La imprescindible
atención humanitaria a los inmigrantes/refugiados no debe ignorar
o silenciar las causas que los fuerzan a serlo
La llegada a
España del barco Aquarius ha vuelto a poner en el primer plano de la escena
pública la realidad, tan cruel como constante, de los inmigrantes/refugiados. Y para cualquier persona
con un mínimo de corazón, la atención humanitaria a los mismos no es objeto de
discusión. Bienvenida sea, por tanto, la que se está proporcionando a todos
los que arribaron al puerto de Valencia.
Ahora bien, la atención
humanitaria no es suficiente, pues si nos quedamos ahí estaríamos contribuyendo
a silenciar las causas que fuerzan a esos inmigrantes/refugiados a abandonar sus
tierras. Máxime cuando se ha extendido la falsa creencia de que son razones
económicas las que los impulsan a ello.
No es así. Más del 80%
huyen de guerras. Sus parientes han sido asesinados y sus hogares destruidos.
Así concluye un estudio realizado por la Universidad de Middlesex de Londres en
2015. Es Asia el continente con más hambrientos del mundo; e India cuenta con
200 millones de hombres, mujeres y niños en la pobreza más absoluta. Pero no se ven avalanchas de indios
llegando al primer mundo en pateras.
Sólo una guerra -o sea, la
muerte casi segura y violenta- es capaz de forzar a millones de personas a
cruzar mares, montañas y desiertos, arriesgando la vida. Las cerca de 56
millones de personas que desde 1991 (el fin de la URSS) hasta hoy han tenido
que abandonar su hogar en Oriente Próximo y África por las guerras de conquista
encabezadas por Estados Unidos, no han elegido su destino, ya que no tienen
control sobre ello: dependen de quienes los llevan y las tierras que les
acogen.
El “caos
creativo” para inventar una África a la medida
La misma procedencia de las
630 personas que subieron al Aquarius muestra el nexo directo entre la actual
migración con el nuevo saqueo militarizado de África por parte de la OTAN (a la que, paradógicamente, España, país que las acoge, pertenece). Las economías
occidentales en recesión necesitan recursos naturales baratos y también nuevos
mercados: “Proteger el acceso a los hidrocarburos y otros recursos estratégicos
que África tiene en abundancia y garantizar que ningún otro tercero
interesado, como China, India, Japón o Rusia, obtenga monopolios o trato
preferencial” es uno de los objetivos de la militarización de África, confiesa
el director del Centro del Consejo Atlántico para África en Washington, Peter Pham.
Bajo el pretexto de la
“lucha contra el terrorismo”, “estabilizar la región”, “misión humanitaria" o
“mantenimiento de la paz” (en serio,¿cómo puede la opinión pública occidental seguir creyéndose semejantes patrañas?), el Comando de África de los EEUU (AFRICOM) ha
instalado ya 50 bases militares por todo el continente, mientras aplasta los
movimientos progresistas y apuntala a los regímenes
corruptos y dictatoriales que dirigen las formas más salvajes de gobernar una
nación.
Caso Libia
Decenas de miles de
ciudadanos de Mali, Sudán, Chad y del resto de África se dirigen a Libia para
huir de guerras o en busca de trabajo, pero desconocen que aquel país, que era próspero, es hoy el centro mundial de la esclavitud, la tortura y la violación.
Antes de que en 2011 la
OTAN planeara derrocar a Gadafi y ocupar Libia, unos dos millones de
inmigrantes trabajaban en este país de 5 millones de habitantes, la primera
reserva del petróleo de África. Ahora, además de los libios que huyen del país
hacia Europa, también lo hacen aquellos inmigrantes si consiguen salir de aquel
infierno.
Caso Nigeria
En el séptimo exportador
mundial de petróleo, EEUU con la farsa de “salvar a las niñas secuestradas” vía
militar, intenta instalar la sede de Africom, hoy en Alemania.
Fue en Nigeria donde la
petrolera anglo-holandesa Shell ha sido acusada de “complicidad en asesinato,
violación y tortura” de los nigerianos cometidos por el ejército en la región
petrolífera de Ogoniland en la década de 1990. Las protestas para expulsar a
Shell de Nigeria por el desastre ecológico que acusó en la región y obligó a
desplazarse a comunidades enteras, condujo a la petrolera a crear una unidad
secreta de espionaje, que pasaba información sobre los molestos activistas a la
agencia de seguridad nigeriana, a la vez que pedía al presidente-general Sani
Abacha “resolver el problema”. Y él lo hizo: ahorcó a 9 líderes ecologistas,
mató a más de 1.000 manifestantes y destruyó unas 30.000 viviendas en la
aplicación de la política “Tierra quemada”. Así, Shell podía llevarse un millón
de barriles de petróleo al día, con tranquilidad.
