Vídeo (duración: 02:06:27) de la charla compartida por Emilio Carrillo en El Rincón de Kiko, el 21 de diciembre de 2015, con el título Vida más allá de la vida.
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ESQUEMA BÁSICO
VIDA MÁS ALLÁ DE LA VIDA
PARTE 1: INTRODUCCIÓN
1. Saludos y agradecimientos.
2. Fuentes y libro (Instituto Gallup: 5.000.000 USA)
3. La muerte no existe, es un imposible, un fantasma de la imaginación humana. Lo que llamas muerte no es sino una puerta que se abre para pasar de una habitación a otro de la vida: símil del “Conductor” y el “coche”.
4. El tránsito: en la fase y el proceso que hay entre las dos habitaciones, entre el plano físico y el coloquialmente denominado “plano de luz”.
5. Advertencia: reflexionar sobre la muerte y el tránsito no es otra de las muchas distracciones y obsesiones del intelecto y de la mente con relación al futuro, sino algo imprescindible para perder tanto el miedo a la muerte como el miedo a la vida. Tomar consciencia acerca del significado y contenidos del tránsito permite vivir el aquí-ahora en libertad, que es la ausencia de miedos.
6. Esquema a seguir:
+Pre-tránsito: experiencias en el plano físico previas al momento de desencarnar.
+Tránsito: experiencias en el estadio intermedio entre el plano físico y el plano de luz.
+Post-tránsito: experiencias al acceder al plano de luz.
PARTE 2: PRE-TRÁNSITO
1. Cuándo: Tú, el Conductor que eres, decide cuando realizas el tránsito en función de las experiencias para las que encarnaste en esta vida física. No hay azar ni casualidades, sino el discernimiento acerca de que ya desplegaste las experiencias para las que encarnaste o, que en libre albedrío, has llevado tu vida por unos derroteros en las que ya no las podrás llevar a cabo.
2. Cómo: Tú, el Conductor que eres, decides, igualmente, el cómo desencarnas: enfermedad, accidente… La forma de hacerlo no es casual y tiene que ver con la evolución de tu proceso consciencial.
3. Señales: Desde el Conductor que eres generarás señales y percepciones en tu vida cotidiana para que desde el coche y la mente puedas darte cuenta de que el momento del tránsito se aproxima. Cosa distinta es que en no percates de esas señales dado el trasiego, el ritmo incesante y el culto a la velocidad que marcan tu vida.
4. “Antes de”: Llegado el momento, el Conductor que eres abandona el coche antes de que este fallezca (de ahí las experiencias cercanas a la muerte). Por tanto, nadie vivencia el estertor de la muerte física y antes de que estas se produzca ya estarás fuera del coche que te ha permitido experienciar esta vida física.
5. La buena muerte:
+Para el que transita: ayuda al moribundo.
+Para sus seres queridos.
La sociedad actual intenta esconder y disfrazar el hecho ineludible de que todos vamos a transitar y el momento en el que tránsito llega para dada uno, dificultando la “buena muerte”.
Sin embargo, por lo que se compartirá de inmediato, es crucial no pretender ocultar o ignorar que el tránsito se acerca y vivirlo en consciencia.
PARTE 3: TRÁNSITO
3.1. Cada uno tiene el tránsito que necesita
1. Cuando se abandona el cuerpo físico y se inicia el tránsito, el estado de consciencia es exactamente el mismo que se tenía en los instantes previos a desencarnar. El hecho de dejar el coche no varía el estado de consciencia que se tenía encarnado en él. Esto, tal como se indicó en el último punto de la parte anterior, remarca la importancia de vivir en consciencia el periodo de la vida física previo al tránsito.
3. Concretamente, son dos los requisitos conscienciales para acceder desde la fase de tránsito al plano de luz:
+primero, percatarte de que has muerto físicamente y has abandonado el coche; y
+segundo, aceptar tal hecho, rompiendo en consciencia con todos los vínculos, lazos e inercias que aún pudieras mantener con relación al “plano material”.
