Viviendo en un sí consciente y
constante a la vida, abandona toda oposición contra el aquí-ahora y la forma y los
contenidos –hechos, personas, situaciones, circunstancias…- con los que la vida
se manifiesta y se hace presente de instante en instante. Esto no es algo
teórico, sino radicalmente práctico. En tu cotidianeidad, deja de etiquetar, clasificar,
encasillar, circunscribir y reducir a conceptos y esquemas mentales todo lo que
te rodea y a ti mismo. Igualmente, cesa de poner nombre a todo, de colocar
palabras encima de los objetos y la gente, y permite que lo real emerja por
encima del lenguaje: del árbol, ve mucho más que el “árbol”; de la mesa, mucho
más que la “mesa”; de esa persona, mucho más que esa “persona”; de la montaña,
mucho más que la “montaña”; de tu hijo, mucho más que tu “hijo”;... Y, por fin,
termina con esa obsesión, que te impide gozar la vida, de interpretar y
enjuiciar cada cosa, cada persona que encuentras, cada acontecimiento, cada
acción propia o ajena, cada emoción, sentimiento o pensamiento... Observa,
obsérvate y libérate y ríete a carcajadas de tantos lastres mentales con los
que has venido cargando hasta ahora. Se trata, en definitiva, de que no
discutas con lo que es. ¿Tan difícil te parece? Pues es lo que hacen de manera
natural y espontánea la tierra y el agua, el Sol y la lluvia, la Luna y las
estrellas, las piedras y las nubes, las plantas y los animales, la Naturaleza,
el Cosmos y la Creación entera. ¿O es que acaso te has desnaturalizado y transformado
en un robot bajo la abducción de la mente?; ¿no será que, en lugar de vivir,
pasas tus días actuando automática y mecánicamente como respuesta a las
indicaciones y mandatos de los programas informáticos –es decir, los sistemas
de creencias- que han introducido en tu cabeza desde que viniste a este mundo?
En serio, ¿es así, desnaturalizado y convertido en un autómata mental, como vas
a dejar pasar la vida?
Emilio Carrillo
Sin
mente, sin lenguaje, sin tiempo (http://www.sinmente.com/)
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