Las compañías occidentales
que buscan el uranio, el oro, platino, diamante, cobre, tierras raras, coltán,
petróleo, gas, o carbón de África, establecen un control sobre sus gobiernos de
África mediante inversiones, préstamos, “ayudas al desarrollo” y el tráfico de
influencia. No hay nada nuevo: simplemente estamos ante la actualización de la
Conferencia de Berlín de 1884, que repartió África entre las potencias y de
paso teorizó los lazos entre el colonialismo y el racismo (sistematizado por
los británicos en el “Apartheid”). Luego, asesinaron a los líderes de los
movimientos progresistas como Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Eduardo
Mondlane, Samora Machel, Felix Moumie o Chris Hani, apoyando a las dictaduras
más impresentables del mundo. Más adelante, creaban a monstruos como Bin Laden,
pero llamaban terrorista a Nelson Mandela.
Caso Sudán
El mismo año de la
destrucción de Libia, EEUU dividió al que fue el estado más extenso de África:
unas 50.000 personas (incluidos niños y niñas) fueron torturadas y asesinadas
por los señores de la guerra que luego ocuparon el poder; dos millones huyeron,
ocultadas en los islotes de los pantanos del Nilo, comiendo hierbas silvestres
y buscando refugio en Etiopía o Uganda. Miles de niñas y mujeres han sido
violadas una y otra vez, incluso en el campo de refugiados de Juba, la Capital
de Sudan del Sur.
Hoy, la hambruna afecta a
4,6 millones de personas. La CIA ha vuelto a fabricar “rebeldes” armados para
desestabilizar el país ya que los líderes que impuso han convertido a Sudan del
Sur en el único país de África con contratos de petróleo con China.
Caso Níger
Los ciudadanos de este país
se enteraron de la existencia de una base militar de EEUU (ilegal por la
prohibición constitucional) sólo cuando cuatro de ellos murieron en una
emboscada el mes pasado. El dictador Mamadu Issoufou fue el director de Somaïr,
la compañía de minas de uranio del paí,s pero bajo control de la compañía
francesa Areva. Una quinta parte del uranio que alimenta la red eléctrica
francesa proviene de Níger, que es, paradójicamente (o no), el penúltimo país
más pobre del mundo. Las empresas occidentales van a por su oro, uranio y
petróleo. Issoufou es como el presidente turco Tayyeb Erdogan: ha cobrado
ingentes millones de euros a la UE para retener a los inmigrantes.
Federica Mogherini, la
comisaria de exteriores de la UE, viajó a Níger en 2015 expresamente para
apoyar la llamada “Ley 36”
del país, que prohíbe a los extranjeros viajar al norte de Agadez, la región
donde EUU ha construido un mega base de drones de 6 kilómetros cuadrados
por 110 millones de dólares, para desde allí controlar Mali, Argelia, Libia y
Chad. Esta ley ha convertido el desierto en un gran cementerio para los
migrantes africanos: en junio de 2017 unos 50 jóvenes, abandonados por los
traficantes, murieron de sed en el desierto de Niger cuando iban a Libia. No es
casualidad que la sede de la Organización Internacional para las Migraciones,
financiada por la UE, esté en este país.
Caso Mali
Aquí la esperanza de vida
es de 48 años y sus minas de oros están bajo el control del gigante británico
Gold Fields.
Tras destruir Libia, la
OTAN miró a Mali: organizó un golpe de Estado en 2012 que derrocó al presidente
Toumani Touré para sustituirlo por el capitán Amadou Sanogo, entrenado en EEUU.
Luego, mandó a las corporaciones como URS y AECOM, (contratistas del Pentágono)
construir nuevos complejos militares, para que la Fuerza de Reacción Rápida de
EEUU en Sahel amplíe su control sobre la región.
Conclusión
La inmensa mayoría de los
inmigrantes/refugiados no intentan llegar al “primer mundo” para tener una
mejor vida, sino, simplemente, para no perderla.
Y la causa de esto radica
en el saqueo militarizado de África por parte de la OTAN –por tanto, de los
países, incluido España, que la integran- y, muy especialmente, las guerras de
conquista encabezadas por Estados Unidos para asegurar los intereses económicos
de las grandes corporaciones multinacionales, solo preocupadas en maximizar sus
beneficios aunque sea a costa de tanta barbarie.
Lean algo sobre el
secuestro y la tortura de los niños para ser explotados en las minas de coltán
de Congo y conocerán la verdadera naturaleza de estas corporaciones y de los
gobiernos que las defienden (muy probablemente, porque se deben a ellas).
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