Ambas circunstancias son condición “sine qua non” para introducirse en el “plano de luz” y representan una toma de consciencia acerca del nuevo estado de vida y existencia.
4. Al desencarnar, no todos realizan la toma de consciencia sobre estos dos requisitos de manera rápida: aun careciendo de materialidad, no son pocos los que se siguen viendo y sintiendo consciencialmente a sí mismos con corporeidad y se mantienen ligados y apegados a los deseos, emociones, vaivenes, quehaceres, placeres y, muy especialmente, dolores y sufrimientos de lo que fue su vida física, en la que en consciencia creen continuar estando.
La película El sexto sentido, dirigida en 1999 por M. Night Shyamalan y protagonizada por Bruce Willis, lo refleja muy bien, poniendo de manifiesto que el tránsito, además de constituir una fase de la vida que discurre entre la salida del “plano material” y la entrada en el “plano de luz”, es un proceso consciencial en el que, cuando el fallecido, por su estado de consciencia, no accede directamente y de manera natural al “túnel de luz”, se viven experiencias que modifican tal estado e impulsan la entrada en el otro plano. Es precisamente este proceso de evolución consciencial lo que subyace en el concepto de “purgatorio”, aunque la visión religiosa lo ha cargado de tintes negativos,
3.2. Cuando no te percatas del fallecimiento físico o, dándote cuenta, no lo aceptas
5. Durante el purgatorio, es decir, cuando en el tránsito no hay consciencia de haber fallecido físicamente o, habiendo esta, no se acepta el hecho, ¿qué sucede, qué experiencias se viven? Vayamos por partes:
a) Tras desencarnar, los que por su estado de consciencia no se dan cuenta de que han muerto físicamente, se contemplan a sí mismos con corporeidad y reproducen consciencialmente las vivencias que desarrollaban en el mundo material y las percepciones mentales y las emociones y sensaciones a ellas asociadas. Realmente han abandonado el coche, el yo físico, mental y emocional. Sin embargo, consciencialmente creen seguir vivos físicamente y, a partir de ahí, generan una especie de “doble corpóreo” (más sutil y vital que el físico), recrean las circunstancias del entorno material que han conocido y actúan en consonancia con todo ello: se mueven por su casa, acuden a su trabajo, realizan sus quehaceres cotidianos y siguen apegados a los deseos, placeres y sufrimientos de lo que fue su vida física, en la que consciencialmente creen continuar. En esta situación se puede llegar a permanecer largo tiempo. No obstante, como ya se ha reiterado, las experiencias que se viven en el propio tránsito impulsan la toma de consciencia sobre el hecho de haber muerto físicamente.
b) Cuando esto, por fin, acontece, ¿qué ocurre? Pues pueden pasar dos cosas: que se acepte; o que no se acepte como consecuencia de estar muy atado consciencialmente al mundo material y todo lo que conlleva. Y en la no aceptación puede influir, igualmente, el miedo a pasar por el “túnel de luz” por temor a ser juzgado por alguien o por algo. Esta idea del juicio es un invento de las religiones, pues lo que existen en realidad son estados de consciencia en evolución, cada uno el suyo, en un contexto de libre albedrío que es fruto del Amor del que emana la Creación y en el que la Creación se sostiene y expande. Sin embargo, hay bastantes personas que, en su vida física, hacen consciencialmente suya la idea del juicio y, ya en el tránsito, viven con terror el acceso al “plano de luz” por miedo a que, previamente, el juicio y el castigo caigan sobre ellas.
