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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de este enlace se puede tener información sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
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Rosa Luxemburgo afirma que el capitalismo está intrínsecamente
impulsado hacia un proceso de continua expansión.
El imperialismo es la expresión política, económica y militar de
esta necesidad de continua expansión que hace que el capital amplíe
constantemente su dominio.
¿Pero qué sucede cuando cada rincón del territorio planetario ha
sido sometido a la norma de la economía capitalista y cada objeto de la vida
cotidiana ha sido transformado en una mercancía? En la Modernidad tardía, el
capitalismo parecía haber agotado toda posibilidad de futura expansión.
Durante un determinado período, la conquista del espacio
extraterrestre aparentaba ser la nueva dirección de desarrollo para el
crecimiento capitalista. Posteriormente, nos dimos cuenta de que la dirección
de desarrollo era sobre todo la conquista del espacio interior, el mundo
interior, el espacio de la mente, del alma y del tiempo.
La colonización del tiempo ha sido un objetivo fundamental en el
desarrollo del capitalismo durante la Edad Moderna.
La mutación antropológica que produjo el capitalismo en la mente
humana y en la vida cotidiana ha sido, ante todo, una transformación en la
percepción del tiempo. Sin embargo, con la difusión de la tecnología digital,
que hizo posible una absoluta aceleración, algo nuevo ocurrió. El tiempo se
convirtió en el principal campo de batalla, dado que es el espacio de la mente,
el tiempo-mente, el cibertiempo.
He introducido aquí una distinción entre el concepto de
ciberespacio y el de cibertiempo. El ciberespacio es la esfera de conexión de
innumerables fuentes de enunciación humanas y maquínicas, el ámbito de conexión
en ilimitada expansión entre mentes y máquinas. Esta esfera puede crecer
indefinidamente, porque es el punto de intersección entre el cuerpo orgánico y
el cuerpo inorgánico de la máquina electrónica.
Pero el cibertiempo es el lado orgánico del proceso, y su expansión
está limitada por factores biológicos. La capacidad del cerebro humano para
procesar se puede aumentar con drogas, con entrenamiento y atención, pero posee
límites que están conectados a la dimensión emocional y sensitiva del organismo
consciente. No se trata de una dimensión infinitamente extensible porque está
conectada con la intensidad de la experiencia. La esfera objetiva del
ciberespacio se expande a la velocidad de la replicación digital, pero el
núcleo subjetivo del cibertiempo evoluciona a un ritmo más lento, al ritmo de
la corporalidad, del placer y del sufrimiento.
La composición técnica del mundo puede cambiar, pero la apropiación
cognitiva y la capacidad de reacción física no la siguen de manera lineal.
La mutación del ambiente tecnológico es mucho más rápida que los
cambios en los hábitos culturales y en los modelos cognitivos.
El estrato de la infoesfera crece progresivamente y se hace cada
vez más denso y espeso; y los estímulos informáticos invaden cada átomo de la
atención humana. El ciberespacio crece sin límites, mientras que, al contrario,
el tiempo mental no es infinito. El núcleo subjetivo del cibertiempo sigue el
ritmo lento de la materia orgánica.
Podemos aumentar el tiempo de exposición del organismo a la
información, pero la experiencia no se puede intensificar más allá de ciertos
límites. Fuera de estos límites, la aceleración de la experiencia provoca una
conciencia reducida de los estímulos, una pérdida de intensidad que concierne a
la esfera de la estética, de la sensibilidad y también de la ética. La
experiencia del otro se hace rara e incómoda, incluso dolorosa, ya que este se
vuelve parte de un estímulo ininterrumpido y frenético, y pierde su
singularidad, su intensidad y su belleza. La consecuencia es una reducción de
la curiosidad y un incremento del estrés, la agresividad, la ansiedad y el
miedo.
La aceleración de la infoesfera produce un empobrecimiento de la
experiencia, porque nos expone a una masa creciente de estímulos que no podemos
elaborar intensivamente o percibir y conocer profundamente. Más información,
menos significado. Más estímulos, menos placer. La sensibilidad se manifiesta
dentro del tiempo. La sensualidad se desarrolla con lentitud. Como el espacio
de información es demasiado vasto y rápido no logra dilucidar la sensualidad de
manera intensa y profunda. El punto crucial de la mutación contemporánea reside
en la intersección entre el ciberespacio electrónico y el cibertiempo orgánico.
El cerebro social se halla sometido a la invasión de flujos video-electrónicos
y experimenta la superposición del código digital sobre los códigos de
reconocimiento e identificación que dan forma a las culturas orgánicas. La
aceleración producida por las tecnologías de red y la precarización del trabajo
cognitivo provocan un efecto patogénico de saturación del tiempo de atención.
La patología del trabajo cognitivo es la nueva condición de alienación, el
requisito previo para la rebelión del cognitariado y, posiblemente, para la
recomposición del cuerpo del “general intellect”.
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Autor: Franco “Bifo” Berardi
Fuente: Extraído
de su libro Fenomenología del fin: sensibilidad y
mutación conectiva
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