Toda la parte del cariño
que esperaba de ti,
lo rellené conmigo.
Me sobresalía,
porque el amor era puro.
Puro amor, genuino.
Por eso abarcaba tanto.
Daba para quererte a tí y a mí.
Supliendo con creces
la carencia de ti.
Ya no necesito que me quieras.
Ni que me mires, ni qué...
Aprendí a vivirTE sola.
Sin una muestra de afecto.
Ya no te veía.
Aunque estuvieses, ya no eras tú.
El tú que yo había creado
y que una vez necesité profundamente.
Ahora vivía más y mejor.
Sin adicciones.
Sin dependencias.
Siendo.
Sintiendo.
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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
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