlo, en formato
Word, a esta dirección de email: sociedad.distopica.nrr@gmail.com
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