No hay evolución sin auto-transformación. Y un
aspecto básico de esta es la Acción Correcta. ¿Cuáles son sus características
fundamentales?
Nacer de nuevo
Sin
auto-transformación, no hay evolución. Así lo han puesto de manifestó todos los
instructores y tradiciones espirituales a lo largo de la historia. Esto
desmiente ciertos planteamientos que hablan de la posibilidad del “salto
dimensional” o del “despertar” por circunstancias externas o repentinas
(eventos cósmicos o planetarios, fechas simbólicas, revelaciones, contactos…) y
ajenas a nuestra propia transformación, a ese intenso proceso de
auto-regeneración interna que Cristo Jesús denominó “nacer de nuevo”.
Y acerca de cómo avanzar en tal proceso también hay coincidencia entre los distintos
maestros y corrientes espirituales: se trata de algo tan concreto y directo
como un profundo cambio en nuestros pensamientos, emociones, comportamientos y
hábitos hasta poner en práctica lo que Buda Gautama llamó “Acción Correcta”. ¿Cuáles
son sus características fundamentales? Vamos a repasar media docena de ellas,
quizás las principales.
Tal como se ha insistido en capítulos anteriores, los maestros
espirituales nos han dejado como herencia un mapa para avanzar en el proceso de
auto-transformación. Buda Gautama, por ejemplo, enseñó el camino de “El Noble
Óctuple Sendero”, que se divide, a su vez, en tres grandes categorías:
sabiduría, conducta ética y entrenamiento de la mente. En la segunda de ellas
se integra la Acción Correcta que va a protagonizar las páginas que siguen y es
el colofón práctico a todo lo que hasta ahora se ha venido exponiendo.
Nada que ver con los esfuerzos y afanes:
Sabiduría-Compasión, percepción global de la vida e integración de la totalidad
de las facetas humanas
Lo primero a subrayar es que la Acción Correcta nada tiene
que ver con las ocupaciones, pre-ocupaciones, esfuerzos y afanes que atiborran
comúnmente la vida cotidiana de la gente.
Lejos de ello, la Acción
Correcta surge de la Sabiduría-Compasión, se asienta en una percepción global
de la vida, lo que la llena de paz y armonía, y engloba e integra la totalidad
de nuestras cualidades y facetas como seres humanos. No en balde, ver, oír y
actuar es literalmente una sola cosa: una acción.
Confianza en la vida y Aceptación
Al hilo de esto, la Acción Correcta tiene como premisas la
Confianza en la vida -en la honda compresión de que no hay casualidades y que
todo tiene su sentido profundo, su porqué y para qué- y en la Aceptación –que
no es resignación, sino el fruto natural de esa Confianza-.
Podría pensarse que la
Confianza y la Aceptación conducen a la inacción, pero en modo alguno es así.
Fíjate: los sabios que han experimentado la Confianza y la Aceptación no han sido proclives a la inacción, sino muy
activos (Buda Gautama abandonó el retiro palaciego para meterse en el mundo,
Cristo Jesús no paró de ir de un lado a otro divulgando sus enseñanzas…). Eso
sí, su acción nada tuvo que ver con la antes citada, que absorbe y atenaza el
quehacer de la mayoría de las personas, sino que se basó en la mencionada Sabiduría-Compasión.
Aquí-ahora y confianza en ti mismo
Además, la Acción Correcta se plasma ineludiblemente en el
aquí-ahora y en la confianza en ti mismo. La clave se encuentra en actuar en
cada momento, ser consciente en cada momento, prestar atención en cada momento…
No te líes ni gastes energía en lo que hiciste o dejaste de hacer
en el pasado. Tampoco llenes tu cabeza con clichés, pre-juicios, creencias y
nociones preconcebidas sobre lo que harás o dejarás de hacer en el futuro, si
pasa no sé qué, si sucede no sé cuánto… Céntrate en el aquí-ahora y, atento a
lo que sucede delante de ti y en tu vida en el momento presente, actúa
conscientemente y en coherencia con lo que desde el interior de tu ser se
movilice, con lo que tu Corazón indique. Lo que exige, a su vez, confianza en
ti mismo.
