Mucho tiempo tratando de razonar
qué me convenía
y qué me venía mal.
No conseguí llegar
a ninguna conclusión oportuna.
Y en cambio, con tanto repensar,
inquieta me quedé…
Intranquila,
vi en un instante que, más que llenar mi cabeza,
debía vaciarla de todo lo que le sobraba.
Fui olvidando todo aquello
que alguna vez quise que fuera y no fue.
Fuera recuerdos, deseos incumplidos.
Lo que me quitaron, lo que yo misma me quité.
La mente se quedo sin nada.
Nada quería, nada pretendía.
Sucumbía al momento presente,
a lo que ahora acontecía.
¿Cómo lo hiciste?, dijeron.
No sé, no lo hice.
Más bien dejé de desear,
dejé que querer,
dejé de idear.
Ya no volví a ser la misma.
Pero esta última,
versión mejorada de este yo,
se alegraba.
ya no temía estar sola,
Sentirse pequeña, desvalida.
Su fuerza era mucha.
Sin apegos, sin apoyos.
Fluía por este mundo,
cuando antes vagaba.
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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)
De su libro Presente Perfecto Contínuo:
Presentación virtual del libro:
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