c) Si no hay aceptación:
+Lo primero que se experiencia es una situación de gran desconcierto, confusión y turbación. Sin embargo, estas sensaciones van poco a poco diluyéndose para ser sustituidas por el deseo del fallecido de relacionarse con el mundo físico al que ya no pertenece, pero en el que consciencialmente quiere seguir estando y actuando. Es así, alentado por este deseo, como va adquiriendo una serie de “habilidades” para, desde el tránsito, incidir e intervenir en el plano material: mover objetos, esconder cosas, apagar y encender luces, provocar ruidos, interferir de maneras diversas en personas y un largo etcétera de situaciones y fenómenos que hoy se suelen englobar en el ámbito de la parapsicología. Numerosas historias de fantasmas, aparecidos e, incluso, posesiones, tienen también que ver con esto. (Nota importante: El contacto desde el más allá con los seres humanos y el mundo material también puede darse en desencarnados que no están en el purgatorio, es decir, que se han percatado de su muerte física, la han aceptado en consciencia y han entrado en el “plano de luz”. En este caso, el Amor -no la densidad consciencial, el apego, el sufrimiento…- es lo que motiva estas conexiones desde el más allá.).
+¿Hasta cuándo puede el fallecido mantenerse en este estado y permanecer en el purgatorio? Como se viene insistiendo, no hay una duración prefijada y todo depende de su evolución consciencial. El tránsito, como fase y proceso, impulsa, por la vía de las experiencias desplegadas en el propio tránsito, a aceptar la muerte física y acceder al “plano de luz”. Pero no hay predeterminismo y puede ser que el fallecido se siga negando indefinidamente a tal aceptación y se empeñe consciencialmente en seguir interactuando con el mundo físico.
+Este empeño puede provocar, incluso, que se vuelva a encarnar en el plano material –en un nuevo cuerpo para desarrollar una nueva vida humana- desde la propia fase de tránsito y sin haber entrado en el “plano de luz”, que es desde donde las reencarnaciones se producen de manera natural y adecuada. Eso sí, el estado de consciencia con el que se arrancará en esa nueva vida será sumamente denso. Y aunque la evolución consciencial es la regla y siempre es posible, las personas que han vuelto a encarnar desde la fase de tránsito experiencian un proceso evolutivo muy lento y tienden a desplegar en su nueva vida comportamientos llenos de desosiego interior y sufrimiento y marcadamente egóicos, pudiendo llegar a ser extremadamente adictivos y violentos (es el caso, por ejemplo, de muchos de los calificados como psicópatas). A personas así, con ese estado de consciencia, se refirió Cristo Jesús cuando hizo mención a los muertos que entierran a sus muertos -“deja que los muertos entierren a sus muertos”, en Lucas 9,60 y Mateo 8,22-, es decir, a seres humanos vivos, pero que, realmente, por su densidad consciencial y apego a la materialidad, están muertos en el sentido consciencial del término (Instituto Gallup: 96% y 4%).
3.3. Cuando sí hay aceptación
d) Si hay aceptación, se abren las puertas a una serie de vivencias que conducen directamente al “túnel de luz” y a la entrada, a través de él, en otro plano de vida intangible e inefable:
+La “visualización” integra e instantánea de la vida física que se ha dejado atrás, comprendiendo que no hay errores y que todo tuvo su porqué y para qué,
+El acompañamiento de seres de luz (Conductores) que en su anterior encarnación humana fueron seres queridos del que ahora transita y de los que este consideró en su vida física como guías y referentes espirituales.
PARTE 4: POST-TRÁNSITO
1. Con la toma de consciencia acerca de la muerte física y la aceptación del mismo, queda expedito el acceso al “túnel de luz” y, a través de él, la entrada en el otro plano de vida. ¿Qué acontece entonces? La entrada en el “plano de luz” abre dos grandes posibilidades conscienciales:
a) El mantenimiento de una percepción de existencia de “uno mismo”, con vida y presencia propia, y la consiguiente asociación consciencial a algún tipo o forma de identidad, que ya no será física –esta ha quedado atrás durante el tránsito-, pero sí de carácter álmico o espiritual.
b) La desaparición de cualquier idea de identidad –sea física, álmica o espiritual; individual o colectiva- y la disolución consciencial en la más absoluta y radical nada de toda noción de sujeto -de la modalidad que sea-, con lo que también dejará de haber objetos, quedando sujeto y objetos volatilizados en la “na-deidad”.