Así, al actuar en el aquí-ahora, tus acciones serán auténticamente
tuyas, no reacciones derivadas de influencias exteriores y paradigmas
impuestos. Y al estar sintonizadas con lo que realmente eres, su frecuencia vibracional
será la del Amor y la Compasión.
Fraternidad: ser un “buen amigo” de todos y ante
todo, reconociendo la esencia divina que mora en cada ser
Junto a todo ello, la Acción Correcta bebe de la Fraternidad y la
cristaliza en la cotidianeidad para que no sea una de esas cosas a las que la
mente concreta se apunta –esto me gusta, dice-, pero no lleva a la práctica.
Por esto, la Acción Correcta gira en torno a los intereses de los demás, de las
personas con las que se está en contacto en la vida diaria. Lo que se materializa
en algo tan específico como ser un “buen amigo” ante todo y de todos –quizás
fuera más adecuado decir un “buen hermano”-, sea cuál sea el juicio que nuestra
mente se empeñe en emitir sobre ellos.
Ser un buen amigo de nuestros seres queridos, de nuestros vecinos y
compañeros de trabajo, del desconocido con el que no cruzamos en cualquier
momento del día, que se sienta a nuestro lado en el autobús o coincidimos en el
ascensor… Y el buen amigo, en la persona con la ha estado en contacto, siempre
deja la impresión de una consciencia algo más clara y la sensación un poco más
fuerte de la dignidad esencial de esa persona, de su calidad crística innata.
No en balde, actuando desde lo que somos como un buen amigo, transmitimos a la
otra persona la posibilidad de la auto-transcendencia.
Y el buen amigo ve siempre valores positivos en los demás, percibe
las posibilidades espirituales para su crecimiento y desarrollo, reconoce el
valor esencia de cada individuo con el que se encuentra y extrae de todo
aquello con lo que entra en contacto una consciencia más profunda del Yo
Superior –inmortal y divino- que es, a su vez, el Yo Uno. No importa que se
trate de gente que parece estar negando la fraternidad o despliegan
comportamientos egóicos. El buen amigo reconoce lo divino en todo y en todos y nunca
pierde la consciencia de que la totalidad de las personas poseen la esencia
divina que impregna, anima y da forma al Universo entero, desde el átomo más
diminuto a los Logos solares. Son todavía escasas las personas que conoce y
reconocen que dentro de cada ser mora la esencia divina. La Acción Correcta lo
tiene muy presente.
Sin caer en el buenismo
Ahora bien, ser un buen amigo es una cosa y el “buenismo” es otra. Y
es que ser un buen amigo conlleva a veces tomar decisiones duras y difíciles
que desde el buenismo nunca se acometerían. Conviene repetirlo: se trata de
practicar la Sabiduría-Compasión, lo que conlleva discernimiento. El buenismo
carece de este, se deja llevar por las tendencias emocionales y mentales y
deriva en el voluntarismo.
Ausencia de juicios
Por fin, el último, que no lo último, de los rasgos principales de
la de la Acción Correcta es la ausencia de juicios, pues se actúa, pero sin
enjuiciar a nadie ni a nada. Por ejemplo, ante un hecho de violencia u abuso
que sucede ante ti, actúas impulsado por lo que tu interior indica en defensa
del que la está padeciendo; y lo haces sin enjuiciar al que está ocasionando el
daño y sin ningún atisbo de ira o enfado hacia él. Si no fuera así, tu acción,
aunque aparentemente parezca lo contrario, estará contaminada con la misma
frecuencia vibracional del que está infligiendo esa violencia o abuso.
Defiende al débil, no mires para otro lado ante lo que pasa a tu
alrededor, pero hazlo en sintonía con tu frecuencia de amor y sin juzgar al
otro: su esencia y naturaleza es divina, idéntica a la tuya; él no lo recuerda,
pero tú sí. Nunca lo olvides.
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Autor: Emilio Carrillo
Fuente: Revista Universo Holísitico. Febrero, 2018. Páginas 58 y 59
http://www.holisticoonline.com/este-mes-en-tu-revista/
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