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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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Cuál es su descubrimiento más reciente?
Con un pie en la tumba intento hacer balance, y mi constatación es
que acabaré donde empecé.
¿Buscando una sociedad perfecta?
Sí, hospitalaria para los seres humanos.
¿Qué ha aprendido en el trayecto?
He vivido bajo diferentes regímenes, ideologías, modas..., y lo que
me resulta más sorprendente es que hay dos valores sin los cuales la vida
humana sería impensable: la seguridad y la libertad.
Reconciliarlos es imposible, dice usted.
Cuanta más libertad tengamos menos seguridad, y cuanta más
seguridad menos libertad. En la sociedad, la conquista de libertades nos lleva
a una gran cantidad de riesgos e incertidumbres, y a desear la seguridad.
Y entonces nos sentimos ahogados.
Sí, conseguimos que no nos atraquen por la calle, que si caemos
enfermos nos atiendan, pero nos volvemos dependientes, subordinados, y eso nos
hace sufrir. Así que volvemos a evolucionar a una mayor libertad.
¿En qué punto estamos hoy?
Estamos asustados por la fragilidad y la vacilación de nuestra
situación social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros
políticos e instituciones. Estudiar una carrera ya no se corresponde con
adquirir unas habilidades que serán apreciadas por la sociedad, no es un
esfuerzo que se traduzca en frutos. Toda esta precariedad se expresa en
problemas de identidad, como quién soy yo, qué pasará con mi futuro.
Y así llegamos a sus fluidos: sociedad líquida, amor líquido,
miedo líquido...
Sí, la modernidad líquida, en la que todo es inestable: el trabajo,
el amor, la política, la amistad; los vínculos humanos provisionales, y el
único largo plazo es uno mismo.
Todo lo demás es corto plazo.
No se da el tiempo para que ninguna idea o pacto solidifique. Este
enfoque ya forma parte de la filosofía de vida: hagamos lo que hagamos es de
momento, por ahora.
Nada dura para siempre, ni siquiera el futuro.
Hoy nadie construye catedrales góticas, vivimos más bien en tiendas
y moteles.
¿Y por qué lo considera un problema?
Objetos y personas son bienes de consumo, y como tales pierden su
utilidad una vez usados. La vida líquida conlleva una autocrítica y autocensura
constantes; se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo.
Nos hemos quedado sin utopías.
La felicidad ha pasado de aspiración para todo el género humano a
deseo individual. Se trata de una búsqueda impulsada por la insatisfacción en
la que el exceso de los bienes de consumo nunca será suficiente.
Y llegamos al consumidor consumido.
Hemos trasplantado unos patrones de comportamiento creados para
servir a las relaciones entre cliente y producto, a otros órdenes del mundo.
Tratamos al mundo como si fuera un contenedor lleno de juguetes con los que
jugar a voluntad. Cuando nos aburrimos de ellos, los tiramos y sustituimos por
algo nuevo, y así ocurre con los juguetes inanimados y con los animados.
Es decir, otros seres humanos.
Sí, hoy una pareja dura lo que dura la gratificación. Es lo mismo
que cuando uno se compra un teléfono móvil: no juras fidelidad a ese producto,
si llega una versión mejor al mercado, con más trastos, tiras lo viejo y te
compras lo nuevo.
¿Qué efectos tiene en el ser humano?
Una actitud racional para con un objeto es una actitud muy cruel
para con otros seres humanos. El consumismo es una catástrofe que afecta a la
calidad de nuestras vidas y de nuestra convivencia. Creemos que para todos los
problemas siempre hay una solución esperando en la tienda, que todos los
problemas se pueden resolver comprando, y esto induce a error, nos debilita.
¿Por qué nos debilita?
Porque nos priva de nuestras habilidades sociales, en las que ya no
creemos.
¿Cómo construirse a uno mismo, hallar la felicidad en este mundo
líquido?
Hay dos factores que cooperan para modelar el camino de la vida
humana, uno es el destino, algo que no podemos cambiar, pero el otro elemento
es el carácter.
Ese sí lo podemos moldear.
El destino dibuja el conjunto de opciones que tienes disponible,
siempre hay más de una opción. Luego el carácter es el que te hace escoger
entre esas opciones. Así que hay un elemento de determinación y otro de
libertad.
¿Hay que resistirse para ser libre?
Viviendo en una sociedad de consumidores, resistirse a ser un
consumidor es una opción posible pero muy difícil. Por lo tanto, la
probabilidad de que la mayoría de las personas decida resistirse al consumismo
es una probabilidad muy lejana, aunque todas las mayorías empezaron siendo
minorías.
¿Alguna solución individual?
Uno no sólo puede, sino que debe vivir su propia vida y el modelo
de vida que le encaje, consciente de las consecuencias y costes que acarrea. Y
el problema de mejorar la sociedad, y esta es la respuesta a todas las
preguntas futuras que me pueda hacer usted.
¿...?
Se resume en hacer que la sociedad sea más benevolente, menos
hostil, más hospitalaria a las opciones más humanas. Una buena sociedad sería
la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar.
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Entrevista a: Zygmunt
Bauman
Fuente: Revista
Ñ, Diario Clarín (Argentina)
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