2. La primera de ambas posibilidades conscienciales es la que viven la mayoría de los que llegan al “plano de luz” tras haber estado encarnados en el plano humano y realizar el tránsito. Supone, fundamentalmente, la visión de “uno mismo” como “alma”: un alma que no sólo ha estado encarnada en la última vida física, sino en otras muchas vidas –cadena de vida o reencarnaciones- que, además, pueden haberse desarrollado no sólo en el plano humano, sino, igualmente, en otros planos y mundos. Esto conlleva la percepción consciencial de una “historia personal” y, por tanto, una determinada identidad, resultado de la acumulación de experiencias por la citada cadena de vidas. Esta es la razón por la que diversas escuelas espirituales se refieren al alma como “alma-personalidad”.
Y como consecuencia de esa “historia personal”, de esa “personalidad” álmica, se suele tomar la decisión en consciencia de volver a encarnar en el plano humano, en una nueva vida física y un nuevo coche, para desplegar una serie de experiencias relacionadas con las vividas en reencarnaciones anteriores y tanto en referencia a “uno mismo” como a cuestiones pendientes con otras almas debido a pactos suscritos entre ellas (pactos de amor entre almas) y, frecuentemente, a sistemas familiares en los que tales pactos se plasmaron en vidas previas.
3. En cambio, la segunda de las posibilidades descritas hace que se disipe toda “historia personal”, cualquier visión de “personalidad” álmica o espiritual, y se trascienda la asociación consciencial con cualquier tipo de identidad, de la clase que sea. Lo que antes se percibía así mismo como algo, ya no se percibe de manera alguna. Se ve entonces la Realidad antes de desaparecer en ella: lo que ser percibía como “yo”, en cualquiera de sus manifestaciones, constituía una falacia consciencial, pues sólo existe el todo y las individualidades, del tipo que sean, son falsas. Así que el “yo” no es nada; y cuando ya no hay “yo” y eres nada, entonces eres el todo. Lo mismo le ocurre al todo, que para ser todo es nada, aunque esa nada es el todo.
En este punto, el viaje consciencial se ha completado: la consciencia que emanó del todo al todo vuelve (recordando el famoso símil: la ola toma consciencia de que no es tal, que realmente no existe, que sólo es y existe el océano en su inmensidad). Esto es lo Real: eres nadie y eres el todo, la consciencia infinita y eterna que nunca nació y nunca morirá y es tanto la raíz de toda la existencia como su propio florecimiento… ¿Dónde está?, ¿dónde mora? No se puede decir dónde se halla, aunque, desde luego, está en ti, es tu verdadero ser, porque esta consciencia se encuentra en todas partes. Mejor expresado: “todas partes” están en ella. Esta consciencia ha ido más allá del más allá y nada la limita. Por supuesto que está más allá de la mente y el lenguaje. Y también del espacio y el tiempo… Ambos, el tiempo y el espacio existen en la consciencia y esta consciencia no existe en el tiempo y el espacio. Es la consciencia iluminada que constituye tu propia luz. Por eso la iluminación es ser la luz para ti mismo y “ver” lo que realmente siempre has sido, eres y serás: nada y, por ello, todo. Una vez que ocurre la iluminación, todo está en ti porque tú ya no eres nada en particular. Todo empieza a moverse en ti porque tú ya no existes como tal… Los mundos surgen de ti y se disuelven en ti porque tú, lejos de ser tú, lejos de ser algo, eres el todo.
Al difuminarse cualquier noción de identidad y en el momento previo a la disolución en la nada y vivir el todo, ¿es posible volver a encarnar en el plano humano? Sí, aunque no por necesidad, como pasa al identificarse con un alma, sino sólo por puro fluir del Amor. Es una encarnación directa desde la Fuente , desde la Consciencia. A lo que estas encarnaciones representan aquí, en el plano material, se ha aproximado el budismo mediante la figura de los llamados “bodhisattvas” (los 144.000 del cristianismo).
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