Y tomó a los hermanos más íntimos y así les hablaba:
—Vosotros sois los frutos de esta generación; y la mano del Cielo,
unida a la del Tiempo, os sembrará donde deis ciento por uno.
»Mirad que si vosotros no florecéis, ¿qué será del Árbol de la Luz?
¿Se quedará extinguido? ¿Será absorbido por las hierbas de la ignorancia?
»¡Cuántas semillas se perdieron entre las montañas de la
incertidumbre y las laderas de la vanidad! ¡Cuántas otras fueron a parar al
agua de las rencillas y los resentimientos, ahogando sus frutos!
»¡Cuántas volaron con el viento de las
tentaciones y cuántas sirvieron de alimento a las aves de la violencia!
»Mantened alerta vuestros corazones y proteged vuestro tesoro
oculto. Sed vuestros centinelas día y noche; y no desesperéis, porque viene el día en que los campos estén preparados y arados para recibiros.
»Y cuando venga hasta vuestra puerta la
rutina, disfrazada de comodidad, diciéndoos: «Hermano, ábreme porque tengo frío
y deseo entrar», no le abráis ni dejéis que se siente sobre vuestro corazón,
porque ella lentamente mataría vuestra semilla y estancaría vuestro
conocimiento. Antes bien, oponedle su hermana la actividad, llevada siempre de
la mano de la caridad; porque la caridad debe ser la única reina de vuestro
corazón.
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Autor: Cayetano
Arroyo
Fuente: Diálogos
con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En
homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente
Pérez Moreno,
un texto
extraído de los Diálogos de Abul Beka se
publica en el este blog todos los
miércoles
desde el 4 de octubre de 2017.
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