Tantos años intentando dirigir mi barco
Hacia donde previamente había decidido.
Por mucho que me acercaba, nunca llegaba a tierra…
Me cansé de navegar y paré el motor.
Por fin, escuché al Silencio y
En ese instante me di cuenta.
YA había llegado.
Estaba allí sola… sin rumbo fijo.
En medio del océano,
Escuchando los pájaros.
El aire golpeaba las velas…
Nada… Nadaba.
Nada… Nadaba.
Por mi misma, en círculos, alrededor de la barca.
Sin más intención, sin más ley…
YA había llegado.
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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
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